BARCELONA -- De Maracaná al Camp Nou, el fenómeno Neymar atravesó el Atlántico como un huracán y trasladó a Barcelona la magia que se le supone cuando la fiesta deje paso al fútbol.
Presentado con todos los honores, el brasileño ya entiende de primera mano lo que significa ser un ídolo sin necesidad de demostrarlo. Su puesta de largo ante una hinchada entregada coronó una jornada que se recordará en el barcelonismo. Diez años después de Ronaldinho y a los veinte de la llegada de Romario, la samba vuelve a reinar en el Barça.
"Bona tarda a tothom" se arrancó a saludar en catalán ante el delirio de los cerca de 57 mil aficionados que desde dos horas antes habían ido tomando posiciones, llenando primero la tribuna, después las cabeceras y finalmente la lateral en sus dos graderíos bajos.
Malabarista del balón, su simpatía y personalidad extrovertida arrasó con todo. Saludó con paciencia y una sonrisa eterna a los chavales de la cantera que se habían colocado en el césped, regaló balones al público y en una improvisada entrevista, en la tarima que se colocó para él en el centro del campo hizo una clara declaración de intenciones para cerrar dudas: "Soy muy feliz porque jugaré en el Barcelona. Vengo a ayudar al equipo, estoy realizando un sueño y quiero ayudar para que Messi sea aún mejor". Quien quisiera ver en él signos de vedette ya puede cambiar de opinión.
Cinco horas y media después de aterrizar en el aeropuerto, su amabilidad seguía como en el primer momento. Llegó apenas pasados dos minutos de la una de la tarde y para nadie tuvo una negativa. Aquí un abrazo, allá un saludo, aquí una fotografía... Del aeropuerto a las oficinas, de las oficinas a la clínica, de allí a la Ciudad Deportiva para acabar las pruebas médicas y regreso otra vez a un Camp Nou que desde las cuatro de la tarde era un hervidero de gente.
Neymar es fútbol. Neymar respira fútbol por los cuatro costados y lo muestra con una sonrisa sincera. Nadie podrá, al menos en su primer día barcelonista, ver en él a un personaje esquivo. Llega con la lección aprendida. Sabe donde está y lo que de él se espera y, de entrada, tan atrevido como extrovertido, se convirtió ya en ídolo para el barcelonismo.
Diez años después de que Ronaldinho llegase a Barcelona para resucitar a un equipo moribundo, lo hace Neymar para sumarse a un equipo campeón. Es el elegido para mantener la supremacía en España y recuperarla en Europa. Su presentación, con todos los honores, promete grandes emociones. De entrada ya se ganó a todo el mundo.