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La caída libre que terminó con el descenso de Defensor

Defensor Sporting está en el momento más dramático de su historia reciente. Parece mentira que sea el mismo club que puso patas para arriba al fútbol uruguayo en 1976, el que a partir de ese hito comenzó a discutirle la supremacía a los grandes, que se acostumbró a pelear títulos y a ganarlos, que hace pocos años fue semifinalista de la Libertadores. Tras empatar con Cerro Largo se fue a la B luego de 55 años. Parece inverosímil, pero es real.

Si algo caracterizó al club durante décadas fue su sensatez en la toma de decisiones, la seriedad institucional y la visión medida en un fútbol que no se destaca en esos ítems. Sin embargo, Defensor entró en el mismo espiral que el resto de los clubes y dejó de lado principios que lo convirtieron en referencia a nivel local.

Sería injusto que la directiva de Ney Castillo cargue con todas las culpas de este presente. La institución desbarrancó a todo nivel con Daniel Jablonka y el margen de maniobra de los actuales directivos fue limitado. Más allá de su pasaje por las fases previas en la Libertadores 2019, tanto en lo deportivo como en lo económico el club estaba comprometido al límite. Dicho esto, el actual presidente no solo no ha sabido alejar a Defensor del precipicio sino que lo ha hecho dar varios pasos hacia el frente.

Médico reconocido, trabajador nato, cuando fue presidente de la Federación Uruguaya de Básquetbol no demostró grandes dotes para gestionar en el deporte. Ahora, en el club de su vida, lo ratificó.

Pasaron dos años desde que el 31 de marzo del 2019 la fórmula Castillo-Fleurquin ganó las elecciones. El equipo estaba último en la tabla tras siete fechas jugadas. Su primera decisión fue cesar al entrenador Jorge Da Silva. En su lugar eligió a Ignacio Risso, a quien no le renovó el vínculo una vez terminado el Uruguayo. A fin de ese año la directiva sorprendió a todos y contrató a Alejandro Orfila, un entrenador desconocido para el fútbol uruguayo que duró 19 partidos. Con seis victorias, siete empates y seis derrotas, fue destituido.

El elegido para suplantarlo fue Gregorio Pérez, que dirigió 15 partidos. Tras caer ante Boston River también fue cesado. Sus números fueron bajísimos: apenas dos victorias, ocho empates y cinco derrotas. Para las tres últimas fechas llegó Eduardo Acevedo. El manotazo de ahogado tampoco salió bien, el equipo se terminó de hundir en el descenso y perdió la categoría.

Cuatro entrenadores, incluso con perfiles distintos unos de otros, trabajaron en el club en 24 meses. De Orfila y sus entrenamientos intensos, cortos y dinámicos para tener un Defensor ofensivo a Gregorio con su viejo y conocido libreto. De Gregorio a Acevedo con su alto perfil. Quizá en las elecciones de los entrenadores haya una buena demostración del grado de alteración en el que cayó el club.

Aunque el punto que más evidencia el desconcierto institucional y la errática toma de decisiones está en otro lado. Un club que se caracteriza por su cantera, que nutrió como ningún otro al proceso de selecciones nacionales de Tabárez, contrató 16 jugadores para esta temporada, algunos de los cuales fueron desvinculados por bajo rendimiento. No hay ni que decir que esto limitó el crecimiento de los juveniles y fue en contra de una política deportiva histórica que potenció en lo deportivo y en lo económico al club.

Mientras otros equipos, como Liverpool, utilizaron esa fórmula de potenciar a los jugadores formados en el club para ser campeón del Clausura, Defensor renegó de ello y lo pagó carísimo.

Cuando las cosas empezaron a complicarse de verdad, lejos de reconocer errores propios Castillo decidió salir por redes sociales a criticar arbitrajes que, desde su óptica, perjudicaban a Defensor.

En medio de este desconcierto general los futbolistas también hicieron su parte. El equipo dependió hasta el último minuto de sí mismo y jamás respondió dentro de la cancha.

Defensor se metió solito en este lío. Y solito debe salir. Su descenso es una mala noticia para el fútbol uruguayo. El club de Martín Cáceres, Giorgian De Arrascaeta, el Ruso Pérez, Maxi Pereira, Maxi Gómez, Nico Olivera, Marcelo Tejera, el profesor De León y tantos más merece volver rápido a Primera. Pero para que esto suceda, Defensor debe hacer su parte. Y acertar en la toma de decisiones. Algo que en los últimos años brilló por su ausencia.