NUEVA YORK -- La ciudad luce radiante bajo el sol de una primavera que se comienza a retirar. Y, en medio de las bocinas de los autos y de una mezcla de idiomas de los turistas de todo el mundo, ahí está, imponente, el gran edificio. Sí, es el Madison, y no faltan quienes se conforman con una foto tomada en la puerta, para poder decir, ya de vuelta a casa: "Yo estuve allí".
Del fondo de los tiempos aparecen, como viejas fotos en blanco y negro, momentos y escenas. Un crimen pasional, una carga de la caballería sobre los indios sioux, un casamiento múltiple, un desfile de quince elefantes o un espectáculo sobre el hielo. El Madison ha sido todo eso y más, pero ante todo, al menos para una porción del planeta, fue y es sinónimo de boxeo.
El actual Madison está en la Octava avenida y consta de dos edificios, uno en torre (29 pisos) y otro el estadio en sí, con capacidad para 20 mil personas, construido arriba de la Pennsylvania Station, un nudo de túneles y vías de ferrocarril y subterráneos.
Pero antes hubo tres. El primero estuvo en Madison Square Park y la calle 26. Nacido en 1871, su estructura original fue reemplazada por otra más moderna en 1890. Fue diseñada por el famoso arquitecto Stanford White. Coronaba la estructura una estatua de la Diosa de la Cacería, Diana. El problema es que se parecía demasiado a la esposa de un magnate del ferrocarril, Harry Thaw, que tenía la característica de ser muy celoso. Thaw arregló el asunto a su manera: durante una cena de gala, sacó un revólver y le metió tres tiros en la cabeza al arquitecto. Sin embargo salió libre, por haber sido víctima, según la ley, de una "locura ocasional", aunque nadie preguntó para que había llevado semejante arma a una fiesta...
Ya por entonces, bajo el techo de ese Madison habían desfilado Buffalo Bill y Toro Sentado. Después de todo, fue P. T. Barnum –-uno de los más legendarios hombres del espectáculo-- quien bautizó al estadio Barnum, cuyo lema era "A cada minuto nace un tonto", soñaba con deslumbrar a la gente en cada uno de sus espectáculos.
El boxeo comenzó a abrirse camino, y así como el gran Jack Dempsey hizo una sola pelea bajo su techo, lo cierto es que el estadio necesitaba más espacio. Tex Richard –-promotor de boxeo-- compró otro lugar, junto a algunos asociados, en la Octava Avenida entre la 49 y 50, cerca de la zona de los teatros. Fue entonces cuando los espectáculos de boxeo tomaron forma, color y prestigio.
Hacer la lista de quienes no pelearon allí sería más sencillo. Ray Robinson se consagró campeón mundial por primera vez, ante Tommy Bell, en 1946, y fue en el Madison. El ascendente Rocky Marciano le dio una paliza a un envejecido Joe Louis en 1951 y fue en el Madison. Y también hubo tiempo para la tragedia, cuando ya la televisión ganaba su espacio, porque fue frente a las cámaras cuando Benny Kid Paret recibió una tremenda paliza de Emile Griffith, que terminó con su vida. Aquel 24 de marzo del 62 quedó como una de las grandes manchas para el boxeo del mundo.
No todo fue sencillos. Es que, entre el humo de los cigarros, el glamour de los invitados especiales y las largas hileras para ver las peleas, también durante un tiempo reinaron los capos de la Mafia. Frankie carbo fue uno de los que manejó los contratos de casi todos los boxeadores y algunas peleas fueron arregladas en función de las apuestas. Uno de aquellos "campeones de la mafia" fue Ike Williams, que llego a campeón mundial de los ligeros. Y hasta se dijo que Rocky Marciano, sobre todo por su apellido italiano, también tenía conexiones con "Míster Gray" como lo llamaban.
Vino el renacimiento del Madison cuando se inauguró el estadio actual en 1968. A un costo de 123 millones de dólares, el nuevo edificio albergó a una de las peleas más famosas de todos los tiempos, aquella cuando Joe Frazier le ganó a Muhammad Ali, tras tenerlo por el suelo en 1971. Todo Nueva York estuvo allí, incluyendo a Woody Allen, a Frank Sinatra quien, contratado por Life, sacó fotos de la pelea...
Han pasado ya cuarenta años de aquel choque entre Ali y Frazier. El Madison --cuyo slogan es La arena más famosa del mundo-- se ha convertido, simplemente, en "The Garden". Es la sede de los New York Knicks, los New York Rangers (el hockey sobre hielo siempre fue una actividad primordial para el estadio) y New York Liberty, de básquet femenino. En 2013 le dieron diez años de plazo para ser trasladado; mientras tanto tiene programados a Fleetwood Mac, a Enrique Iglesias o a Miguel Cotto--Sergio Martínez, para el sábado 7 de junio. Mirando en su página, se puede saber, por ejemplo, que una entrada en la fila 1 del Sector Once, punta de pasillo –no en el centro, ideal para ver boxeo-, hoy se revende a 4.576 dólares (precio original, 4.100, recargo: 416 dólares). Y mientras las más baratas están a 60 dólares, prácticamente todo está vendido.
Aquellos tiempos de cigarros de hoja y hombres de sobretodos de diez botones ya pasaron al olvido y al folklore. Para el mundo del boxeo, aunque ahora sea esporádicamente, sigue siendo El Garden: se podría hacer una lista de los campeones importantes que no pelearon allí. Oscar De La Hoya, por ejemplo, lo reabrió después de unos años de inactividad para pelear con Jesse James Leija, en 1995.
Aquel trágico 11 de septiembre de 2011, el mundo se conmovió ante el horror. Para unos días después –el 15- estaba programada la pelea entre Tito Trinidad y Bernard Hopkins, por la final de un torneo de pesos medianos, organizada por HBO. Así, ante el pedido del presidente George Bush y del alcalde, Rudolph Giuliani, de que la vida tenía que continuar, la pelea fue reprogramada para dos semanas más tarde. Una demostración de que, como decía el slogan, "Estamos unidos y de pie". Ganó Hopkins, tras darle una lección de boxeo, aunque la ovación de la noche se la llevaron los bomberos de Nueva York, invitados especiales para el acontecimiento.
En el Madison, Marilyn le cantó el "Feliz Cumpleaños" a John Fitzgerald Kennedy. En el Madison, como desde hace décadas, se sigue presentando el Barnum, considerado el circo más grande del mundo. En el Madison, el boxeo sigue vivo.
El sábado 7 de junio, en ese ring que sigue siendo venerable –aunque el histórico ya está en el Hall de la Fama- se van a medir Cotto y Martínez.
Y, como surgido de la noche de los tiempos, una multitud rugirá cuando se escuche el clásico... "Segundos afuera.... ¡Primer round!"