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Getty Images

LONDRES -- Retorno al Top 10, fin a una racha de dos años sin títulos, primera semi de Grand Slam, bautismo en las Finales ATP a los 28. Que no termine nunca 2013 debe pensar Stanislas Wawrinka. Una temporada que le pegó dos duras cachetadas de entrada, pero que en su curva ascendente lo llevó donde nunca antes.

Porque no hay que olvidar que en las primeras semanas la imagen de Wawrinka era la materialización de la impotencia. Primero, por la espina que le dejaron los octavos de Australia, con aquel 12-10 en el quinto set a favor de Novak Djokovic; pero también con la frustración que vivió en Copa Davis ante República Checa, perdiendo en el dobles otro partido maratónico (el más largo de la historia del torneo) y luego cediendo el duelo de los N°1 ante Tomas Berdych, condenando a Suiza a un nuevo repechaje.

Era otro paso en falso para Wawrinka como líder de un equipo sin Federer. Roger estaba 2°; Stan, 17. El avance de la temporada iría disminuyendo la brecha, a punto tal de proyectar una lucha por el N°1 local, algo impensado meses -ni que decir años- atrás.

En eso tuvo que ver el bajón de Federer, indudablemente. Pero también hay que atender la evolución que ha presentado Wawrinka, más agresivo en su plan de juego, menos errático en su búsqueda y con la consagración de su revés a una mano como arma dominante y no ya mera apuesta de saldo irregular.

Lo cierto es que, vuelta la página de aquel inicio cruel, Wawrinka rompió su primera racha negra: la de dos años sin una sola final en el circuito, contexto más que curioso para un regular Top 20. Fue en Buenos Aires, frente a un público que lo adoptó como propio, y con caída en tres sets a manos de David Ferrer.

Llegar a Londres es un gran sueño cumplido. Es un torneo excepcional. Cada partido será un aliciente.

Poco después, otra estadística de larga data llegó a su fin: el suizo comenzó a trabajar junto a Magnus Norman, después de más de un año de entrenarse por su cuenta. Y en su primer torneo tras sellar el vínculo, el suizo terminó de cerrar el círculo: se tomó revancha de Ferrer en la final de Oeiras y gritó campeón luego de dos años y medio.

La consagración de Wawrinka en Portugal fue el impulso necesario para ir por un paso más: y lo encontró de inmediato, en Madrid, donde bajó a Dimitrov, Tsonga y Berdych para acceder a su primera definición de Masters 1000 (perdió con Nadal) y sentenciar su vuelta a un Top 10 que le era ajeno desde octubre de 2008. Y las buenas noticias continuaron con cuartos de final en Roland Garros y otra final, en s'Hertogenbosch, cuarta del año para él (récord personal).

Wimbledon ofreció un sinsabor de los grandes, con caída en primera ronda ante Lleyton Hewitt (un dolor de cabeza para muchos jugadores top en 2013) y un pozo en juego y resultados que se extendió por Montreal y Cincinnati, con repetidas derrotas en segunda ronda.

Pero Stan despertó a tiempo: debía defender octavos en el US Open para permanecer en el Top 10. Y vaya si lo hizo. Stepanek, Karlovic, Baghdatis. No hubo rivales fáciles para el suizo en las rondas preliminares. Las pasó cediendo apenas un set.

En octavos llegó una prueba de jerarquía: Berdych, semifinalista en 2012. Fue triunfo en cuatro sets. Y en cuartos tuvo lugar, tal vez, su mejor actuación del año: 6-4, 6-3 y 6-2 sobre Andy Murray, último campeón y ganador de Wimbledon semanas atrás. El suizo lo triplicó en tiros ganadores y no debió afrontar una sola chance de quiebre.

La historia podría haber incluido otra victoria de las inolvidables. Pero fue derrota en semifinales -no por eso menos memorable-, frente a su gran verdujo de 2013: Djokovic. El suizo y el serbio volvieron a batallar cinco sets en un Major, con puntos para todos los gustos y hasta un game de 21 minutos. Fue 2-6, 7-6 (4), 3-6, 6-3 y 6-4 para el entonces
N°1, tras cuatro horas y nueve minutos. Y nuevo ranking para Wawrinka: 8°, lo mejor de su carrera.

Entrado el tramo final de la temporada, restaba saber si su gran 2013 se coronaría en las Finales ATP. Y el propio suizo alimentó cierta incertidumbre, cayendo en primera ronda de Basilea, a solo dos semanas de Londres. Pero en París ganó lo que tenía que ganar, contó con el guiño de otros resultados y sacó boleto a la que será su primera participación en la ex Copa Masters. Premio merecido para uno de los sorpresivos animadores que tuvo esta temporada.