Sabés una cosa, Edi, a veces los periodistas nos sacamos la pilcha de la profesión. Hay cosas que se escriben desde el corazón y no con la razón. Entonces, ¿para qué me voy a poner el traje? Todo lo que pueda escribir de vos con la camiseta de Uruguay está escrito.
La carrera, los goles, que fuiste el jugador que disputó más partidos en los Mundiales, las hazañas que escribiste con tu compadre Luis Suárez. Todo está escrito.
Pero a mí, como uruguayo, me queda una sola cosa por decirte: Gracias, Edi. Tan simple como eso.
Gracias por hacernos sentir inmensamente uruguayos desde tu simpleza. Por transmitirnos que con poco alcanza. Jamás una pose de estrella, una mala cara, un reproche. Viviste en Italia, París, y Mánchester. Pero siempre viviste en Uruguay.
Gracias por enseñarle a los botijas de esta tierra el valor de defender la camiseta de su país. Contra todos, y ante todo. Con valor y valentía. Desde el lugar que toque. Sin envidias y aceptando el rol.
Gracias por caernos, levantarnos, y volver a tropezar. Por las generaciones de hijos felices que volvieron a pedirle a sus padres que le compren la camiseta de Uruguay. ¿Te das cuenta de lo que lograron con tus compañeros?
Gracias por el sacrificio. Cómo olvidar que jugaste marcando a Pirlo y Gerrard en el Mundial de 2014. O cuando Ronaldo te ayudó a salir de la cancha en aquel recordado partido contra Portugal en Rusia 2018 donde no podías caminar.
Gracias por tus gestos. Hace poco me moviste hasta las lágrimas con un gesto que tuviste con una niña. Esas cosas hablan de don de gente.
Edi, fueron tantas las batallas… Es todo tan reciente… La herida del corazón sangra. La noticia de que ya no vas a estar para lanzar la última flecha nos pegó duro. Sentimos un vacío.
Pero en este momento de dolor me hiciste recordar una frase que los uruguayos aprendemos desde niños, cuando los viejos nos dicen: “m’ hijo, en la vida hay que ser agradecido”… Estoy seguro de que hoy los habitantes de esta tierra te quieren decir lo mismo que yo: Gracias, Edi. Orgullo de mi país.