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Hablando de crisis

ESPN Digital

Mi invitación para todo líder es hacer un espacio para diseñar un plan de acción ante la posible crisis, créeme, esta siempre está a la vuelta de la esquina.

Un equipo de futbol, entendido como el conjunto de personas que trabajan por un objetivo común, es el resultado de las interacciones entre sus miembros y la relación y cómo reaccionan éstos ante el entorno. Un equipo de futbol es un “ser vivo” en cuanto a que está en constante evolución, cambio, adaptación, crecimiento o transformación. Un equipo de futbol, al igual que un equipo empresarial, médico o de cualquier otra índole, se prepara para conseguir un resultado, pero en muchas de las situaciones no se controlan la totalidad de las variables que influyen, por esa razón el resultado nunca estará asegurado.

En el futbol profesional específicamente, una competencia constante, ante los ojos de los directivos y la mayoría de aficionados, no hay otra opción más que ganar. Parecería que la derrota o el empate son ajenos a nosotros, nos negamos a ver que éstos son también opciones de la competencia misma, y la negación ciega, nos vuelve frágiles, indefensos, tiene como consecuencia que pocas veces se tenga un plan ante posibles eventualidades. Las crisis son parte siempre del plan, una posibilidad latente desde el momento que se decide comenzar a recorrer el camino por un objetivo, pero por increíble que parezca, pocas veces hay un mapa o, como en los edificios, una ruta alterna de evacuación ante posibles eventualidades. ¿Y ante la crisis qué?

Es de naturaleza humana imaginar y desear el mejor panorama. Ante los ojos de esta “sociedad triunfalista” en la que solamente ganar es opción (muchas veces sin importar las formas), el vencedor es considerado un sabio, experimentado, se las sabe todas, lo que dice es verdad absoluta. Vivir con resultados de triunfo es, al parecer, un estado “sencillo” de asumir, todos deseamos ser el guapo de la película. Pero recuerden que el paquete viene completo, como bien lo afirma Juan Carlos Osorio: “improbable ganar si no asumimos la posibilidad de perder”.

Si cuando llega la crisis es cuando comienzas a diseñar tu plan para superarlo, te aseguro, tus probabilidades de fracaso son altas. Los momentos difíciles, los imponderables, los contratiempos, son para solucionar, para accionar, no hay tiempo para esbozar una solución, solamente hay tiempo para actuar. La turbulencia va a llegar, es por eso que los momentos de calma son los óptimos para a través del conocimiento y experiencia crear hábitos de conducta que den seguridad al grupo, trabajar sobre comportamientos que generen ideales firmes, que potencialicen las virtudes del grupo y den sensación de confianza y fortaleza.

¿Qué recursos tengo?, ¿cuál es el objetivo a alcanzar?, ¿cómo puedo, respetando mi esencia, potencializar estos recursos?, son preguntas que se deberían de hacer al comienzo de cada proyecto, teniendo en cuenta y respetando que por arriba de la misión no hay nada ni nadie más importante. Estas preguntas ayudan a dar un rumbo, pero, sobre todo, son los cimientos y al lugar donde se debe de regresar cuando llega la crisis. Se alteran las aguas, pero si tenemos claro qué tenemos, cuál es el objetivo y qué podemos aportar siendo nosotros mismos, hay un lugar de fortaleza a la cual podemos acudir, reagruparnos, y volver a salir a luchar.

Prepararse y trabajar para ganar es la base, respetar las reglas y tener claro los valores, asumir que la derrota es una opción y tener que hablar de ellos es tener un plan, no es debilidad, al contrario, demuestra madurez, sería un buen resumen para tener claro antes de competir. En primer lugar, asumirlo como líder, para luego, a través de conceptos y la adecuada comunicación y periodización, irlo propagando en el grupo, para que la verdad, el conocimiento total de la realidad y el tener herramientas ante cualquier escenario, sea nuestra mayor fortaleza.

Cuando el entrenador asume que la crisis de resultados es inminente, se hace dueño de la totalidad del entorno, su figura de soporte ante el grupo aumenta, el valor para asumir riesgos también crece y por ello la creatividad se desarrolla. Estos son sólo algunos de los beneficios y consecuencias de un proceso de madurez, pero principalmente, asumir la derrota o crisis como posibilidad, es liberador.

Mi invitación para todo líder, hoy, si tu situación y entorno es de paz y quietud, es hacerte un espacio para diseñar, ya sea personalmente o con tu grupo de colaboradores, un plan de acción ante la posible crisis, y no olvidar de forma diaria en reforzar los valores y hábitos de trabajo, ya que es este conjunto de elementos serán tus principales herramientas cuando la crisis llegue, y créeme, esta siempre está a la vuelta de la esquina.