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México puede aprender de la lucha contra el racismo en el Reino Unido para erradicar el grito homofóbico

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El 'Tata' Martino considera que 'la pelota' está del lado de la afición con el tema del grito (0:58)

El técnico de la selección señaló que es imposible hacer más campañas y mensajes, que es cuestión de la tribuna. (0:58)

Una derrota lo detona todo. Las frustraciones afloran, la decepción agobia y la manera de desahogarse varía de acuerdo a las expectativas, pero mientras en México se sufre por un grito homofóbico en las tribunas que amenaza con generar más sanciones a la Selección Mexicana, en el Reino Unido hay muestras claras de que un asunto de discriminación se puede enfrentar de una manera decidida y más efectiva.

La campaña contra el racismo en el futbol tomó fuerza el año pasado, tras la muerte de George Floyd en Estados Unidos, y fue en Europa donde tuvo un fuerte impulso, con manifestaciones en cada partido, puños cerrados, minuto de silencio, playeras y mensajes de algunos jugadores.

Pero la derrota de Inglaterra en la Final de la Eurocopa en serie de penaltis ante Italia abrió una nueva brecha, con los jugadores que fallaron sus tiros como objetivo del odio racial, ya que los tres son de raza negra: Marcus Rashford, Jadon Sancho y Bukayo Saka.

Las redes sociales se inundaron de insultos y amenazas contra el trío señalado injustamente, luego de que todo el Reino Unido se había ilusionado con ganar su primera Eurocopa, jugando en casa.

Pero aún más contundente fue la respuesta de quienes están en contra del racismo, incluido el gobierno británico. Desde el primer ministro Boris Johnson hasta los directivos de la FA, quienes salieron a dar su apoyo enérgico a los jugadores atacados en redes sociales.

Rashford ha sido objeto de constantes abusos, pero tiene a su favor unos ideales muy firmes y su labor fuera de la cancha es de las más reconocidas por ayudar a los necesitados.

Un mural ubicado en el barrio donde creció fue vandalizado tras la derrota frente a Italia, pero las personas de su comunidad, en su mayoría niños, dieron una muestra de solidaridad al acudir a cubrir los insultos con cartas de felicitación y frases motivadoras a la selección inglesa.

MÉXICO, SIN SALIDA
En México también se lucha contra la discriminación, pero en años recientes han sido más los enfoques en terminar con la violencia contra las mujeres y otros sectores como el LGBT+. Bajo ese contexto, el grito “ehhh, pu...” que se inventaron por allá de 2004 y que en estricto sentido no alude a atacar una preferencia sexual, comenzó a ser señalado como homofóbico, y ese enfoque, sin quererlo, lo magnificó.

Porque realmente en los estadios de México se puede gritar una variedad tan amplia de insultos contra el rival, como hacerlo contra los aficionados rivales en plena tribuna y desatar peleas sin medir consecuencias.

El grito se hizo famoso sin necesidad, y la dirección que comenzó a tomar el caso desde el Mundial 2014, cuando llamó la atención de la FIFA, llega hasta 2021 con una seria amenaza de dejar fuera del Mundial al Tri si continúa.

Partidos oficiales a puerta cerrada y multas económicas no bastaron. Los mensajes constantes en redes sociales de los principales jugadores de la Selección Mexicana, tampoco. El arraigo del grito ya es incluso una bandera para justificar causas perdidas, como la del Irapuato, que instó a seguir con el grito para presionar a los directivos de la FMF a permitir su inscripción en la Liga de Expansión.

La respuesta general es de rechazo al grito, tanto en medios como entre los jugadores y directivos. ¿La afición? Bueno, hay un vacío muy grande entre lo que se puede considerar un real aficionado, un hincha y un barrista. Al real aficionado, que paga por seguir a su equipo y disfrutar el poco o mucho espectáculo que ofrezcan, en nada le beneficia seguir gritando una absurda ofensa cada vez que el portero rival despeja un balón.

Pero, a diferencia del caso del Reino Unido contra el racismo, en México hay poca empatía para sacar del futbol un grito que ni es insulto ni favorece al equipo local. A diferencia de quien escribe insultos racistas bajo el anonimato de las redes sociales, el supuesto aficionado que paga por ir al estadio y se desquita de sus frustraciones entonando el grito homofóbico ni siquiera logra molestar al portero en su despeje. Molesta a la FIFA, y ahí es donde deberían enfocarse los esfuerzos de los directivos, porque están muy lejos de convencer a la gente y derrocar el “ehhh, pu...”.

Parece, entonces, que la única manera de que México erradique el grito discriminatorio es ganando siempre, algo realmente imposible, así que cada vez que haya un ‘buen pretexto’, volveremos a escucharlo. Y con él, el peor castigo.