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Contra el síndrome del Jamaicón

Es difícil creer que un hombre que ganó ocho títulos con las Chivas Campeonísimas sea más recordado por una anécdota que sucedió fuera de la cancha. Se jugaba el Mundial de Suecia 58 y José "Jamaicón" Villegas extrañó los frijoles de la olla y las tortillas. En otras palabras: el sabor de su tierra. Desde entonces, esa estampa se ha asociado a los mexicanos que extrañan la Patria.

La "receta médica" lo llama el Síndrome del Jamaicón, un "padecimiento" lleno de nostalgia, que ha rebasado las fronteras del futbol. El escritor Juan Villoro tiene su explicación: "Hay un elemento muy importante en la comunidad mexicana, que es la noción de pertenencia a un clan".

"Si tú dices, yo necesito a mi clan; yo necesito las albóndigas de mi abuela; yo necesito los guisos de mi casa; yo necesito el clima de Guadalajara, tú estás diciendo: yo necesito a los míos, yo necesito a mi clan. Y esto nosotros lo podemos perdonar muy fácilmente, porque podemos decir: es de los nuestros".

Esa es la parte más profunda del síndrome y mucho de eso se ha entremezclado en la Selección Nacional. Eliminaciones de último minuto han puesto el dedo en la psicología nacional. Sin embargo, en las últimas décadas, los mexicanos han brincado las fronteras con mayor desapego, lo que les ha permitido foguearse en el máximo nivel de fútbol.

La selección llegará a Rusia con la base de su equipo contratado del otro lado del Atlántico y con la esperanza de subir el siguiente escalón. Al mismo tiempo, el Síndrome del Jamaicón cumplirá 70 años. Y los jugadores no quieren voltear atrás.