Hay historias y cosas que se transmiten de generación en generación... Cierta vez, el Mudo Julio Montero Castillo se plantó ante la barra del Atalanta de Bérgamo. Cansado de que pasaran por la puerta de la casa de su hijo Paolo y gritaran: ¡Montero, vete de Italia!, el Mudo se fue a un boliche donde paraban los barras y encaró: “No puteen más, van a tener lío”.
La respuesta no se hizo esperar: “¿Qué te pasa? ¿Quién sos vos?”. A lo que el Mudo respondió: “Yo soy il genitore (el padre) de Paolo”.
Con su particular estilo, Julio Montero Castillo narró en Montevideo Portal cómo siguió el tema con su hijo Paolo Montero cuando recién había llegado al fútbol italiano: “Eran de esos cabeza rapada, que no les importa nada. Pensé, me van a matar, pero dos o tres me llevo. A vos, a vos y a vos, dije: ‘Loco, estamos con la familia, no conocemos a nadie, no pueden pasar y putear así’. Ahí no me hicieron nada y me fui”.
¿Por qué era lío? Porque Paolo agarraba la pelota y quería salir jugando. “Me fui a casa y le dije a Paolo: ‘Ya demostraste que sabés jugar, ahora demostrales que también sabés pegarle de punta”.
Aquella no fue la única enseñanza futbolera de padre a hijo. Cuando Paolo comenzó a jugar, el Mudo le dijo: “Vos no pegues; pero si te pegan, pegá. Lo que pasa es que cuando sos chico, vos tenés 11 y yo tengo 11, y me pegás y yo me achico, cuando lleguemos a nivel profesional vas a decir que yo soy un cagón. Pero si me pegás y yo te pego, vas a decir ‘ojo, este también pega’. Es lo que hacían Cubilla o Spencer. Y Pelé, Pelé te rompía...”.
Aquellas enseñanzas de su padre deben haber marcado a Paolo. En un momento, el exzaguero de la Juventus fue récord de tarjetas rojas en el Calcio italiano. Pero su calidad y condición de líder quedó a prueba de todo marcando a varias generaciones como el día que en la Copa América de 2004 se plantó y dijo que si el presidente de la AUF, Eugenio Figueredo, no se presentaba a arreglar los premios de los jugadores, abandonaban el torneo.
Su hijo Alfonso es el dueño del legado. El joven zaguero, que defiende a la Selección Sub 20 de Uruguay, reveló que Paolo siempre le insistía para que hiciera lo mismo que hacía él: salir jugando. Y, además, como decía el abuelo, hacerse respetar...
“Papá siempre me dice que salga jugando, que siempre que pueda sumarme al ataque lo haga, que vaya fuerte, porque se está perdiendo eso de que los defensas vayan fuerte. También me habla del elástico de la defensa, que cada vez que hay un pase atrás, dar al menos un pasito porque con ese paso podés dejar fuera de juego al delantero”, reveló Alfonso en nota con el programa Derechos Exclusivos de Radio Uruguay.
Los Montero son una raza única.
Es el único caso en la historia de la Selección Uruguaya que registra a tres generaciones que defendieron a la Celeste: Julio, Paolo y Alfonso Montero.
Las raíces del árbol
Julio Montero Castillo jugaba como volante central y tuvo una dilatada carrera defendiendo a Nacional, club con el que se consagró campeón de América y del Mundo en 1971.
Con la Selección de Uruguay también tuvo un largo recorrido ya que defendió a la Celeste en 42 partidos entre 1967 y 1978.
El Mudo, como se lo conocía, jugó los mundiales de México 1970 y Alemania 1974 y fue campeón de América en 1967.
Su hijo Paolo Montero inició su camino en el fútbol en las formativas de Peñarol y rápidamente pasó a ser jugador de las Selecciones juveniles de Uruguay hasta llegar a la mayor.
Su dilatada carrera lo llevó a jugar muchos años en la Juventus de Italia, club con el que ganó varios títulos, entre ellos la Copa Intercontinental.
Con la Selección de Uruguay jugó 60 partidos entre 1991 y 2005 siendo capitán en muchas ocasiones, entre ellas en el Mundial de Japón y Corea 2002.
Hoy, su hijo Alfonso Montero es el heredero de su puesto de zaguero central en la Selección Sub 20 de Uruguay que se encuentra disputando el Sudamericano de la categoría.
Los Forlán y padres e hijos
Es cierto que se podría ubicar en la misma línea de los Montero a Diego Forlán, ya que es nieto de Juan Carlos Corazo, un histórico con la Celeste como jugador y entrenador.
Pero la diferencia con los Montero es que el abuelo destacado de Diego viene por parte de la madre y no de su padre Pablo, que también defendió a la Celeste.
Considerando combinados juveniles, la historia de la Selección registra varios casos de padres e hijos que defendieron a la Celeste, a saber: Néstor y Jorge Gonçalves; Roberto y Gustavo Matosas; Víctor Hugo y Carlos Diogo; Sebastián y Diego Abreu; Juan Martín y Diego Mugica; Luis y Ricardo Cubilla; Carlos y Sergio “Manteca” Martínez; Eber y Carlos Bueno; Oscar y Matías Aguirregaray; los Castillo (ambos llamados Nery); el Ruso Washington Olivera y el Rusito Olivera; Líber y Horacio Arispe; Hebert y Nathaniel Revetria; Daniel y Matías Alonso; los goleros Mario y Sebastián Viera; Enrique y Agustín Peña; Daniel y Álvaro Rodríguez; Osvaldo y Agustín Canobbio; Enrique y Jaime Báez; Marcelo y Matías Fracchia; Washington y Diego Fagúndez, Juan y Giovanni González, Heberley y Sebastián Sosa, Alfonso y Micaela Domínguez.
Y hay otros casos donde, además del padre, jugaron dos hijos como los Zalazar: José Luis, Rodrigo y Mauro (integrante del actual plantel) y los Fonseca con Daniel y sus hijos Nicolás y Matías.