Jack Grealish, figura de Manchester City, tiene menos de treinta partidos jugados con la selección inglesa. Apenas un gol. Ni siquiera es titular indiscutido. Sin embargo, es uno de los futbolistas más idolatrados por los fanáticos de los Tres Leones.
Está claro que ese amor no se sustenta en las estadísticas.
Vincha, medias bajas, botines rotos. Excesos, sanciones. Resistencia estoica ante las duras patadas que recibe. Un estilo lírico para jugar, ese que con el tiempo y la profesionalización del fútbol algunos comenzaron a considerar erróneamente como burlesco.
Grealish parece un jugador de otro tiempo. Encaja perfecto con el prototipo del habilidoso de la década del 80, aunque con un entrenamiento físico de vanguardia.
Un cóctel irresistible para el público de la Selección.
A eso hay que agregarle que, tras representar a Irlanda en las categorías inferiores (tiene antepasados allí pero sus padres son ingleses), a los 17 años se decantó por Inglaterra.
De pequeño, Jack alternaba la práctica de fútbol con la de fútbol gaélico (o irlandés), un deporte bastante violento que se parece al rugby.
De esa experiencia aprendió la resistencia que hoy ostenta ante las reiteradas faltas que recibe. Fue el jugador que más foules sufrió en la Premier League durante tres temporadas consecutivas (2018-2019; 2019-2020 y 2020-2021).
Pero Grealish, rebelde eterno, no cede y continúa jugando con las medias bajas y unas canilleras de tamaño infantil.
Porque lo que su afición por el fútbol gaélico le había enseñado tuvo una especie de posgrado, cuando en 2013, con 18 años, su club de aquel entonces, Aston Villa, lo cedió a préstamo al Notts County FC de la English Football League One, la tercera división de Inglaterra.
Se trata de un campeonato con tintes amateur, que en muchos casos se disputa en canchas llenas de barro y donde las faltas violentas son habituales.
Fue el toque final para terminar de constituir a este jugador, que actualmente tiene 27 años, como una fiel representación de lo que en Argentina llamamos “futbolista con potrero”.
Una perlita para cerrar el concepto: en 2019, cuando todavía estaba en Aston Villa, jugó la final del Play Off por el ascenso a la Premier League ante Derby County con unos botines destruidos, llenos de agujeros que permitían ver las medias por debajo del cuero. Según él, eran sus "botines de la suerte". Mal no le fue: su equipo ganó 2-1 y ascendió.
Este fanático de la banda Queen y aprendiz de DJ buscará en Qatar enderezar el rumbo y lograr que Gareth Southgate lo considere titular. Mientras tanto, cada vez que el DT lo haga salir a precalentar se seguirá oyendo ese murmullo de esperanza proveniente de la hinchada de La Rosa.