<
>

Tras la huella de Costa Rica

Costa Rica tiene en la lengua un qué es lo peor que puede pasar que suena a reto sabroso.

Los sueños también se pueden medir en kilómetros. A la selección de Costa Rica la separan 13.749 del suyo. Qatar se ve como un oasis. Con ese efecto de lo que se percibe a lo lejos, pero se desconoce si es real. Costa Rica está dispuesta a caminar por el desierto con la esperanza de conseguir la cueva de las maravillas. Es que el futbol a veces concede varios deseos. A los ticos le resta uno.

El primero los trajo hasta aquí. Luego de llegar a un repechaje que parecía improbable, pero que Panamá dejó ir y por el cual ellos se crecieron. El equipo de Luis Fernando Suárez demostró que creer hasta el final tiene sus frutos. Hasta el último minuto, dijeron. Y se logró.

El repechaje, con un gol de Campbell, se materializó en un segundo deseo.

Llegar no fue fácil, cuando menos improbable. Y aquí están. Con una aduana en Kuwait de por medio. Con los Borges y Navas, y los Ruiz y las sensaciones supremas que siempre aportan las despedidas. Todo, mezclado con los Hernández, Chacón y Bennette, con una fila de jugadores jóvenes que van por un objetivo en común: que desvelarse por unos minutos no cueste tan caro. Que tener un pedacito de vitrina mundialista resulte tangible. Total, el futuro no existe.

Y que pase todo. Como Brasil 2014.

Porque si alguien sabe que soñar y conseguir pueden ser lo mismo son los ticos. ¿Qué si la suerte les volvió a jugar en contra? De eso también va el fútbol. Llegamos siempre con el NO rompiéndonos el bolsillo. Costa Rica tiene en la lengua un qué es lo peor que puede pasar que suena a reto sabroso. De los de nuestro fútbol. Y no. No será ni España ni Alemania, y tal vez ni Japón las que faciliten el camino.

Pero es que la vida da tantas vueltas. Y a ese destino volteado ya le ha jugado la sele. Ya sabe lo que es comprometerse y cumplir. También que no pueda pasar. Más corazón que fútbol, es cierto. Pero, ¿no fue así como latió ante Nigeria el Estadio Nacional? Lo peor que puede pasar ya se dejó atrás. Están aquí y es lo que importa. Y esa barajita -o estampita- mundialista no se intercambia. Como dice Marcelo Bielsa, la actitud tampoco.

Y los ticos lo saben. Pura vida mae.