LOS ÁNGELES — La advertencia de Eleanor Roosevelt en la década de 1950 aumenta su poder y su vigencia: “La mujer es como una bolsita de té. Nunca se sabe lo fuerte que es hasta que se sumerge en agua caliente”.
Sin embargo, mientras más expansivo es el impacto de la mujer en el mundo, ella misma se da cuenta que sigue de pie en la línea de salida y muy lejos de la meta. Aún en la adolescencia del Siglo XXI. No es que no avance, no es que retroceda; por el contrario, el horizonte se ensancha, se extiende, casi se eterniza. Para bien. Y para mal.
Bajo ese escenario, el deporte amateur y profesional se debate entre la pujanza y la resiliencia. El senderismo profesional de las atletas en los diferentes coliseos sólo encuentra nuevas garitas, nuevas aduanas, nuevos puentes inconclusos.
De acuerdo con el Programa Title IX, el sistema escolar de Estados Unidos tiene un déficit de 1.3 millones de oportunidades para mujeres jóvenes en las preparatorias, a pesar de que se incrementa el interés por participar entre las estudiantes, reporta Uplifterinc.com.
En tanto, conforme a la investigación ‘Girls in Sports’ realizada por Gatorade, las jovencitas habrán abandonado los deportes 1.5 veces más que los varones para cuando cumplan los 14 años. Y para la edad de 17 años, al menos la mitad de las mujeres ha abandonado los deportes del todo.
Aparecen símbolos poderosos como Simone Biles. Los especialistas la consideran la mejor gimnasta de todos los tiempos y es la máxima ganadora de medallas en la historia de este deporte. Ella misma reflexiona sobre cómo una niña asignada a Foster Care (Crianza Temporal en adopción) terminó adueñándose de los podios de la gimnasia en el mundo. En su autobiografía (Sin miedo a volar), Biles hace énfasis en la urgencia de fortalecer las ilusiones de una población femenina ansiosa de una oportunidad.
Si en Estados Unidos se detecta un déficit en el crecimiento de oportunidades para jóvenes y niñas en el deporte, es fácil imaginarse el retraso que ocurre en los países de América Latina, donde sólo se consuman y se glorifican casos aislados, por un sacrificio extremo del atleta, que se desarrolla fuera de precarios sistemas deportivos, o por el respaldo absoluto de los padres de familia, decididos a respaldar los sueños de sus hijas.
La descompensación no sólo impacta en la oportunidad de las aspirantes a profesionalizarse como atletas, sino que es aún más dramático en la formación integral de las mujeres. Impulsa desde el mejor rendimiento escolar, mantenerse alejadas de las drogas y una mejor salud laboral y personal.
Según la firma consultora Ernst and Young, el 94 por ciento de las mujeres en posiciones de liderazgo se mantuvo siempre activo durante su desarrollo escolar y universitario. Es decir, la práctica del deporte en equipo o individual, fortalece temperamentos de liderazgo, por encima de quienes no lo practican, y, por supuesto, repercute fuertemente en sus ingresos.
Ciertamente los abismos salariales entre los atletas profesionales varoniles y femeniles han sido un factor de desaliento para las mujeres. Sin embargo, poco a poco, el poder de penetración de atletas o equipos, han terminado por igualar la balanza. Algunos torneos de tenis, el mismo futbol profesional en algunos casos, y otros deportes han tratado de hacer equitativos los premios y los bonos para ambos géneros, e incluso en el equilibrio de las delegaciones a Juegos Olímpicos.
El caso más notorio es el futbol profesional en Estados Unidos a nivel de selecciones nacionales. Cada uno de los representativos compartirá la mitad de sus ingresos. Así, la mitad de los 13 millones de dólares conseguidos por EE. UU. en Qatar 2022, será entregado a la selección femenil, que a su vez compartirá la mitad de sus premios en la Copa del Mundo Femenina 2023, a celebrarse en Australia y Nueva Zelanda.
Aunque la cantidad no es tan exacta. De acuerdo al portal Sportico, de ese 100 por ciento que generen las dos selecciones de futbol de Estados Unidos, el 10 por ciento irá a dar a la U.S. Soccer. Y para los mundiales de 2026 y 2027, el 80 por ciento del total se repartirá entre los equipos, y el 20 por ciento restante irá a las arcas de la U.S. Soccer.
Otro ejemplo es cómo las plazas de expansión para el futbol profesional femenil de Estados Unidos, tienen un punto inicial de subasta de 40 millones de dólares, que contrasta con las cifras de hace años, cuando oscilaban entre los cientos de miles de dólares y algunas rebasaban los millones de dólares, además de que la liga ya formará parte del juego de consola #FIFA23, todo esto según consigna Emily Caron de Sportico.
La cuenta de Just Women’s Sports hace una referencia puntual de cómo los sueldos para varones son muy diferentes, dependiendo del género del equipo a su cargo. Vlatko Andonovski, entrenador de la selección femenil de Estados Unidos gana un 73% menos (446,495 dólares) que el sueldo que tuvo asignado Greg Berhalter ($1,641,398), como técnico de la selección varonil.
Por eso, mientras avanza, mientras más crece, mientras más se empodera, queda claro que el impacto de la mujer en el deporte sigue más cerca de la línea de salida, que de horizontes aún insospechados de crecimiento.
Pero, se verá pronto ese destino a lontananza, porque, en los términos de Eleanor Roosevelt, la prodigiosa e insospechable bolsita de té, ya está sumergida en agua, que además, está en constante ebullición.