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Antuna, a Tigres; Ambriz, a Rayados y Montes, en venta ¿Y Chivas?

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Elizabeth Patiño y Rafa Ramos hacen un análisis de los candidatos a ganar el Apertura MX. (2:59)

Mientras que Tigres, Rayados y América refuerzan sus planteles. Chivas, en la era de Amaury, sigue perpetrando desastres en la contratación de jugadores


LOS ÁNGELES -- El tianguis futbolero se cimbró en sólo unas horas. Uriel Antuna, a Tigres; Fidel Ambriz, a Rayados, y el Almería trepa desesperado a la pasarela de saldos a César Montes, y ya algunas versiones aseguran que el América negocia.

Tres mexicanos en la turbulencia de las compras de pánico. ¿Y Chivas? Ya llenó sus bodegas con Omar Govea, Bruce El Mesmari, Daniel Aguirre, y otros paquetes de difícil comercio nacional, que ni siquiera entran en la órbita de estrabismo de Fernando Gago.

Cierto, Antuna pasó por ahí, por el Rebaño, sólo para ser una más de las ovejas negras. Su fugaz historia repercutió más en las vinaterías que en la cancha. Cruz Azul lo enderezó, y hoy El Brujo es el segundo mejor pagado de Tigres.

¿Fidel Ambriz? Habrá quien argumente que en esa posición Chivas tiene de sobra, y será seguramente el mismo tipo que lleva años esperando el despertar de Víctor Guzmán y que enciende veladoras para que ni el Oso González ni Fernando Beltrán se lesionen.

Sería atrevido cuestionar el nivel de César Montes ante las precariedades defensivas de Gilberto Valenzuela y el 'Knorr Suiza' Briseño. Cierto, la etiqueta de 14 millones de dólares impuesta por el Almería, parece un despropósito.

En cinco años de gestión al frente de Chivas, Amaury Vergara ha ido perpetrando desastres en la contratación de jugadores. De casi una veintena de incorporaciones, sólo el Piojo Alvarado es rescatable, y tal vez algunos momentos de Alan Mozo, y los recientes escarceos de Cade Cowell, quien, ciertamente jamás habría llegado al Rebaño, de vivir Jorge Vergara.

No ha sido acertado Amaury. En cinco años de gestión ya suma seis entrenadores, y todos, de diferentes paladares futbolísticos. Desde Luis Fernando Tena, Víctor Manuel Vucetich, Marcelo Michel Leaño, Ricardo Cadena, Veljko Paunovic, y ahora Fernando Gago.

Es decir, no ha marcado un parámetro de identidad futbolística, porque no sabe cuál es.

Y Chivas ha sufrido con calamidades en la dirección deportiva. Por ahí han pasado desde Ricardo Peláez, hasta Fernando Hierro, sin olvidar los intentos sui géneris de Leaño, ni la gestión de Mariano Valera y sus nexos con Promofut.

Por la pasarela del fracaso han desfilado desde los casos recientes de Javier Hernández y Víctor Guzmán, hasta las obscenidades como Oribe Peralta y sin olvidar los chascos del mismo Antuna, Alexis Vega, Christian Calderón, Canelo Angulo, Alexis Peña, Santiago Ormeño, hasta las incógnitas como Oscar Whaley, un veteranazo de 30 años, que de sospechosa manera sedujo a Fernando Hierro, pero no convenció ni a Pauno ni a Gago.

Ciertamente, Amaury Vergara debió tomar a Chivas por un compromiso con su padre, no necesariamente por apego al equipo, al puesto, al conocimiento del futbol, o a las proyecciones financieras de OmniLIfe, toda vez que el consejo administrativo de la empresa y la propia familia han recomendado la venta del equipo.

Amaury ha intentado. Cuando Peláez llegó a Chivas, éste ostentaba el peregrinar exitoso con América y destellos acertados con Cruz Azul. En el Rebaño fue un fracaso absoluto. El paso de Hierro dejó el consuelo de un subcampeonato, y la incertidumbre con Gago, pero también dejó una estela de contrataciones que no garantizaban ni el presente ni el futuro competitivo de la institución.

Cierto, a Amaury y a sus eventuales asesores les ha faltado maña y conocimiento. ¿Cómo no saber o no investigar los comportamientos extra cancha de los Chicotes, los Antunas, los Alexis, los Guzmán? ¿Quién fue el médico que hizo la valoración de Javier Hernández sin antes charlar en detalle con sus homólogos del Galaxy, en el que logró permanecer un año más estrictamente por la jugarreta de un inciso desbalagado en su contrato?

Cuando ocurren estas situaciones, siempre hay una referencia exitosa. Panchito Hernández, ex presidente del América, que logró algunas de las mejores contrataciones del club. Su sistema era básico. No invitaba al jugador a cenar, sino que le pedía que el jugador lo invitara a su casa. Ahí, en el hogar, percibía claramente la personalidad del futbolista. Así firmó a Carlos Reinoso y a varios más.

Mientras tanto, hoy, Tigres, irónico, cuenta con un grupo de futbolistas mexicanos jóvenes, que pueden ser una base sólida a futuro, y que algunos de ellos estuvieron al alcance de Chivas, como Sebastián Córdova, Diego Lainez y Marcelo Flores. A ellos se agregan el mismo Antuna y Ozziel Herrera. Cierto, los tres primeros, a veces, parece que no quieren bajarse de ese tramposo ladrillo de popularidad al que los treparon, a pesar del padrinazgo de André Pierre Gignac.

Las operaciones por Córdova y Flores se truncaron por el tema económico, lo mismo que ocurrió cuando Chivas preguntó por Marcel Ruiz, Jordi Cortizo y Fidel Ambriz.

Pero, en realidad, el problema no radica sólo en la capacidad para comprar o para saber negociar, como cuando Henry Martín estuvo a unas horas de abordar el avión de la Ciudad de México a Guadalajara.

Sin duda algo complejo ocurre en Chivas, un club donde se mima de manera exagerada al futbolista, al grado que el Departamento de Comunicación ha montado un búnker hasta caer en la deleznable práctica dictatorial, castrense y castrante. En las ruedas de prensa los reporteros deben enviar sus preguntas por adelantado, y si son aprobadas, procede. Si el reportero se sale de la línea y pregunta algo más, queda vetado permanentemente.

Esa forma de mimar, de sobreproteger, de blindar al futbolista, lo hace caer en un escenario de comodidad extrema, a sabiendas de que nunca será cuestionado públicamente. Por ejemplo, ¿no llegó el momento de que Chicharito y Guzmán sean trepados a un rendimiento de cuentas, el primero por las lesiones y el segundo por su indolencia que le ha llevado a veces a ni siquiera ir a la banca, como ha ocurrido desde la época de Paunovic?

Sí, Amaury ha dejado en evidencia una serie de equivocaciones y ha perdido el control de su propia institución.

Y la afición tampoco tiene acceso a explicaciones a las que tendría derecho, no sólo por el boleto que paga, sino por la invaluable lealtad. Por eso en redes sociales bombardean a Amaury, sobre esos presuntos casi cuatro millones de dólares que recibirá tras la venta de Antuna a Tigres. ¿A dónde irán?

Sí, el mercadillo se cimbró con Antuna, Ambriz y la exposición de Montes. Chivas tiene un hospital, entre los desgarros de Chicharito, la abulia de Guzmán, y la terapia intensiva de tantas contrataciones, sin fundamentos… y sin minutos en la banca.

De hecho, el mismo Amaury no ha sido capaz de explicar porqué el tan anunciado y emperifollado contrato con Amazon Prime para la transmisión de los partidos de Chivas, no se ha podido llevar a cabo. Lo único que se tiene confirmado es que sigue frenado por Emilio Azcárraga Jean, pese a que la relación con Televisa se finiquitó el 3 de julio. Sus partidos sólo van por la plataforma de ChivasTV.

Porque a Chivas no se llega a buscar el homenaje del retiro, o a terminar de curtirse y formarse, para esto deberían funcionar las Fuerzas Básicas. No, a Chivas se llega a marcar diferencia, referencia y soluciones.