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Azcárraga, La Bomba... Los 'hombres de negro' que visten de gris al futbol mexicano

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Emilio Azcárraga, La Bomba, Jesús Martínez y Alejandro Irarragorri ostentan el poder en el futbol mexicano, pero ofrecen pocas soluciones a la crisis que trajo el fracaso del Tri en Qatar.


LOS ÁNGELES -- El futbol mexicano se asomó al abismo el 30 de noviembre de 2022 en Lusail, nombre que es una derivación de “al wassail”, un ritual para exorcizar espíritus malignos.

La Selección Mexicana había truncado juramentos de grandeza (“semifinales en Qatar") y había besado la delicuescencia de su nueva tumba. Eliminada en fase de grupos emparejaba su fracaso con la página negra de Argentina '78.

Horas después, maquilladito, rosáceo, como si acudiera a una gala y no a un sepelio masivo, con él –por cierto–, como protagonista estelar, compareció Yon de Luisa en el auditorio del Complejo Deportivo del Club Al Khor.

Telefónicamente lo había desheredado ya Emilio Azcárraga Jean. Era el nuevo leproso de su imperio. Pero, antes del exilio, contrito, sumiso, afanoso, culposo, había tomado notas para un discurso cargado de falacias, pero embadurnadas, como su rostro, con los cosméticos de la promesa.

Con la voz firme del educado durante años para mentir sin pliegues delatores en su voz, sin la afonía del arrepentimiento, De Luisa fue el guiñol del ventrílocuo y abotagado amo y señor del futbol mexicano: “Multipropiedad, ascenso y descenso, número de extranjeros, capacitación...”. La opereta del escapismo. El fracasado se fuga y el fracaso permanece.

Dieciséis meses después, aquella sarta de embustes, maquinada fácilmente por la febril imaginación de un hombre especialista en crear fantasías y ponerlas en sus propias pantallas para engatusar a la adicta legión de los jodidos (como llamó su padre, Azcárraga Milmo, a la cautiva audiencia), no ha cambiado el indecoro del perjuro decálogo, sino que sólo ha cambiado el maestro de ceremonias de la farsa.

Sí, entre las últimas palabras de Yon de Luisa y las más recientes letanías huecas de Juan Carlos Rodríguez (hace apenas 100 días), sólo ha pasado el tiempo, pero los juramentos no envejecen. Las mentiras que son ciertas, se eternizan.

Eso sí, hay que reconocer que la puesta en escena es cada vez mejor. Yon de Luisa se estremecía con los escalofríos de su propia impotencia. Hoy, La Bomba ha montado a sus monaguillos de la #YuntaDeDueños a ser parte culposa de la representación suprema del Gatopardismo. Con Yon era un mímico de banqueta, con Rodríguez es una recreación digna de Broadway con su nuevo ministerio de prensa.

Pero, ya se ha dicho, no hay que culpar sólo a Azcárraga Jean, sino, por supuesto, incluir a los parias de sus orgánicos miedos, como lo son los dueños de equipos. Por estatutos, el futbol mexicano les pertenece. Pero, por la amedrentación sistemática del Imperio Azcárraga, le pertenece a él.

Cierto, hay personajes de todo tipo en La Corte de los Milagros, donde, insisto, sólo cambia el Quasimodo ocasional del campanario. Hay tipos con poder político; tipos con poder mediático; tipos con poder financiero, y también tipos con todos esos poderes, así como tipejos que carecen de cualquiera de ellos, incluyendo, claro, a los prestanombres.

Vayamos con los de linaje, para explicar y justificar el titular de este texto, y con la esperanza de que los tres aburridos lectores lleguen a este apartado. ¿Quiénes serían los hombres de negro que visten de gris al futbol mexicano?

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1.- EMILIO AZCÁRRAGA

Multicitado ya, Azcárraga Jean heredó el imperio, el poder del imperio y el imperio del poder. Es el maestro de la desolación y de la desilusión. Tan temido, que #LaYuntaDeDueños prefiere negarlo. Hasta el cansancio lo pontifican los otros propietarios, a expensas de ser el hazmerreír de sus interlocutores: “Emilio no es el dueño”. Y cada que lo repiten sube un punto en los ratings de Televisa.

Habida cuenta que la tragedia se cotiza más en las emociones y en la adicción “de los jodidos”, Emilio sabe –porque así lo manipula en sus pantallas–, que después del error, el llanto y el vituperio, llegará el perdón, y más cuando sabe bien que la urgente y urgida hambruna del pueblo y del gobierno tendrán el maná envenenado en el Mundial 2026. Pan dulce y circo amargo.

Si él quiere, puede cambiar todo, aunque no sepa cómo, porque para eso sólo necesita un chasquido de dedos. Cuentan dueños de equipos, que en las asambleas Emilio habla poco, casi nada, pero sus gestos, desde la sonrisa, hasta el puchero como si estuviera constipado, manipulan la sesión.

2.- LA BOMBA

Juan Carlos Rodríguez es un arquitecto rescatista, especialista en desastres y diseñador de lo impensable y de lo inesperado. Con reticencias aceptó tomar el puesto de Comisionado, aunque no comisiona nada, ni siquiera a Ivar Sisniega, el mayordomo que se entrega culpable en medio de la desgracia, como ocurrió después de la humillación ante Estados Unidos el domingo pasado, hasta asegurar que el puesto de Jaime Lozano está seguro, algo que no depende ni de él, ni del mismo Rodríguez.

La Bomba sabe lo que tiene que hacer. Y tiene una maqueta completa de cómo se debe hacer. Pero ya entendió la trampa en la que se metió: tener la bendición absoluta de Emilio, le da carta blanca para hacer, pero no para deshacer.

Entiéndase que los adversarios son más poderosos de lo que él creía, más allá de que Usted los haya visto desfilar sonrientes y acicaladitos en el video posterior a la asamblea de diciembre pasado. Un mendigo puede mendigar, pero tres o seis mendigos te van a asaltar.

Porque, entérese de algo, veladamente, ya algunos dueños le han hecho saber a Emilio y a La Bomba que están dispuestos a parar la Liga si se toman acciones peligrosas o atentatorias contra sus intereses. Y ahí hay multipropietarios involucrados. Y es que Emilio puede someter a uno o a dos, como lo hizo con el #TuzoGate, pero no a un colectivo sublevado.

3.- GRUPO PACHUCA

Jesús Martínez quiere el poder. Lo ha intentado de diversas maneras. Ha utilizado incluso a gente noble, como a Jorge Vergara (QEPD), para tratar de despojar a Emilio del báculo supremo. Estuvo cerca al develar el cohecho en los derechos de transmisión de la Selección Mexicana. Pero, de inmediato, el #TuzoGate, primera parte, fue un brutal y mexicanísimo “‘tate quieto”. Y se le advirtió que la segunda parte del documental estaba lista, además del #PanzaVerdeGate con su hijo como el Tony Soprano, versión soft, de la historia.

Con Grupo Pachuca, Jesús Martínez ha demostrado que es capaz de revitalizar al futbol mexicano. Forma jugadores y toma riesgos. Hoy, con Guillermo Almada, ha convertido a Tuzos en el único equipo que vale el precio del boleto. Es una delicia verlo jugar y con un técnico bilioso, pero genial, al que irónicamente, su principal enemigo, Alejandro Irarragorri, no supo aprovechar en Santos.

Pero Jesús es un marginado. El resto de los dueños sabe que coludirse con él implica dos riesgos: el castigo del amo y la traición del tuzo. Pero es un directivo que puede ayudar a la reconstrucción. Sin embargo, cuentan, ya La Bomba se hartó de sus delirios de Maquiavelo y Richelieu.

4.- GRUPO ORLEGI

Alejandro Irarragorri es otro personaje peligrosamente útil. Distinto de Jesús Martínez, y aunque trata de reptar bajo la epidermis del conflicto, cuando hay que confrontar, confronta, y es el único que intentó levantarle la voz a Emilio, quien incluso le dio acceso a su coto de poder, pero la cabeza de Grupo Orlegi pecó de ambición.

Tipo inteligente, con una formación impecable para los negocios, el futbol y las estrategias, con alianzas sólidas, es otro de esos personajes que puede garabatear el manual de resurrección y supervivencia para el futbol mexicano, siempre y cuando se le limite la desesperación casi maniqueísta para el control absoluto, más allá de la proclividad al conflicto, con ejemplos claros de ello, como Fidel Kuri, el mismo Jesús Martínez, y escarceos beligerantes con los equipos de Monterrey.

Sí, lo mejor que le podría pasar al futbol mexicano es una alianza entre estos multipropietarios, Irarragorri y Martínez, pero, ya se sabe, es imposible: viven en los lados opuestos de la ambición. Se han retado públicamente, no sólo al debate, sino a dirimir sus diferencias con las razones de la sinrazón. Pero, juntos, levantarían este muerto que arrulla La Bomba, como grotesca versión totonaca de La Piedad de Miguel Ángel. El problema es que entre estos mellizos futboleros no hay un Abel, los dos son Caín, blandiendo –bíblicamente–, la quijada del asno.

5.- GRUPO CALIENTE

No hay quinto malo, porque a veces hay un quinto peor. Con un poder político que sólo se ve rebasado por el de Emilio Azcárraga Jean, y eso porque éste cuenta con el respaldo de un tipo prodigioso en esos menesteres y en los financieros, como lo es Bernardo Gómez.

Grupo Caliente ni siquiera se interesa en el tema deportivo, sino en los beneficios mediáticos, sociales, electorales y fiscales que deja su Multipropiedad, con dos equipos que son el epítome del fracaso competitivo como Xolos y Querétaro. Está el club de Tijuana en el abandono, y con ambos clubes bajo la administración promiscua del promotor argentino Christian Bragarnik, quien ha colocado en los últimos años a una decena de técnicos en la Liga MX, e incluso llevó a Diego Cocca a la Selección Mexicana, con el auspicio de Grupo Orlegi.

¿Una muestra del poder de Grupo Caliente? La más poderosa sería la inmunidad y la impunidad conseguidas tras la sangrienta zacapela en Querétaro, entre fanáticos del Atlas y de Gallos Blancos.

Grupo Caliente ha logrado imponer su apellido en las camisetas de varios equipos y conseguir parte del padrinazgo de la Liga MX y de la Selección Mexicana, desplazando a otros postores, porque sí, porque tiene las armas argumentativas para sentarse ante y con Azcárraga Jean.

¿Y Grupo Azteca? El corporativo dueño de Puebla y Mazatlán es de risa. Dos parásitos de la Liga que no aspiran ni siquiera a competir, y en los que también está vigente la mano de Bragarnik, quien tiene más de una veintena de futbolistas diseminados en clubes mexicanos.

Y como en todo Infierno, al lado de los grandes demonios, hay también diantres, esos luzbeles pequeñitos, pero peligrosos, como lo son los promotores de futbolistas, la mayoría de ellos sin licencia FIFA y que operan libremente en territorio mexicano, a pesar de la prohibición de FIFA.

Estos son, pues, algunos de esos hombres de negro que visten de gris al futbol mexicano.

Por eso, permítaseme retomar a Juan Rulfo en su exquisito escrito “Diles que no me Maten”: “Es algo difícil crecer sabiendo que la cosa de donde podemos agarrarnos para enraizar, está muerta”.