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Columna del aficionado: ¡Desde el título del Cruz Azul!

ESPN Digital

Hoy Cruz Azul tiene un capitán de hierro en la banca, un equipo ordenado, con mucho liderazgo que ya probó la victoria y ya no son esclavos de sus fantasmas

No hay mal que dure 23 años.

León, Guanajuato 7 de diciembre de 1997, el Nou Camp preparaba una gran fiesta, pero no contaban con un desacierto de su arquero y un Carlos Hermosillo heróico mandando al fondo de la portería un balón que dejaba en silencio a la tierra donde la vida no vale nada.

Cruz Azul se sacudía 17 años de malaria, el otrora equipo que había nacido siendo grande y que dominó a placer el balompié nacional en la década de los 70 había vuelto con autoridad a reclamar su lugar dentro de la élite. Un equipo plagado de nombres brillantes e históricos y que amenazaban con construir una dinastía --recordando que llegaron a una nueva final en el 99-- comandados por figuras como Paco Palencia, el 'Conejo' Pérez, el 'Maestro' Galindo, Lupillo Castañeda y un inesperado héroe: Juan Máximo Reynoso Guzmán.

Después de esa final la historia ya la conocemos, la mayoría en forma de memes, burlas y cruzazuleadas. Traumas y fantasmas que acompañarían a la Máquina Celeste probablemente toda su historia, o por lo menos hasta competir con la sequía centenaria de los Chicago Cubs. ¿Qué fue lo que pasó? Cruz Azul fue eliminado (humillado) el torneo pasado por un equipo con más corazón, pero no necesariamente más fútbol, un golpe del que parecía tardarían mucho en recuperarse, recordando que el acérrimo rival azulcrema les había ganado dos finales en los últimos años. Entonces, apareció en el destino celeste un hombre del que pocos esperaban algo.

Sí, hizo campeón a tres equipos en Perú (rompiendo tres maldiciones por cierto), pero pocas personas en México siguen el futbol inca. Posteriormente dirigió al Puebla, un equipo animador del torneo nacional y no más; un Puebla que animó más de lo esperado, eliminó al todopoderoso Monterrey en la reclasificación y le puso un susto al León, pero todo volvió a la normalidad, La Franja no fue para tanto.

Anunciaron a Reynoso como técnico cementero, aquel que estaba encargado de romper una maldición cada vez más pesada, la inmensa mayoría lo consideraba un error o un técnico provisional en lo que llegaba uno de mayor cartel. El 'Maestro' Reynoso empezó fatal, muchos ya pedían su cabeza en la segunda jornada, pero el capitán de este barco era muy diferente al resto, está hecho de puro metal, férreo como su marca defensiva en los noventa, todo corazón y entrega.

Reynoso, un hombre fiel a su estilo, comprometido con su presente el cual antepone al futuro y respetuoso del pasado. Un entrenador inteligente, sabedor que gana el que llega hasta el último juego y logra vencerlo, ahí la enorme diferencia con otros técnicos que han desfilado en el banquillo celeste. Reynoso jugó para levantar el trofeo, ¿muy defensivo? ¿ganaba por un solo gol? Dudo que a algún aficionado celeste le importe eso, lo que importaba era ver a Chuy Corona levantar la ansiada copa: misión cumplida.

La Máquina fue el MEJOR equipo del torneo, ordenado tácticamente, brutal a la defensiva con un Chuy Corona que tomaba un segundo o tercer aire, con un Pablo Aguilar asumiendo la labor de un líbero con liderazgo y con un 'Catita' Domínguez que ha entregado su vida en cada juego en nombre de la Cruz Azul; un mediocampo que combinaba mucha experiencia y juventud y una ofensiva liderada por un 'Cabecita' Rodríguez que sacudió sus fantasmas personales para aprovechar cada oportunidad que tenía y ser un terror para las defensivas rivales.

¿Estamos ante una nueva dinastía? Podría ser, aunque recordemos que hay otros 17 equipos (sí, incluyendo al Atlas) que tratarán de colgarse esa medalla, pero hoy el azul tiene un capitán de hierro en la banca, un equipo ordenado, con mucho liderazgo, que ya probó la victoria y ya no son esclavos de sus fantasmas. ¡Cuidado con el Azul!

Con información de Antonio González