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Vanina Oneto: "La Leona fue la jugadora extra que empujó, estuvo y peleó"

Septiembre del año 2000. 25 años atrás en este mes pasó un hito que trascendió y trasenderá décadas. El 29 de septiembre sucedió algo histórico para el hockey argentino, pero el camino empezó mucho antes.

El punto de partida sería la gira a Nueva Zelanda, donde coincidieron con el seleccionado masculino. Estaban todos juntos en una misma casa, y a pesar de tener muchas anécdotas divertidas, como aquella vez que los varones les desarmaban las habitaciones, poniendo la ropa en hilos que colgaban por toda la casa, también fue una preparación muy dura desde lo físico y lo emocional. La selección entrenada por Cacho Vigil había jugado una serie de amistosos contra las locales, y perdieron cada uno, el último 5 a 0. "Fue muy dura la goleada en cancha y la sensación posterior de 'Empiezan los Juegos Olímpicos en una semana y acabamos de perder así’. Ellas jugaron al hockey y nosotras a otra cosa", comentó Vanina Oneto.

Un día, durante la gira, las jugadoras volvieron a sus dormitorios y encontraron una bolsa, con una rosa roja y una tarjeta que según Oneto decía algo como para usar en un día especial. Adentro estaba la camiseta albiceleste con la leona estampada, en un lateral y de color piel. Si bien se la probaron y salieron al pasillo con la camiseta puesta, después la guardaron y no la volvieron a sacar hasta el momento indicado.

La exjugadora de la selección argentina definió lo vivido en Sídney como una novela, con inicio, nudo -donde surge el conflicto- y desenlace, donde en este caso, el final fue feliz. El sueño empezó con la victoria 3 a 2 ante Corea del Sur, después el 1 a 0 con Gran Bretaña y las derrotas con Australia y España. Luego del traspié pasaron a la siguiente fase, donde estaban con cero puntos y tenían que ganar todos los partidos.

Primero fue Holanda, rival al cual nunca le habían ganado en competiciones importantes. Fue ahí cuando salió La Leona. En ese momento el seleccionado argentino de hockey femenino se convirtió en Las Leonas. La noche anterior, a Vanina le agarró un ataque de tos que no la dejó dormir, e incluso la presidenta de mesa previo al partido creía que no iba a poder jugar. "Claramente fue una forma de manifestar los nervios o la ansiedad, porque empezó el partido y se me acabó la tos", manifestó. Cuando Cachito dio la charla previa al partido les dijo "Hoy va a ser un partido para el recuerdo. No van a querer salir de la cancha", y así fue.

Luego tocaba China. "Para mí fue la revelación de Sídney. Habían hecho un cambio físico muy grande, y mi sensación siempre fue que, a pesar de eludir a una jugadora, esa misma jugadora me pasaba y me alcanzaba, entonces había que eludir a la misma 17 veces, era mucho. Históricamente era un rival que físicamente te dominaba", dijo Vanina. Al equipo asiático no hay que jugarle de igual a igual, sino que había que penetrar en su táctica y romperla, para poder plasmar y dominar el juego. Empezaron perdiendo 1 a 0, pero ellas sabían que solo dependía de ellas, y con goles de Luciana Aymar y Soledad García dejaron atrás a las chinas.

Por último, Nueva Zelanda. La revancha. La espina de ese 5 a 0 estaba latente. Fue el encuentro ideal, donde todo lo que habían planteado salió, y se puede ver plasmado en el resultado. Con un 7 a 1, Las Leonas clasificaron a la final de los Juegos Olímpicos.

"Muchos años después, la escuché a Nelly Giscafré decir que esa Leona era como una jugadora extra. No es que nació la mística porque creo que uno la trae de los años previos, pero ahí fue cuando se plasmó. La sensación fue maravillosa, todas de la mano, se nos caían las lágrimas… fue tan fuerte emocionalmente que se sintió como si un fuego hubiera nacido y se hubiera metido en la piel y en el corazón, te temblaba el cuerpo. Ese fuego interno en la Leona fue la jugadora extra que empujó, estuvo y peleó", expresó Oneto. En ese momento nació algo que trascendió, y ni siquiera podían imaginarse la dimensión que iba a tener a futuro, y tiene en la actualidad. La Leona se uso en el momento indicado, tal vez cuando más la necesitaban. De manera inconsciente su presencia las impulsó, pero solo porque ellas estaban listas.

Si bien perdieron la final, ganaron mucho más de lo que pensaban. Primero, una medalla olímpica, algo que todo atleta añora toda su vida. Pero más que eso, lograron un sentido de pertenencia mucho más fuerte de lo que ya tenían. En ese momento nació algo que 25 años después está más vivo que nunca. "Pienso en el lindo legado del que nos tocó ser parte. Siempre decimos que nos tocaron con la varita mágica, que hoy es una novela que tuvo los condimentos perfectos. Ahora la siguen escribiendo, y siempre las páginas son doradas. Si bien empezó con nosotras, hoy en día sigue vigente”.

Capaz con el diario del lunes parece una historia que a pesar de haber tenido altibajos, fue bastante perfecta. Pero lejos de eso. Más allá de que ellas, junto con el cuerpo técnico, fueron quienes crearon su propio camino, el sacrificio que hubo detrás fue realmente gigante. "Entrenábamos 11 meses y medio de los 12 que tiene el año porque teníamos que achicar la diferencia que teníamos con el resto de los equipos. El tren pasa una vez, y estábamos preparadas para subirnos. Las oportunidades están, pero hay que saber aprovecharlas". 16 jugadoras tenían un sueño, y no pararon hasta cumplirlo. En el medio apareció la jugadora número 17 que además del empujón necesario que les dio, abrió una puerta que nunca va a cerrarse. Una ilusión que sigue intacta cada vez que Las Leonas salen a la cancha, y demostró que, si bien un animal estampado en una camiseta las impulsó, ellas lo tenían dentro de cada una desde siempre, y solo necesitaron sentir que era el momento correcto.