La familia de Ricardo Marín, jugador de Guadalajara, recordó los inicios del jugador y el trayecto diario que le llevó a la Primera División.
Ricardo Marín se ha convertido en el jugador de moda del Guadalajara. Sus dos goles contra Atlas lo han ido colocando poco a poco como uno de los favoritos de la afición rojiblanca. Sin embargo, mucho antes de que sus anotaciones hicieran vibrar a millones de chiva hermanos, sus primeros festejos se dieron en las entrañas Iztapalapa, una de las alcaldías más representativas de la Ciudad de México.
Ricardo Marín (18 de marzo de 1998) inició su sueño para llegar a ser jugador profesional desde los seis años, cuando entró a las fuerzas básicas del América, y durante más de una década, el hoy jugador rojiblanco, junto a su madre, Rosalba Sánchez, recorrieron un trayecto de cuatro horas diarias en transporte público, mismo que tenía como punto de descanso la “Taquería los Pipos”, negocio familiar liderado por Lamberto Sánchez y Concepción Guzmán, abuelos del jugador.
Entre las calles de la colonia Los Ángeles, Ricardo creció con las “cascaritas” que organizaba junto a sus primos y tíos, todo esto bajo la atenta mirada de Don Lamberto, quien veía los goles y los pasos de un niño que apodó “Chanflecito III” y logró su sueño de convertirse en profesional.
En entrevista para ESPN, Lamberto Sánchez, recuerda con ojos cristalinos cómo fue la infancia del hoy jugador de 25 años.
“Me da gusto, alegría. Es mi familia, mi nieto y él me ha estimado siempre, desde chiquito. A él le digo el ‘Chanflecito III’, por los goles que lograba. Me llamó la atención decirle así y desde siempre le he dicho así”, declaró.
Concepción Guzmán señala con voz entrecortada cómo era Ricardo Marín en su niñez, en su etapa como azulcrema y el objetivo de regresar al máximo circuito.
“Ricardo era del América, pero Dios le dio la oportunidad de llegar a Guadalajara y es un trabajo que deseó toda la vida de regresar luego de segunda a Primera División. Ha sobresalido desde niño, su mamá ha estado todo tiempo con él apoyándolo y como madre ¿qué no hace uno por los hijos? y gracias a Dios ha logrado lo que ha tenido en mente y últimamente que mencionó al abuelo lo queremos mucho, porque es un joven respetuoso y en su carrera le ha echado ganas”, comentó.
Rosalba Sánchez o “Rosa”, como prefiere ser llamada la mamá del futbolista, recuerda con alegría los goles que “Chanflecito” le dedicó hace unos días en el Clásico Tapatío, ya que estuvo presente en el Estadio Akron.
“A mis hijos les puso sus apodos y Ricardo era “Chanflecito” y cada vez que voy a verlo me dice mi papá ‘salúdame a mi Chanflecito’”.
Rosa recuerda el trayecto que durante 13 años recorrieron desde Chalco, Estado de México, hasta Coapa.
“Salíamos a las 5:00 o 5:30 am, porque él debía de estar a las 7:00 o 7:30 de la mañana en el club. Mientras que él le echara ganas y fuera su sueño yo estaba con él. Estuve durante 13 años llevándolo a Coapa. Todo lo que sufrió él y también estando juntos batallamos y no fue fácil. La gente ve solamente los goles, pero todo lo que batalló para estar ahí solamente nosotros lo sabemos”, comentó a este portal.