MÉXICO DF -- Esta columna no es apta para aquellos que no gustan del tenis y estilo de Rafa Nadal.
Podrá sonarle exagerado, pero con lo anterior sólo quiero evitarle un mal rato, porque entiendo la fuerte rivalidad que existe entre los dos mejores tenistas de todos los tiempos, Roger Federer y Rafa Nadal, y la gran pasión que despiertan y que se polariza, especialmente cuando se enfrentan y como este domingo, en una final de pronóstico reservado, ya que ambos llegaron desplegando el mejor tenis del mundo.
Y es que aún cuando se quiera ser objetivo, lo que logró Rafita Nadal es histórico, no sólo porque puso el marcador en 14-7 en duelos frente a Roger Federer y le venció en un partido muy cerrado, aunque pareciera que dos sets le hicieron sencilla la labor al español. No, por el contrario, el peso de Federer especialmente en puntos cruciales del encuentro, hicieron pensar que se llegaría a un tercer y definitivo set, pero la mente brillante que sólo Nadal posee cuando está frente a situaciones complicadas, lo ayudaron a salir adelante y ganar el definitivo tie-break.
Con el triunfo en Madrid, el español ganó mucho más que una final, y se aseguró nuevos récords como el mejor jugador de arcilla de todos los tiempos y el máximo campeón de torneos Masters 1000, con 18 títulos, superando la marca de Andre Agassi, y con apenas 23 años de edad, lo que asegura que amplíe en mucho su record personal en este rubro.
Además, regresó al segundo puesto del ranking y así como hace dos años, se acerca a la posibilidad de volver a soñar con la cima del mismo, algo que sería muy doloroso para Roger Federer, quien no se ve fuera de ese sitio. Pero la tenacidad de Rafa Nadal y la más impecable temporada sobre arcilla que le hemos visto en los últimos años, puede ser decisiva.
Apenas perdió dos sets en los tres torneos Masters 1000 que recién disputó, Montecarlo, Roma y Madrid, que por cierto es otro nuevo record, ya que nadie había conquistado tres al hilo en la era abierta y por si fuera poco, corona la marca sobre su más acérrimo rival, Roger Federer, quien debió reconocer la calidad de Rafa, especialmente en esta superficie.
Se avecina Roland Garros y vemos a un Rafa completo, lleno de ilusiones y jugando el mejor tenis de su carrera, además de que a diferencia de otros años, en esta temporada tomó una decisión muy inteligente, dosificar sus actuaciones, ya que dejó fuera los torneos "chicos" como Barcelona y Estoril para darlo todo en los Masters 1000, y el resultado salta a la vista, por lo que veremos un Abierto de Francia espectacular y con la premisa de esperar una final que nuevamente podría enfrentar a los dos jugadores más destacados de todos los tiempos.
Rafita se erige como un campeón fuera de serie, un jugador que sabe ir doblegando al rival, que espera pacientemente, que le ataca sus debilidades, si es que a Federer se le puede encontrar realmente alguna, que conoce muy bien su capacidad física y que no deja de ir a ninguna pelota, por complicada que parezca, por imposible de alcanzar.
Lo que demostró Nadal en Madrid, con todo lo que había en juego, es una mente privilegiada, brillante y que sabe predominar en circunstancias difíciles, porque jugar ante Federer siempre implica un gran riesgo y él es el único que puede presumir de un record tan impresionante ante el número uno de todos los tiempos, 14 triunfos por 7 derrotas, que han hecho de esta, la rivalidad más atractiva de todos los tiempos.
Para Federer, conquistar Madrid, significaba la permanencia en la cima del ranking más allá de Roland Garros y por supuesto, resarcirse ante Nadal, especialmente ante un Nadal que está en su mejor momento.
Para nosotros, la afición, fue un lujo ver una final que esperamos por un año, ya que desde la edición 2009 de este abierto madrileño no habíamos tenido oportunidad de apreciar lo que es un tenis de la calidad que siempre despliegan ambos, y son duelos que siempre resultan emocionantes y que nos dejan completamente satisfechos, aún cuando el resultado pueda ser adverso a nuestro favorito.
Rafa Nadal es un campeón excepcional y en la arcilla madrileña nos volvió a despertar la pasión por el tenis, nos entregó un nivel increíble y desplegó toda su calidad en un gran espectáculo que doblegó a un Roger Federer, que poco a poco fue reflejando cierta aceptación ante lo inevitable, y es que aún con toda la magia y nivel del mejor jugador del mundo, ha debido reconocer en Rafa al único jugador que sabe cómo sacarle los partidos, al único que puede superar su tenis casi perfecto, especialmente en arcilla.
Al final del día, realmente ganamos todos, porque estamos frente al mejor tenis de la historia, dos jugadores excepcionales, de calidad y mentalidad triunfadora que nos obsequian con una rivalidad que es un verdadero lujo para todos los que sentimos pasión por el tenis.
Así es que sólo nos resta pedir que en Francia se den las condiciones para que podamos ver la definición del título entre Nadal y Federer, porque ahí tienen un duelo pendiente.