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¿Será 'La Bomba' el nuevo Gatopardo de la FMF? Un año después, todo sigue igual

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A un año del fracaso de Qatar, todo sigue igual con la selección mexicana (3:55)

Rafa Ramos y su análisis sobre lo que ha pasado luego de la eliminación de Qatar (3:55)

A un año del fracaso en el Mundial de Qatar 2022, el futbol mexicano sigue inmerso en promesas de cambio y con los mismos vicios que lo tienen hundido.


LOS ÁNGELES -- Cambiar todo… para que nada cambie. Esa es la filosofía del Gatopardismo, concebida por el escritor italiano Giuseppe Tomasi en su novela Gatopardo en los años cincuenta.

“Cambiar todo para que las cosas sigan iguales", concibió Tomasi. Una herramienta política del embuste y el engaño. ¿Será Juan Carlos Rodríguez un nuevo y mexicanísimo Gatopardo?

El 30 de noviembre de 2022, la Selección Mexicana consuma su mayor fracaso desde el Mundial Argentina 1978. Gerardo Martino y sus 11 del patíbulo sucumben en la fase de grupos.

El 1 de diciembre, Yon de Luisa comparece en conferencia en la sala de prensa del club Al-Khor, ubicado a 40 minutos de Doha en Qatar. Estaba despedido y lo sabía. Era un zombi funcional. Su última farsa en el teatro guiñol de la Federación Mexicana de Futbol.

Su discurso, un dictado a distancia por parte de Emilio Azcárraga Jean, incluía promesas, pero no su renuncia. Resultaba, en un alarde de cinismo que él estaba en la presidencia de la FMF contra su voluntad: Los dueños de clubes lo pusieron sólo ellos podían echarlo, explicó.

Como muñeco del ventrílocuo Azcárraga, Yon de Luisa habló de erradicar la Multipropiedad. Y de reducir extranjeros. Y de rescatar el ascenso y el descenso. Habló de cambiar todo… pero, para que todo siguiera igual. Promesas para tratar de endulzar los huraños, reticentes, resentidos y escépticos oídos de la afición mexicana.

Habló de 60 días como plazo para presentar un plan maestro de resurrección, de sanación, de metamorfosis, proporcional al daño perpetrado por su gestión. Fue una promesa hecha desde la incapacidad, desde la incompetencia, desde el resuello. El tiempo le pertenecía y le pertenece a Emilio. Esos 60 días terminaron siendo seis meses.

Curiosamente, días después de esa juramentación de Yon, Denise Maerker, con limitadísimos conocimientos y balbuceos en futbol, desde su tribuna de líder de opinión en otras áreas, lee con firmeza un editorial casi copia y calca de las promesas hechas por De Luisa en la pasarela de su propio exterminio.

Horas después, Ricardo Peláez hacía lo mismo, cambiando apenas comas, preposiciones y sintaxis. Para reforzar el pretendido impacto, un par de conductores más de Televisa hicieron lo propio. Algunos bobalicones se mostraron pasmados: “¡Mira, hay autocrítica!”.

En términos de la banda Metallica, operaba firme y maquiavélicamente ‘The Máster of Puppets’, Azcárraga Jean. “Soy tu fuente de autodestrucción (…) dirigiendo la construcción de tu muerte”. Parte de su ADN empresarial. “Una televisión para jodidos”, había dicho su padre Emilio Azcárraga Milmo en 1993. Por lo tanto: “un futbol para jodidos”, 30 años después.

Yon de Luisa quiso entregar su informe. Emilio lo arrojó al mismo cesto donde reposan los libretos malogrados de La Rosa de Guadalupe. Él ya cavilaba sobre su sucesor. Como rústica y rupestre mezcla de Oppenheimer y Frankenstein empezó a armar su bomba, ‘La Bomba’. Juan Carlos Rodríguez debía ser el nuevo almirante del Tri-tanic.

Sí, el Gatopardismo estaba urgido de un nuevo Gatopardo.

Emilio arrojó un pedazo de queso a los roedores de la Multipropiedad, haciéndoles creer que eran los nuevos dueños del futbol mexicano y que él claudicaba. Orlegi, Azteca y Caliente tenían de patiños a Necaxa y Chivas. En tanto, mientras esos ratones hacían fiesta, Emilio ajustaba el detonante de ‘La Bomba’ maestra.

Otro desmentido brutal. A Yon de Luisa lo había elegido, supuestamente, #LaYuntaDeDueños (dixit Sven-Goran Eriksson). A Juan Carlos Rodríguez lo impuso Emilio. En el anuncio, apenas algunos propietarios de clubes levantaron la mirada, pero ninguno levantó la voz. Como desde hace decenios, el presidente de la FMF ha sido impuesto por un dedo flamígero de la dinastía Azcárraga.

En su entronización, un escaño debajo de Emilio y muchos escaños por encima de los dueños de equipos, Juan Carlos Rodríguez ya tenía su misión: erradicar la Multipropiedad, reducir extranjeros, restablecer ascenso y descenso, y bla, bla, bla…

Paciente, astuto, desde el Salón Oval de Televisa, ‘The Master of Puppets’ esperó el momento correcto. La enésima humillación del Tri ante Estados Unidos en Las Vegas obligó a Emilio a activar a su ‘Bomba’. Rodríguez le aplicó los aires de purga a Rodrigo Ares de Parga, y su escudero Ivar Sisniega a Diego Cocca. Orlegi, Caliente y Azteca eran vomitados con azufre. Al destierro.

Jaime Lozano fue el ungido para dirigir al Tri. Cumplió. De las ruinas de una selección en crisis, con amagos de deserción, tras su colapso en Las Vegas, el #LamborJimmy ganó la Copa Oro, esta vez sin ayuda arbitral, pero transpirando histeria ante Panamá.

‘La Bomba’ tenía –aparentemente--, entonces, una tregua, un remanso de paz para cumplir las promesas hechas por Emilio Azcárraga Jean desde los balbuceos de su marioneta De Luisa en el ya lejano –cronológica y geográficamente--, Al-Khor.

¿Qué ha cambiado? La Multipropiedad sigue rumiando, entre fracasos deportivos. El número de extranjeros, especialmente los de paupérrima calidad, se incrementa. Y el ascenso y descenso es objeto de trabas obscenas e hilarantes.

Parecería la eficiencia puntual de cómo ser ineficiente bajo el esquema del Gatopardismo. Nada ha cambiado, aunque todo esté cambiado.

Hace más de seis meses que Juan Carlos Rodríguez se hizo cargo de la FMF. Las fanfarrias de la Copa Oro enmudecieron cuando México consiguió su pase al Final Four de la Nations League venciendo a Honduras en medio de una trifulca mediática porque el árbitro Iván Barton se sintió amo y señor del tiempo. Se sintió Renato Leduc: “la dicha inicua de perder el tiempo”.

Hoy el Tri es reflejo de los perversos y poco espabilados manejos del futbol mexicano, inundado de la toxicidad de jugadores extranjeros, muchos de ellos que no han sido ni serán seleccionados nacionales en su país. Se bloquea a jóvenes mexicanos, se ningunean las fuerzas básicas y el cohecho prolifera entre fariseos: promotores, directivos y entrenadores. Aquí no es estrictamente culpa de Lozano y ‘La Bomba’, sino de la podredumbre acumulada por los De Luisa, los Decio de María y los Justino Compeán, claro, todos títeres del mismo maestro del teatro guiñol.

¿Qué ha hecho Juan Carlos Rodríguez en los más de seis meses en el cargo para llevar a cabo el edicto de promesas de ‘The Master of Puppets’?

‘La Bomba’ encontró escollos ancestrales, casi antediluvianos, en un futbol infestado por reglamentos torcidos, escapismos fiscales, y una innegable e impune red de corrupción entre promotores, directores deportivos y dueños de equipos. Mafias blancas, si es que cabe el término, porque con adicciones delincuenciales, al menos en su vínculo con el futbol, no hay, aún, vestigios de felonías mayores.

Difícilmente ‘La Bomba’ será un ave que cruce el pantano sin mancharse las alas.

1.- MULTIPROPIEDAD

Los grupos involucrados se manifiestan públicamente como solidarios con el proceso de desmembración. Orlegi, Azteca y Caliente están dispuestos a vender alguna de sus franquicias, pero cotizan sus clubes como si fueran potencias, cuando todos ellos son de medio pelo. hasta caer incluso en la miseria en términos competitivos, de popularidad o de influencia futbolística.

¿Grupo Pachuca? Jesús Martínez pretende vender la farsa de que los Tuzos sí le pertenecen, pero que el León es de propiedad absoluta de su vástago, y ha prometido desde hace tiempo que algún día hará una cesión oficial, legalizada y legitimada del equipo León a su hijo. Multipaternidad irresponsable.

¿Interesan a alguien los equipos de la Multipropiedad? Querétaro es una plaza maldita. Tijuana es intocable políticamente. Atlas es codiciable. Mazatlán sólo interesaría al gobierno de Sinaloa o a grupos de peculiar financiamiento. Y Puebla ha sido, históricamente, botín envenenado, desde tipos políticamente siniestros hasta empresarios amantes de la fuga fiscal que puede representar.

Hasta este momento, Juan Carlos Rodríguez ha diseñado ya un plan de negocios --su especialidad, sin duda--, para conseguir que la Multipropiedad termine. El problema es encontrar a los inversionistas correctos, y en algunos casos tendría que acceder a cambios de plaza intempestivos y presuntamente antirreglamentarios.

El modelo que maneja ‘La Bomba’ no incluye –necesariamente--, la falacia de presentar a la FMF como compradora de franquicias, para desaparecer a alguna de ellas, aunque fue un recurso que se consideró en su momento. Pero, ‘La Bomba’ prefiere –sabiamente-- generar en lugar de enterrar.

Incluso sigue vigente el capricho maníaco de Azcárraga Jean, de aumentar a 20 equipos. Ya se sabe, más clubes, más partidos, más contenido, ergo, más anunciantes, más ingresos.

Allegados a Juan Carlos Rodríguez aseguran que en días o semanas podría presentar un proyecto avanzado para acabar con la Multipropiedad, después de seis meses de intentar cuadrar el círculo, un círculo vicioso y viciado.

Las mejores propuestas están llegando por parte de equipos que militan en la Liga de Expansión, que, tras una auscultación financiera y moral, más que de infraestructura, podrían acceder al máximo circuito.

2.- ASCENSO Y DESCENSO

Reinstaurar el proceso de ascenso y descenso puede llevar mucho más tiempo del prometido. Tal vez tres años. Los grupos de la Multipropiedad y otros independientes, requieren de tiempo para sanar, sanear y limpiar sus finanzas y el nivel competitivo de sus equipos, para no correr riesgos inmediatos de descenso.

Lo mismo exigen aquellos que pudieran comprar las franquicias que liberen los multipropietarios. No quieren hacer una inversión multimillonaria y correr el riesgo de descender al año siguiente.

Entiéndase que todos los involucrados condicionan y reclaman un seguro de vida de por lo menos tres años. De esa manera, el regreso del ascenso y descenso no tendría lugar antes del Mundial 2026, pastel del cual le cayeron algunas migajas a México.

Además, en este lapso, se intentaría tratar de adaptar al futbol mexicano un proyecto que ya evidenció la inopia neuronal y organizativa de los directivos mexicanos. La MLS Next promete ser el gran revulsivo del futbol estadounidense al abrir la puerta al talento joven. En México, en tanto, en la Liga de Expansión todavía pululan jugadores fósiles, algunos rescatados del retiro y arrastrando vendajes de su momificado futbol.

3.- JUGADORES EXTRANJEROS

Cuando Alejandro Irarragorri engatusó a Decio de María acerca de la forma más sofisticada sobre cómo controlar el número de extranjeros, le presentó la falsa puerta de escape para los jugadores no formados en México, como una forma de contrarrestar, además, al flujo incontrolable de aspirantes a ser naturalizados.

Además, se aumentó de manera incongruente el número de jugadores extranjeros. La gran duda es si se abrió la puerta consciente o inconscientemente, a la invasión de desalmados traficantes de futbolistas, provocando, también, una red impune e inmune de tipos que han sido expuestos por sus negocios turbios en México, especialmente Christian Bragarnik, Uriel Pérez y Fernando Pavón, quienes, según recopilación de la FMF, entre estos tres, podrían controlar más del 45 por ciento de los futbolistas y entrenadores extranjeros que trabajan en México.

Con esas cifras y ese poder, quede claro, no sólo controlan nóminas, vestidores, equipos, sino que hasta podrían regentear partidos y resultados, de una Liga Mx que permanece acéfala, porque los dueños de clubes lo han dejado en claro: no respetan ni reconocen la supuesta autoridad del presidente del circuito, Mikel Arriola, un personaje de frustradas aspiraciones políticas, pero bajo la piadosa égida de Azcárraga Jean.

Desde fuera hay síntomas de que La Bomba Rodríguez quiere escabullirse del estigma del Gatopardismo. Y el tipo tiene el perfil perfecto para generar el cambio… si lo dejan.

Entiéndase el poderoso perfil de sus contendientes. Algunos de ellos personajes viscerales, de pocos escrúpulos y con enorme poder político, financiero y en las artes del oscurantismo, y más de uno con la autoridad de espantabobos, que amenaza hasta con su corte de leguleyos.

¿Y Jaime Lozano y la Selección Mexicana? El Jimmy cosecha de lo que hay y su bisoña ruta ante semejante desafío le ha llevado a cometer errores estratégicos, técnicos, y especialmente en su especialidad: el manejo de la inteligencia emocional del jugador. Tegucigalpa pudo ser el Waterloo de su proyecto, que rescató en el Estadio Azteca, con la complicidad de Concacaf, que pudo parar el partido por #ElGrito y sepultar al Tri.

Lo cierto es que Juan Carlos Rodríguez necesita, paralelamente a sus decisiones, del amparo de los buenos resultados de la Selección Mexicana y de la tutela consistente, inflexible, inquebrantable de Emilio Azcárraga Jean y de su brazo derecho Bernardo Gómez. Porque, ya habrá entendido que tratar de ser una buena persona o una persona buena, es la primera tentativa de suicidio en un futbol como el mexicano.

Sólo así, más su astucia financiera y organizativa, podrá evitar La Bomba ese infausto destino de terminar siendo el enésimo Gatopardo del futbol mexicano.

“Cambiar todo para que las cosas sigan iguales", concibió Giuseppe Tomasi. Tal vez Emilio tenga un ejemplar, ya ajado y subrayado, del Gatopardo, debajo de los lacrimógenos y chantajistas libretos de La Rosa de Guadalupe en su mesita de noche.