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Como en su casa

MIAMI -- Bud Collins, un veterano periodista que escribió libros sobre tenis profesional y también se caracteriza por vestir llamativos pantalones multicolor, se acercó a Pablo Cuevas y le dio la mano con felicitaciones en inglés. El uruguayo le puso la mejor cara pero ya no quería saber nada con ese idioma: había intentado hablarlo al comienzo de la rueda de prensa, pero después le pidió al encargado de la ATP que le hiciera de traductor...

Los periodistas locales insistían: ¿En qué momento te diste cuenta de que Roddick no estaba bien? ¿Se hace difícil jugar con alguien que no está en su plenitud física? Pipino contestaba que sí, que es difícil; que se dio cuenta de que el estadounidense no estaba entero recién sobre el final del partido, cuando no corrió una pelota en el tie-break, pero que trataba de no mirarlo mucho.

Los mismos colegas estadounidenses podrían haber reparado en esta situación: si bien Roddick, congestionado, no ofreció su mejor versión, ahí también lo tenían a Cuevas con el pañuelo, sonándose los mocos, con un fuerte resfrío que lo acompaña desde que llegó a Miami. "Por mí, prefiero seguir así resfriado y ganar", bromeó el ganador.

Cuevas califica a su victoria sobre Roddick como la mejor de su carrera y ahora en segundo lugar quedará la conseguida sobre Nikolay Davydenko en Moscú, el año pasado. La estrategia que diseñó con su entrenador, los consejos que le dio Juan Martín del Potro, sirvieron para que, como dice Pablo, "los organizadores y algunos sponsors no me quieran tanto hoy".

El público en la cancha central se había volcado hacia el lado de Cuevas desde el inicio. La banda charrúa, al borde de una bandeja en un lateral, se hacía escuchar más que todos. "¡U-ru-guay!", dejaban en claro. El resto de los latinoamericanos -colombianos, venezolanos, cubanos, costarricenses, panameños, chilenos, argentinos, ecuatorianos- también apoyaban al más débil según el ranking. Roddick sufría en la cancha el efecto del saque con kick del lado del revés (la pelota pica y se aleja, hay que dar un salto o anticiparse, sino el efecto la hace escapar) y no podía "tirarle la camiseta" a un iluminado Cuevas. Era una oportunidad especial para el sudamericano y no la dejó escapar.

"Nunca había visto tanta presencia de uruguayos. Ya en el primer partido quedé contento con eso y hoy lo noté desde que entré a la cancha, y al final cuando comenzaron a cantar 'Uruguay' fue un poco loco. Las únicas veces que sentí eso fue cuando jugué en Montevideo. Me sorprendí, creo que se unieron a ese canto a varios latinos, si hubiesen sido todos uruguayos habría poca gente en Uruguay ahora", bromeó.

"Cuevas fue el mejor del día, es frustrante lo que siento, una congestión que nace del pecho, viene y se va desde que jugué en Memphis, pero no puedo decir que haya sido la razón de mi derrota. Él pegó buenos saques y passing-shots, mereció la victoria", dijo el estadounidense, quien volverá a salir del grupo de los top ten, ya que defendía el título. El próximo lunes debería figurar alrededor del puesto 13, aunque todavía falta ver qué hacen sus colegas para determinar su posición exacta.

"Tenía ganas de jugar el partido y no sólo jugarlo, sino ganarlo, ya desde que vi el cuadro, aunque sabía que mi rival de primera ronda (el alemán Michael Berrer) era difícil", reconoció Pablo, que se encuentra en un momento dulce tras una derrota que le dolió bastante, ante José Acasuso en Buenos Aires, en febrero. "Tenía el partido casi ganado y fue feo perderlo, pero aprendí de los errores y lo demostré en la Copa Davis. Ahora me encuentro con ganas para seguir mejorando y avanzando", dijo.

El próximo rival en el Sony Ericsson Open será el francés Gilles Simon y el single, el único compromiso en el cual concentrarse. Anoche, horas después de su triunfazo ante Roddick, Cuevas jugó dobles con el español Marcel Granollers y no pudo pasar la primera ronda: juntos perdieron 4-6, 6-4 y 10-7 ante los locales Querrey e Isner.