En la cancha de los Dallas Cowboys, sólo hubo un Tri, el Tricampeón de la Nations League, Estados Unidos. ¿El marcador?, ese veredicto burlón, implacable, soez, humillante, ese del #DousACerou
LOS ÁNGELES -- A dos meses y medio de la Copa América, y a casi dos años y medio de la Copa del Mundo, México pinta para ser un intruso, un doncel, un chambelán, un pajecito tristón en medio de festejos ajenos dentro de ambas competencias. Es una generación perdida, producto de una Federación podrida, como lo es la mexicana de fútbol.
En la cancha de los Dallas Cowboys la noche de este domingo, sólo hubo un Tri, el Tricampeón de la Nations League, Estados Unidos. ¿El marcador?, ese veredicto burlón, implacable, soez, humillante, ese del #DousACerou.
El mayor ímpetu y brío mexicanos se presentaron lamentablemente sólo en la tribuna, y se presentaron de la forma que refleja la frustración, la impotencia, el dolor, la rabia, el fiasco, la castración, es decir, a través de #ElGrito, posiblemente haciéndolo, además, para evitar un tercer gol que estuvo muy cerca de conseguir Estados Unidos.
Al menos cinco veces se escuchó #ElGrito antes de que el arbitraje decidiera comenzar el protocolo ordenado por la Concacaf, y al final, al menos una docena de ocasiones taladró la tricolor atmósfera, herida, llorosa, frustrada del estadio texano.
México fue rebasado, degradado, en todos los terrenos. EEUU muy superior táctica, mental, atlética, futbolística y espiritualmente, ante la versión subyugada de un grupo de jugadores mexicanos, algunos de ellos asustadizos, indecisos, cohibidos, sometidos.
Es evidente que más allá de carencias emocionales y espirituales, no puede soslayarse la ausencia de fútbol en la cancha. Y esa sería la desnutrición futbolística más grave de México.
1.- O Jaime Lozano no sabe, o no puede hacerse entender sobre las pretensiones estratégicas en la cancha.
2.- O algunos de los futbolistas no quieren, no entienden, no saben o no pueden, pero hay un adeudo supremo y acumulado en algunos jugadores como Uriel Antuna, Luis Chávez y Érick Sánchez, y a otros como Jorge Sánchez y Jesús Gallardo no puede exigírseles más allá de su evidente pauperrimidad competitiva.
Debate en la mesa de Futbol Picante sobre los problemas que han derivado en los resultados de la selección mexicana.
Y, ante la inmediatez de la Copa América y de la inexorabilidad de la Copa del Mundo, México no está en condiciones de competir con varias selecciones de Sudamérica (Uruguay, Brasil, Argentina, Colombia, Ecuador), y algunas de Concacaf como su Némesis, Estados Unidos, y Canadá.
¿Debe seguir Jaime Lozano? Queda claro que no podrá obrar milagros ni para dentro de dos meses y medio ni dentro de dos años y medio. Es una generación perdida de una Federación podrida.
¿Qué puede hacer el Jimmy ante semejante pobreza espiritual, atlética, emocional y competitiva de este grupo de jugadores, obviamente el mejor arrejuntado posible?
Recuérdese que aquí se ha insistido sobre esa proclividad descarad de la FMF hacia el Gatopardismo, la teoría de gobierno del escritor italiano Giuseppe Tomasi: “Hacer muchos cambios para no cambiar nada”.
La selección mexicana cayó ante Estados Unidos nuevamente en la Final de Nations League.
Hoy la excelsitud del Gatopardismo sigue gobernando el fútbol mexicano, bajo la falaz y casi cínica complicidad de Juan Carlos Rodríguez, y bajo el siniestro yugo de Emilio Azcárraga Jean. “Cambiar para que nada cambie”.
¿Los dueños de equipos? Ya se sabe: silenciados, acobardados, reprimidos, emasculados, domesticados, y a los que sin ningún problema ha sometido el mismo amo y señor de la aberración suprema de la cursilería con su Rosa de Guadalupe.
La desnudez, el impudor futbolístico de la Selección Mexicana, confirma puntualmente que no hay jugadores mexicanos suficientes ni con los suficientes atributos para marcar un cambio.
Los seguidores mexicanos acusan a la FMF por la situación del combinado nacional.
Y lo más grave que no hay ya manera de producirlos, de generarlos, antes de la Copa América ni antes de la Copa del Mundo. Por eso la inapelable e irrefutable reflexión: una generación perdida de una Federación cada vez más podrida.
Y Emilio Azcárraga Jean ha llevado a la práctica, con siniestro descaro, aquella reflexión de su padre, el 11 de febrero de 1993: “México es un país de una clase modesta muy jodida… que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil. La clase media, la media baja, la media alta. Los ricos como yo no somos clientes, porque los ricos no compramos ni madres”.
Hoy, el Tigre Jr. Sólo agrega una variante: un fútbol jodido en “México, un país de una clase modesta muy jodida… que no va a salir de jodida. Para la televisión es una obligación llevar diversión (futbol) a esa gente y sacarla de su triste realidad y de su futuro difícil”.
Y claro, en el entorno del fútbol mexicano, hoy la misión morbosa es echar sólo al Jimmy, al último eslabón de la cadena alimenticia y balompédica, porque a las dos cabezas visibles, La Bomba y Emilio, es imposible, y no porque no se pueda, sino porque no hay quien se atreva.