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Humanización del grupo; como una niña y un niño, ayudaron al Puebla

ESPN Digital

A raíz de la lectura del libro El Método Del Bosque, escrito por Joaquin Maroto, en el cual platica el paso del técnico Vicente Del Bosque por el Real Madrid de los Galácticos, así como la obtención de la copa del mundo del 2010, todo el escrito está puesto en base al lado humano y a lo gran gestor que tuvo que ser el técnico, ante 23 jugadores estrellas.

En un apartado llamado La pelota al suelo, el técnico dice: “En esta cuestión de las relaciones humanas no existe manual al cual acudir, ni receta que emplear: no existe ninguna que funcione para todos. Debemos buscar la humanización del grupo, su calidad humana”.

Esto fue lo que imperó en aquel equipo que ascendió en el 2007 y que después dio grandes satisfacciones a la afición en el 2009. El común denominador entre el Sr Del Bosque y un servidor, fue que conocíamos el grupo perfectamente: claro que eran seres humanos totalmente diferentes unos de otros, pero al final los conocíamos como personas. La segunda semejanza fue que los de España tenían una gran necesidad de volver a ganar cosas importantes, pues venían de obtener la Eurocopa del 2008, y los míos, tenían una gran necesidad de lograr un puesto en el Fútbol Mexicano.

Las formas que utilizo Del Bosque, eran platicas personales y un gran liderazgo. Nosotros apostamos por el bien común en conjunto. Para este fin, nos hicimos por azares del destino de dos personajes: ‘el niño del riñón’ y de Anaheli.

El primero necesitaba un trasplante de riñón; su familia sin la menor posibilidad de hacerlo. Y la segunda, una niña preciosa que nació sin oír ni hablar y con mala columna vertebral. Por las dos problemáticas, se necesitaban relaciones y dinero. El grupo adoptó a estos dos personajes y todos los días, antes de comenzar la práctica, tocábamos el tema de nuestros dos protegidos y los avances del proyecto.

De muchas formas empezamos a conseguir dinero: parte de los premios que obteníamos, los destinábamos para la causa; premios en efectivo que daba en competencias semanales, el o los ganadores aportaban al ahorro. Días que descansábamos, nos íbamos a jugar partidos de exhibición a poblaciones cercanas y nos pagaban por hacerlo. Para el ‘niño del Riñón’, lo teníamos en lista de espera para que se lo pudieran cambiar. Un buen día, nos avisaron que tenían uno listo, pero tenía un costo. La operación se hizo y ahora venía la recuperación que era otra odisea en cuanto a la higiene y la atención que tenía que tener el niño. Al final fue un éxito.

De Anaheli se le tenía que comprar un aparato que se lo ponían adentro de la cabeza, una especie de transmisor, con sus dos antenitas que se le veían en su pelo. La niña tenía no más de dos años. También fue un éxito. A finales del torneo Clausura 2019 la invite al estadio y se las presente a los jugadores. Ella había terminado primaria en un colegio normal. Después de mi salida en los primeros años y con ayuda de otras personas, seguimos apoyándola y al final se logró que lo aprovechara al 120%.

Con estos ejemplos, parecería que nosotros ayudamos a esas personas, pero no fue así, ellos nos ayudaron más, porque nos dimos cuenta de lo afortunados que éramos nosotros y nuestras familias. Nos sensibilizó, nos hizo solidarios y nos dimos cuenta que el deporte da para mucho más que ganar una competencia.

Con esa bandera me seguí en otros equipos, dándole más importancia al lado humano que al lado táctico. Hacer un entrenamiento es un arte y no una ciencia. Si tiene mucho de ciencia por los nuevos estudios que se pueden aplicar, pero el arte forzosamente tiene que tener un % mayor y la humanización del grupo es primordial para q los demás componentes fluyan.

En esta profesión del fútbol, todos somos afortunados por lo que recibimos, pero más afortunados por la posición que nos da la vida de entregar y entregarnos a la gente. Ese tiene que ser el valor intrínseco del futbolista.