Nacional y Peñarol jugarán este domingo por la cuarta fecha del Torneo Clausura en el Gran Parque Central, y podrán enfrentarse Leandro y Brian Lozano, sobrino y tío, respectivamente, rememorando viejos e históricos enfrentamientos intrafamiliares en el clásico del fútbol uruguayo.
“Leandro es como mi hermano, si bien soy el tío, a él lo criaron mis padres y estábamos todo el día juntos. Siempre trato de ayudarlo, porque él marca jugadores de mi posición”, señalaba en mayo de este año en Radio Sport el jugador Brian Lozano, quien en la temporada 2016/17 jugó en Nacional y que en el pasado mes de julio llegó a Peñarol desde el Santos Laguna de México.
En su presentación como nuevo jugador del Manya, el extremo o mediapunta nacido en 1994 ratificó su sentimiento por Peñarol, dijo que jugó en Nacional en su momento para cumplirle el sueño a su padre y señalaba sobre un posible enfrentamiento con su sobrino: “Estoy contento porque le esté yendo bien, es un orgullo para toda la familia. Ojalá que nos podamos enfrentar, y ya le dije que le voy a ganar esos duelos, seguro”.
A su vez, Leandro, lateral derecho que también puede jugar por izquierda, vive en este 2022 su primera temporada en la Primera de Nacional, club donde realizó todas las formativas quedando libre en junio del 2018, y jugando los años 2019, 2020 y 2021 en Boston River.
El jugador tricolor categoría 1998 siempre ha valorado los consejos de su tío, quien por ejemplo lo felicitó por su golazo ante Unión de Santa Fe por la CONMEBOL Sudamericana en el mes de junio. “Brian siempre me dice que cuando la pelota me quede le pegue al arco. Por lo general le pego bien, pero a mí me gusta más asistir”, comentaba Leandro.
Este domingo, no solo podrán enfrentarse a nivel colectivo, sino que, si a ambos les toca jugar seguramente tendrán duelos individuales cuando Brian intente desbordar a su sobrino Leandro, trasladando a la cancha algunos roces o chicanas que existen en familias donde hay hinchas tricolores y aurinegros.
EL ENFRENTAMIENTO FAMILIAR QUE GENERÓ UN APODO
Tal como consigna el periodista uruguayo Alfredo Etchandy en su libro Memorias de la Pelota (ediciones del caballo perdido), Carlos Scarone fue quien 'inventó' el término manya, uno de los apodos del Club Atlético Peñarol.
Los hermanos Héctor y Carlos Scarone fueron de los mejores futbolistas del mundo en las décadas de 1910 y 1920. Sobre fines de 1913, Boca Juniors incorporó a Carlos, quien hasta ese momento jugaba en Peñarol.
Etchandy recordó en su obra citada: “Cuando regresó a Uruguay pasó a desempeñarse en Nacional. Alistó en filas tricolores el 26 de julio de 1914, en el clásico disputado en el Parque Central y que terminó con victoria carbonera por 2 a 1”.
“La familia de Scarone era de Peñarol, fundamentalmente el padre, un italiano llamado Giuseppe. Cuando le preguntó las razones que lo habían llevado a jugar en los albos, el jugador respondió que en los aurinegros no le daban nada y en Nacional le pagaban. Concretamente dijo: ‘A qué me iba a quedar… a mangiare (‘comer’ en italiano) mierda’”.
Luego los hinchas de Nacional usaron en forma despectiva esa frase para dirigirse a los fanáticos carboneros a quienes trataban como ‘mangia mierda’, expresión despectiva que derivó en 'Manya', apodo luego adoptado por los propios hinchas de Peñarol. Algo similar ocurrió con el apodo ‘bolsilludo’ de Nacional, cuyos simpatizantes en su momento recibían de mala manera las burlas de los carboneros por el bolsillo que tenía la camiseta alba.
LOS CRUCES ENTRE HERMANOS EN PARTIDOS CLÁSICOS
Varios hermanos se han enfrentado en la historia de los clásicos, destacándose tal vez lo ocurrido en 1944, cuando el wing derecho aurinegro José Antonio "Carajito" Vázquez provocó con una jugada el enojo de todo el elenco tricolor, donde incluso jugaba su hermano General Viana.
Vázquez llegó a contar en el portal Tenfield lo que hizo en el clásico del 10 de setiembre de 1944, encuentro que el Manya ganó 2-0 con goles de Obdulio Varela y Ortíz: “Nacional venía de una buena racha y nos habíamos tenido que bancar los festejos de ellos. Sobre todo yo, que tenía un hermano jugando en Nacional”.
“Entonces para ese clásico yo había arreglado con Matucho (Ernesto Fígoli, el kinesiólogo) que si ganábamos me avisase cuando estuviese por terminar el partido. Íbamos 2-0 y entonces Matucho me hizo la seña. Me fui contra la Tribuna Olímpica y ellos no lo podían creer. ‘¡¿Qué hacés?!’, me dijo mi hermano. ‘Acá lo ves, esperando que salgan a marcarme’, le respondí”, comentó Carajito, gran gambeteador.
El extremo se había sentado sobre la pelota, y cuando los jugadores tricolores se decidieron a ir por él, se paró rápidamente y habilitó a un compañero que no pudo definir de la mejor manera ante el golero Aníbal Paz, por lo que el clásico igual terminó con triunfo aurinegro, pero por 2 a 0
Los hermanos Víctor y Jorge Rodríguez Andrade jugaron en Peñarol y en Nacional, respectivamente, pero no llegaron a coincidir en ningún clásico, al igual que los hermanos Dimitrio por ejemplo.
El domingo 16 de setiembre de 1990 sí se enfrentaron los hermanos Silvera (Carlos Gabriel y César) en el clásico por el Campeonato Uruguayo disputado en el Estadio Centenario y que el Bolso ganó 1-0 con gol de Venancio Ramos al minuto 65.
Saúl Rivero era el entrenador del elenco tricolor y el argentino César Luis Menotti el DT del Manya en aquel clásico donde los hermanos Carlos y César fueron titulares en Nacional y Peñarol, respectivamente.
En 1999 dos hermanos se enfrentaron tres veces en apenas diez días, definiendo el Campeonato Uruguayo de ese año: Darío Rodríguez jugando para Peñarol y Héctor Samanta Rodríguez para Nacional.
Darío había llegado en enero de 1999 desde Bella Vista al elenco carbonero por entonces dirigido por Julio Ribas, mientras que su hermano se había incorporado a Nacional en el mismo mes pero arribando desde Colón de Santa Fe.
Los dos Rodríguez (ambos defensas) fueron titulares en los tres clásicos por las finales del Uruguayo 1999 que se jugaron en el Estadio Centenario: en el 1 a 1 del miércoles 3 de noviembre, en el empate con igual marcador del domingo 7 y en el triunfo carbonero del sábado 13 por 2 a 1 que consagraría a Peñarol campeón (en este último partido, Darío marcó el 1-1 parcial a los 33’ y vería la tarjeta roja al minuto 56).
Samanta y Darío no volvieron a enfrentarse en un encuentro clásico dado que tras esas finales el primero de ellos regresó a Colón de Santa Fe.