PARÍS (Enviado especial) -- 30 días después de sus históricas elecciones legislativas, Francia vive una inédita "tregua política y olímpica". Emmanuel Macron, el encargado de designar al nuevo primer ministro, saca pecho por el rendimiento de los atletas locales en París 2024, donde el anfitrión pelea por el tercer lugar del medallero general, y posterga la decisión para no generar un "desorden" en este momento.
Rechazada por parte del presidente la designación de Lucie Castets, propuesta por la coalición ganadora de las elecciones, el Nuevo Frente Popular (NFP), todavía no se sabe quién ocupará el cargo, en el marco de una Asamblea Nacional que atraviesa una situación sin precedentes en la Quinta República: la cámara baja del Parlamento no tiene un bloque político dominante.
El Palacio Borbón, sede de la susodicha Asamblea Nacional, presenta, en cambio, una aparente calma. A orillas del río Sena y enfrente de la Plaza de la Concordia, devenida en estadio de deportes urbanos durante los Juegos Olímpicos, recibe a los turistas que, en plena caminata por el muelle de Orsay, frenan para sacar una foto.
El VII Distrito de la ciudad cuenta con varias atracciones turísticas-arquitectónicas, como el Museo de Orsay, Los Inválidos, la Escuela Militar y la Torre Eiffel, pero miles de transeúntes detienen su paso para apreciar el imponente recinto construido en el siglo XVIII.
Porque como en su interior, este monumento goza de una estética tan disruptiva como extraordinaria. Francia, en palabras de Macron, busca convencer al mundo de "elegir a Francia", como quedó en evidencia en la rimbombante e histórica ceremonia de inauguración, mostrando "su herencia cultural y cultura, su arte de vivir y sus deportistas de clase mundial".
Y en ese contexto, el Palacio Borbón recibió una intervención artística con el deporte como eje para celebrar los Juegos Olímpicos y los Juegos Paralímpicos. Laurent Perbos fue el encargado de realizar "La Belleza y el Gesto", una obra que presenta seis Venus de Milo transformadas: tienen brazos y practican tenis, surf, tiro con arco, básquetbol, boxeo y lanzamiento de jabalina.
Los potentes colores de las Venus de Milo -la estatua original, blanca y sin brazos, descansa en el Louvre, a apenas un kilómetro y medio- le rinden homenaje a la antigua policromía griega, a los anillos olímpicos y a los colores del arcoíris, simbolizando la inclusión y la igualdad de derechos, en una instalación que forma parte de la denominada Olimpiada Cultural, un programa artístico y cultural multidisciplinario, y se opone al imaginario colectivo del deporte como algo masculino.
Descubiertas el 2 de abril y exhibidas hasta el 22 de septiembre, las seis estatuas también tienen el objetivo de que los franceses se "reapropien de la Asamblea", según Yaël Braun-Pivet, todavía su presidenta en funciones, en el marco de una turbulenta situación política.
Un señor de unos cincuenta y cinco años, evidentemente no francoparlante, se arrima y pide una foto debajo del cartel de París 2024 que presenta a las seis coloridas deportistas.
Con la cabeza, agradece las fotografías. Se da vuelta, observa las estatuas a través de la enrejada puerta y captura una nueva imagen, esta vez cediéndoles el protagonismo.
Mira las fotos, parece satisfecho.
Luego, sigue su camino.