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El Guabineo

BRISTOL -- Otra de esas expresiones coloquiales que con el tiempo terminó formando parte de nuestro lenguaje es la palabra "Guabineo", que significa emprender acciones sin concretar nada.

Es como cuando el joven de la escuela quiere enamorar a la chica de sus sueños y entonces le compra flores, la lleva al cine pero jamás se le declara. A final de cuentas es una obra incompleta que ejemplifica el guabineo.

Nuestro fútbol está lleno de guabineos desde el ofrecimiento del propio Amorebieta a vestirse de Vinotinto porque "le hacía ilusión" y después le tuvo miedo al cuero del tigre muerto.

Guabineo puede ser también las valientes medidas tomadas para detener la volencia en el estadio que a final de cuentas terminaron generando el pandemónium. Y pensar que las suspensiones alcanzaron a los menos culpables del tema.

Pero las obras inconclusas alcanzan mucho más y se extienden a lo largo y ancho de la geografía, incluso cruzando el mar para llegar a Margarita. Esa isla que la canción oriental dice que fue producto de una lágrima que un querubín derramó y que, en la actualidad, es el testigo del lento levantamiento del Centro de Alto Rendimiento que tras más de siete años en ejecución aún sigue inconcluso como homenaje al guabineo. Creo francamente que si el querubín hubiese visto la tardanza de la obra entonces lloraría por años.

También el acervo cultural ha hecho del guabineo un verbo y termina conjugando al autor de lo que jamás se concluye. Guabinoso, así como los muchos presidentes de equipos que ofrecen altos salarios a sus jugadores para que no se marchen del club, pero que cuando llega la quincena no hay cheque y si hay no tiene fondos.

Pero es que a veces encontramos guabinosos disfrazados de agentes de jugadores que los hacen pagarse los viajes a probarse en equipos, incluso los llevan engañados a un draft como el de MLS y hasta despedida les hacen y después a final de cuentas no era más que un ensayo a ver si la jugada salía y el guabinoso se podía ganar una platica fácil.

Pensándolo bien el guabineo está presente hasta en las viejas promesas de convertir los clubes en verdaderas sociedades con una importante cantidad de socios que decidan en asamblea y no en propiedades exclusivamente familiares donde alguien con mucho dinero lo pone en el deporte, pero que a final de cuentas si no genera ganancia se liquida y por eso hay equipos que van pasando de unas manos a otras como si se tratase de un carrito viejo. Luego le cambian de nombre al gusto del nuevo patrón, pero los problemas siguen siendo los mismo de siempre y mientras no se ataquen de inmediato, seguirá el guabineo.

En estos días debemos pensar en grande sobre lo que queremos en el año 2011. Es momento de dejarnos de guabineos porque tenemos Copa América, hay que armar una base para la eliminatoria mundialista y debemos terminar el Centro de Alto Renidmiento.

Si queremos escuchar el Himno en Brasil 2014, entonces debemos sacar del camino a los guabinosos. Para crecer como nación en todos los aspectos es necesario dejarse de guabineos y trabajar por el objetivo y hacerlo como venezolanos, unidos como una familia por el país mas allá de las diferencias que en toda familia existen.