El 31 de mayo de 2002 arrancaba el Mundial de fútbol de Corea-Japón, del que hoy se cumplen 20 años, y el partido inaugural dejaba una sorpresa: Senegal le ganaba 1 a 0 a Francia, el último campeón.
No sería la única: luego de un transitar complicado en un grupo difícil, la Argentina de Marcelo Bielsa, que llegaba como gran candidata, quedaba eliminada en la primera ronda y se despedía demasiado rápido de la Copa del Mundo.
Una pesadilla. O como lo definió mejor que nadie el propio Bielsa años más tarde: "Fui protagonista del peor fracaso de la historia de la Selección".
Es que la Argentina tenía un gran equipo, con estrellas como Batistuta, Crespo, Verón, Ortega, Samuel, Ayala, Zanetti, Aimar, Simeone...
Hasta Caniggia integraba ese plantel, ya que a los 35 años y jugando en el Rangers de Escocia, el Pájaro mostró las virtudes de siempre que convencieron a Bielsa para convocarlo.
La albiceleste había realizado unas Eliminatorias extraordinarias, finalizando puntera con 43 unidades, a 10 del escolta Ecuador, producto de 13 triunfos, cuatro empates y una derrota (Brasil). La estadística indica que fue la mejor actuación de una selección argentina en su historia: se logró el pasaje al Mundial a cuatro fechas del final.
Además, se había medido con los mejores de Europa mostrando una gran imagen, ganando ante España, Italia y Alemania.
El grupo no era en principio accesible. Para muchos, era el "grupo de la muerte". Inglaterra se presentaba como el rival a vencer. El más duro por historia, un clásico ante la Argentina por todo lo que se había vivido en los últimos Mundiales.
Todavía estaba fresco el recuerdo por los dos goles de Maradona en el Mundial de 1986, uno con la mano y el otro, el mejor de todos los tiempos.
Y también, en Francia 1998, el equipo de Daniel Alberto Pasarella lo había dejado en el camino en octavos de final, por penales, tras las atajadas de Carlos Roa.
Suecia era otro rival europeo que prometía no ser sencillo, ya que venía de ganar de manera invicta su grupo en las Eliminatorias europeas. Nigeria, en la previa, se presentaba como el adversario más accesible.
El debut fue auspicioso, justamente ante los africanos. El gol de cabeza de Batistuta a los 63 minutos de juego le dio tranquilidad al equipo en el estreno.
Pero luego comenzarían los dolores de cabeza. Inglaterra iba a imponerse 1 a 0 con gol de Beckham de penal, tomándose revancha de la expulsión sufrida cuatro años atrás, y dejaría comprometida a la Selección, que estaba obligada a ganar en el último partido.
La albiceleste no estaba en su mejor momento: dicen que para ganar un Mundial es importante cómo se llega a ese mes de competencia, no importa la historia previa.
Y la Argentina lo experimentó: la frescura de las Eliminatorias y de algunos amistosos estaba ausente en Corea Japón: costaba armar juego, tener fluidez y concretar las situaciones de gol que se generaban.
Ante Suecia, todo eso ocurrió. Los de Bielsa fueron protagonistas, pero un gol de tiro libre de Svensson a 30 del final sembró de dudas y de nervios a un equipo que no encontraba el camino.
El gol sobre la hora de Crespo, tras el penal errado de Ortega, parecía darle vida al equipo en los minutos finales, pero el resultado quedó sellado: 1 a 1 y Argentina eliminada.
Ese equipo formó con: Pablo Cavallero, Mauricio Pochettino, Walter Samuel, Jose Chamot y Juan Pablo Sorin, Matias Almeyda, Javier Zanetti, Ariel Ortega, Pablo Aimar, Claudio Lopez y Gabriel Batistuta. Desde el banco ingresaron Hernán Crespo, Juan Sebastián Verón y el Kily González.
La eterna discusión sobre si podían jugar juntos el Bati y Crespo quedó más en evidencia que nunca en el partido final: la Argentina necesitaba sí o sí hacer goles y ganar el partido, pero el DT mantuvo su postura: salió Batistuta e ingresó Crespo. Un solo 9 de área.
Los números dejaron el claro la carencia de la Argentina a la hora de marcar: sólo dos goles convertidos, pero también dos recibidos. En una zona pareja la falta de eficacia resultó demasiado cara.
Pese al dolor por la eliminación, un lucido Marcelo Bielsa explicó ante los medios las razones de esa inesperada despedida: "En el fútbol no gana siempre el mejor, nosotros fuimos el mejor equipo del grupo, superamos a todos los rivales... Esto ha sido un fracaso porque estábamos en condiciones de obtener más de lo que obtuvimos".
Pese a que su contrato terminaba con el Mundial, Julio Humberto Grondona decidió renovarle al Loco apostando a todo lo bueno que mostró su ciclo. La Argentina iba a llegar a la final de la Copa América 2004, que iba a perder ante Brasil, aunque al menos quedaría la alegría por la conquista de la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004.
Luego el rosarino dejaría el cargo expresando "falta de energía" y en su lugar llegaría José Néstor Pekerman para encarar una nueva etapa con la Selección, en esta caso con los mayores, tras tantos logros con los juveniles.