Si quieres sonar como un hincha conocedor del fútbol, te tenemos una palabra: gegenpressing. Si no quieres alienar a tus amigos y seres queridos, quizás sería mejor olvidarse del acento alemán y utilizar: presión alta, o incluso presión a la contra.
Independientemente del idioma que decidas utilizar, el concepto más amplio que abarcan estos términos es la filosofía que define la versión moderna del deporte más popular del mundo. Durante la mayor parte de la historia de este deporte, el jugador más importante era el '10'; o sea, el volante ofensivo ubicado en la parte superior del área penal, entre las líneas del mediocampo y la defensa del rival, y colocaba balones en juego en el área rival o marcaba los goles por sí mismo. Hablamos de los genios, los artistas, los jugadores a los que frecuentemente nos referimos en términos mágicos: Pelé, Maradona, Zinedine Zidane y Ronaldinho vistieron la camiseta 10.
Sin embargo, a medida que eventualmente los clubes se modernizaron, comenzaron a acumular cientos de millones de dólares en ingresos anuales y en consecuencia, se produjo el crecimiento de sus cuerpos técnicos y de análisis estadístico, lograron ser los mejores a la hora de destruir la magia. Como respuesta al dominio del '10', los entrenadores empezaron a ubicar más jugadores en las zonas en las que solían brillar los volantes ofensivos. Actualmente, esa posición se encuentra prácticamente extinta.
Posteriormente, llegó un breve periodo en el cual la mayoría de los mejores equipos del mundo fueron reactivos y destructores. Jorge Valdano, compañero de Maradona en la selección de Argentina que alzó la Copa del Mundo en 1986, hizo famosa su descripción un partido entre Liverpool y Chelsea de la siguiente forma: "Usted pone una mi---- colgada de un palo en medio de Anfield y hay mucha gente dispuesta a decir que eso es una obra de arte. Pues no, es una mi---- colgada de un palo".
Afortunadamente, esa... eh... "era" fue rápidamente desplazada por la "Era de la Presión Alta". Actualmente, los mejores equipos ubican a todos sus defensores en la parte alta del campo e intentan recuperar el balón en el tercio final. Si bien no hay espacios en la parte superior del área para los genios creativos, dichos equipos creaban toda clase de espacios novedosos asfixiando a sus rivales tan pronto como perdían el balón, lo recuperaban y atacaban por las brechas creadas en medio de la defensa, ahora desequilibrada. "Ningún creador del mundo puede ser tan bueno como una óptima situación de presión a la contra", es la tesis del técnico del Liverpool Jurgen Klopp.
La principal palanca estilística (la estrategia previamente planificada que afecta más que nada el fútbol que vemos en cualquier partido un sábado cualquiera) es la presión: la agresividad mostrada por ambos equipos cuando intentan recuperar el balón y cuán exitosos son esos intentos.
¿Lo entienden? Muy bien, ahora olvídense de todo lo anterior, porque el primer paso para entender lo que estamos a punto de ver en Qatar, es aceptar que tendremos un fútbol radicalmente distinto a ese que hemos disfrutado durante los últimos cuatro años.
¿Por qué no presionar?
A pesar de que Cristiano Ronaldo afirmó recientemente que nunca había oído hablar de él, quizás no haya otra persona que haya causado mayor impacto en el fútbol moderno que un diminuto nerd alemán con gafas llamado Ralf Rangnick.
Cuando era director técnico del entonces club de tercera división Hoffenheim en 2006, Rangnick se topó con un artículo investigativo que sugería que los goles se marcaban con mayor frecuencia durante los ocho segundos posteriores a la recuperación de la posesión del balón. Ocho años antes, cuando entrenaba a un modesto club llamado Ulm, Rangnick fue invitado a un programa de entrevistas de la televisión nacional alemana llamado Das aktuelle Sportstudio. Entre otras cosas, sugirió que los equipos podían ser más proactivos cuando intentan recuperar el balón. Al decir esto en televisión nacional de un país sumamente exitoso en el fútbol y con una identidad táctica muy tradicional, Rangnick se hizo con el mote de "profesor de fútbol" en son de burla.
Sin embargo, existe una conexión virtuosa entre ambas ideas. Rangnick se había convencido de que sus equipos debían presionar alto y luego rápidamente intentar pases con pocas probabilidades hacia el área rival, porque si esos pases fracasaban, podían volver a iniciar el ciclo. "Estamos preparados para jugar con pases arriesgados, que corran peligro de que se pierdan, porque eso abre la posibilidad de atacar el segundo balón", indicó.
El Hoffenheim se comprometió plenamente con las ideas de Rangnick y no tardó en ascender de las categorías menores hasta la Bundesliga, la primera división de Alemania.
Seducido por su estilo, Red Bull (sí, esa Red Bull) le dio a Rangnick las llaves de su proyecto futbolístico . El entrenador ayudó a definir el estilo de lo que se convertiría en su red de clubes por todo el mundo: mucha energía, propuesta y persecución de balones perdidos. Ha funcionado, sobre todo porque Red Bull es capaz de cazar talentos en todo el planeta y fichar jugadores cuyos estilos encajan dentro de sus ideas, para luego entrenarlos inculcándoselas en su red de equipos. Se puede decir lo mismo de todos los grandes clubes de Europa que han adoptado su versión propia de la presión alta: pueden fichar a quien quieran para después entrenarlos dentro de dicha filosofía, día tras día tras día.
Los jugadores se mostraron contentos al inicio del enrenamiento a puertas abiertas
¿Saben quiénes no pueden fichar a quienes quieran y no entrenan todas las semanas? Las selecciones nacionales. Hasta para las mejores selecciones, su grupo de jugadores cambia constantemente y sus planteles solo se congregan para entrenar pocas veces al año.
Cuando le pregunté sobre los problemas ocasionales que se generan al jugar una presión alta y agresiva, el actual técnico del Leeds United y ex entrenador del RB Leipzig Jesse Marsch expresó: "La mayoría de las veces que se ve mal son consecuencia de un fallo táctico en el que los jugadores que están detrás del balón, cuando perdemos un balón, no se encuentran en las posiciones tácticamente apropiadas. Entonces, el juego parece abrirse más de lo que debería. Es agresivo. No hay duda, pero también es algo inteligente. El objetivo no es volverse loco; el objetivo es mantener el control".
Para jugar una presión agresiva, los jugadores deben tener la capacidad física y después, saber cómo moverse en conjunto. De lo contrario, un par de simples pases y boom: El otro equipo está frente al arco. Lamentablemente, las selecciones no pueden elegir dónde nace un jugador, ni tampoco cuentan con el tiempo de entrenamiento necesario para jugar tan agresivamente sin quedar constantemente destrozadas.
Francia es la campeona defensora y actual tercera favorita para revalidar el título, según las casas de apuestas. Brasil es la gran favorita. De acuerdo con una recopilación de proyecciones hecha por Jan Van Haaren, científico de datos que labora con un club belga que juega en Champions League, Neymar y compañía tienen 20% de probabilidades de alzar la Copa, mientras que ningún otro seleccionado supera el 10%. En todos los partidos competitivos disputados desde inicios de agosto pasado, Brasil ha permitido a sus rivales completar el 83% de sus pases. Sólo dos selecciones mundialistas fueron más permisivas con sus oponentes: Costa Rica... y Francia.
Eso no significa que todos abandonarán la presión alta. Desde agosto pasado, Alemania (entrenada por Hansi Flick, que convirtió la presión alta en seña de identidad de su Bayern Munich) ha ganado la posesión del balón 7.4 veces por encuentro en el tercio final: segunda entre las 32 selecciones participantes, sólo superada por Japón. Aparte de esos dos equipos, otros dos han limitado a sus rivales a un porcentaje de hasta 75% de pases completos, ganando al menos seis posesiones por partido en el tercio de ataque: España y Estados Unidos.
En el fútbol de clubes, el promedio de presiones exitosas en una temporada la convierten en una apuesta promisoria a largo plazo. Pero en un Mundial, no se juegan más de siete partidos y el riesgo de que una presión salga mal es mucho mayor. Entonces, ¿qué hay de la faceta estratégica que define al fútbol moderno y sobre la cual hablamos en la introducción? Lo más probable es que brille por su ausencia durante su evento moderno más popular.
Entonces, ¿qué veremos en la cancha?
En este trayecto recorrido por el fútbol hasta alcanzar el entendimiento estadístico, esta disciplina deportiva se ha optimizado mucho a la hora de medir lo que ocurre cerca del área de gol.
Durante este Mundial, indudablemente escucharán el término "goles esperados". Abreviada xG, es sólo una probabilidad estadística de que una oportunidad determinada terminará en gol, basándose en una cantidad de características históricas. Por ejemplo, un toque en la línea de gol valdría algo similar a 0.99 goles esperados (99%) debido a la existencia de Eric Choupo-Moting:
Mientras tanto, un remate a 50 yardas de distancia valdría más o menos 0.01 xG. Y todo lo que hay entre ambos extremos. ¿Por qué nos importa tanto esto? Pues bien, los goles esperados o xG sirven para predecir el rendimiento futuro, mejor que cualquier otra estadística . En el corto plazo, cualquiera puede convertir con dos o tres tiros de pocas probabilidades; pero a largo plazo, los mejores equipos son aquellos que crean múltiples oportunidades de alta calidad y toleran muy pocas por parte del oponente.
No obstante, el mismo razonamiento se aplica a nivel individual. Los mejores goleadores son aquellos que logran figurar en los primeros puestos con más oportunidades óptimas; en vez de aquellos que tienen mayores probabilidades de convertir con un remate particular. De hecho, Lionel Messi es el mejor a la hora de convertir sus remates en goles ; aunque, de acuerdo con los datos recopilados desde 2010 por Stats Perform, el argentino ha anotado 533 goles en encuentros competitivos con sus clubes en dicho periodo, producto de oportunidades valoradas en 435 goles esperados. En otras palabras: más del 80% de sus goles pueden pronosticarse a partir de una serie de factores registrados antes de que "La Pulga" siquiera logre patear el esférico:
A partir de los goles esperados, podemos dar un paso más allá y medir las asistencias esperadas: o sea, un reconocimiento al pasador con los xG que haya creado su pase. Dicha ecuación excluye a la calidad del rematador. Por el contrario, remunera al pasador por la calidad de su pase, en vez de lo ocurrido luego de que éste pasara el balón. El brasileño Neymar, compañero de Messi en el Paris Saint-Germain, es líder de los jugadores de las Cinco Grandes Ligas de Europa en asistencias esperadas esta temporada:
Desde allí, damos otro paso atrás y vemos quién hizo el pase previo a la asistencia; mejor dicho, el pase hacia el área rival. Messi, cuarto en asistencias esperadas, es líder entre todos los jugadores en Europa con 68. Le sigue el volante de la selección de Bélgica y el Manchester City Kevin De Bruyne, con 50:
Demos otro paso atrás y las cosas empiezan a complicarse de verdad.
Luke Borrn, que laboró como jefe de análisis estadístico de la AS Roma, gigante del fútbol italiano, antes de convertirse en vicepresidente de Estrategia y Análisis Estadístico de los Sacramento Kings y actual copropietario (junto con Billy Beane) del club francés Toulouse y el poderoso de la Serie A AC Milan, describió el estado de nuestro conocimiento objetivo de lo que es valioso en una cancha de esta forma: "Es equivalente a si sólo tuviéramos datos de volcadas [en el baloncesto]".
Lo que ocurre en el mediocampo (desde el punto de vista de la valoración) sigue siendo, en gran medida, un misterio. Cuando vemos acciones que aumentan o disminuyen las probabilidades de que un equipo marque un gol, todo lo que sucede a mitad de cancha palidece en comparación a lo ocurrido cerca de ambas porterías.
¿Es un problema de cálculo? ¿O acaso requiere replantearse la jerarquía de situaciones de juego? Probablemente sea un poco de ambas cosas; sin embargo, debido a los patrones de juego que probablemente veamos en Qatar, estos jugadores tendrán una influencia mucho mayor sobre la acción que la que ejercen en un fin de semana cualquiera en toda Europa.
En la última edición de la Eurocopa, celebrada en el verano de 2021, se completaron el 84% de los pases. En la siguiente temporada de Premier League, la cifra decayó hasta el 81%. Adicionalmente, el balón llegaba al área rival a una velocidad promedio de 1.27 metros/segundo en la Eurocopa, para luego catapultarse a 1.39 metros/segundo en la Premier League. Parecen ser diferencias menores, pero al acercarse a los 1.000 pases y cerca de 200 posesiones totales por partido, esas diferencias comienzan a pesar fuertemente. Hay menos balones perdidos. En resumen, el juego se mueve a un ritmo diferente.
Con menos presión sobre el balón y el esférico subiendo más lentamente, los jugadores a mitad de cancha tienen más tiempo y espacios para hacer jugadas decisivas. Si sólo han visto fútbol de selecciones, probablemente creerán que el francés Paul Pogba es el mejor futbolista del mundo.
Si sólo ven fútbol de clubes, probablemente creerán que Paul Pogba es uno de los jugadores menos regulares y más difíciles de desplegar en el mundo. Esa diferencia se debe, en una parte no poco importante, al desastre en el que se encuentra inmerso su antiguo club Manchester United; aunque también se debe al contexto en el que juega. En el escenario internacional, los volantes tienen mayores espacios y oportunidades para influir en el juego cerca del área rival. Con Pogba y su socio en el mediocampo N'Golo Kante lesionados y ausentes del seleccionado francés, podría causar dificultades dentro del corazón de un plantel sumamente talentoso y exitoso.
Por su parte, Alemania perdió a Toni Kroos, uno de los grandes mediocampistas del Siglo XXI, luego que el madridista decidiera retirarse de su selección ; mientras que Luis Enrique decidió no convocar al seleccionado español a Thiago Alcántara , que podría ser el mejor volante del mundo cuando está sano. Obviamente, cada 15 segundos nace en España un mediocampista de clase mundial, por lo que no buscan mucha profundidad. Mientras tanto, Croacia llegó a la final de 2018 basado en su mediocampo de talla mundial, y ese grupo podría ostentar un nivel similar en esta oportunidad. Y si buscan razones para tener optimismo con Estados Unidos, quizás haya una: el mediocampo es una de sus fortalezas. Con Tyler Adams (destructor y recuperador del balón), Yunus Musah (portador del balón vertical) y Weston McKennie (que sabe correr sin el balón y marcar goles), las piezas encajan muy bien.
¿Cómo se compagina todo esto?
Antes, los técnicos se lamentaban de tener que practicareee jugadas a balón parado: tiros de esquina, tiros libres, saques de banda, etcétera. Algunos todavía lo hacen, como es el caso de Luis Enrique.
Paul Power, que actualmente labora como director de Inteligencia Artificial de la empresa de datos Skill Corner, solía trabajar como consultor del Everton de la Premier League. En aquél entonces, el técnico de los Toffees era Roberto Martínez, actual seleccionador de Bélgica.
"Existe toda esta percepción de que marcar a balón parado es similar a hacer trampa", afirma Power. "¿Sabes? Como si no fuera parte de este hermoso deporte. Roberto Martínez no sólo practicaba las jugadas a balón parado. Quería saberlo todo sobre el juego abierto: la sincronización entre los jugadores, cómo crear espacios con movimientos complicados. Pero, si ves una jugada a balón parado, no había mucho interés. Eso sigue afectando al fútbol, de arriba abajo".
Aparte del estigma que rodea a los goles marcados a balón parado (como si fuera una forma injusta o impura de ganar partidos), los técnicos afirmaban que el tiempo invertido en practicar dichas jugadas les restaba su tiempo de práctica para otras situaciones de juego. En otras palabras, si se comienza a marcar más goles a balón parado gracias a su mayor práctica, se cancelaría ante el declive de los goles en juego abierto, causado a su vez por la disminución del tiempo de práctica de situaciones de juego abierto.
Es una teoría sumamente sólida; aunque totalmente errónea. Y la mejor prueba de su invalidez se produjo en la primera división danesa.
El FC Midtjylland, el club de mentalidad más propositiva del planeta, marcó 25 goles a balón parado durante la temporada 2014-15, cuando se enrumbaron a alzar su primer título de primera división. Eventualmente, todos sus rivales empezaron a copiar a los campeones. Y ocurrió algo gracioso: todos empezaron a marcar un montón de goles en jugadas a balón parado, aunque sus registros de goles en juego abierto se mantuvieron iguales. A pesar de haber pasado más tiempo practicando jugadas a balón parado, su habilidad en el juego abierto quedó intacta.
"Todo ello demostró un detalle táctico poco aprovechado del juego y que podría ayudar a los equipos a marcar suficientes goles como para ganar un título", indicó Ted Knutson, que trabajaba con el Midtjylland y actualmente lidera la empresa de datos Statsbomb. "Y esa tendencia se repite por todo este deporte. Es algo sumamente importante".
Knutson y Power estiman que un programa de entrenamientos de jugadas a balón parado de calidad puede sumar cerca de 15 goles en una temporada de 38 partidos. ¿Por qué funciona tan bien? Tal como lo sugieren las 2.700 palabras anteriores, muchas de las cosas que ocurren en una cancha de fútbol son producto del azar, difíciles de cuantificar, imposibles de comprender, o todas las anteriores. Si bien no se puede realmente pre-practicar cualquier patrón específico de juego abierto, una jugada a balón parado es la única circunstancia de juego en la que el balón deja de moverse y un equipo es capaz de ejecutar un plan con exactitud: un pateador elegido, un vuelo de balón preseleccionado y luego, una colección de rutas no muy distintas a una jugada de la NBA o NFL.
Según las investigaciones conducidas por Power, la posesión promedio en juego abierto termina en gol el 1.1% de las ocasiones, mientras que las jugadas a balón parado (que siguen siendo mayormente ejecutadas de forma mediocre) terminan en gol en el 1.8% de las oportunidades. En los tiros de esquina, los tiros desde afuera terminan en remates óptimos con mayor frecuencia que los de dentro (20.9% contra 18.6%), aunque los tiros desde adentro son más propensos a terminar en gol: 2.7% en comparación con el 2.2%. Aunque gran parte del éxito se debe a la creatividad del diseño de la jugada, Power también señaló la efectividad de un balón lanzado por un cabezazo cerca del poste, en comparación con uno servido desde el "corazón" del área. Los remates de cabeza se marcan el 4.9% de las veces, mientras que los disparos originados directamente desde el tiro de esquina tienen un 2% de éxito.
Aunque aún no se ha producido la adopción completa de dichas ideas, el panorama sí está cambiando rápidamente. Algunos equipos, tales como el Midtjylland o la Inglaterra de Gareth Southgate, incluso han recibido asesoría de equipos de la NBA y NFL con respecto a las mejores formas de crear espacios en dichas situaciones. En Rusia 2018 se produjeron 70 goles con jugadas a balón parado: un 43% de los tantos convertidos dicho torneo. Inglaterra sumó nueve tantos, rompiendo la marca impuesta por la selección de Portugal en 1966.
No esperen ver disminuciones en las cifras de goles marcadas a balón parado en Qatar. Vaya, hasta podrían aumentar. Considerando el tiempo limitado de entrenamiento que pueden darse las selecciones nacionales y la dificultad en crear las clases de situaciones creativas coherentes que pueden dominar el juego abierto, la práctica de jugadas a balón parado llega a ser más efectiva a nivel internacional. En 2018, el equipo promedio anotó 1.3 goles por encuentro. En un torneo en el cual un equipo disputa, a lo sumo, un total de siete partidos, un par de jugadas extra a balón parado podrían marcar la diferencia entre una eliminación tempranera y llegar hasta la final.
El próximo mes estará lleno de incertidumbre. Sin embargo, me siento bastante seguro en hacer este pronóstico: Al menos, un partido importante se decidirá en los momentos posteriores al pitazo del árbitro, cuando todo ese movimiento dinámico y caótico se detenga brevemente.