<
>

Paris 2024: Carlos Sansores, el gigante del taekwondo que sufrió bullying

play
Así fue la llegada de Sansores a selección nacional (3:44)

Mariano Rentería, compañero de Carlos Sansores en sus inicios en la selección mexicana, habla del bullying y las carencias del originario de Chetumal. (3:44)

Carlos Sansores mide casi dos metros, sufrió bullying cuando llegó a CDMX y va por su revancha en Juegos Olímpicos


Carlos Sansores se sigue preguntando, hasta la fecha, cómo lo ven sus rivales. El tímido taekwondoín de casi dos metros de estatura y llegó a la Ciudad de México en 2013, con un solo par de zapatos y temor al bullying, se ha convertido en un atleta de punta en su disciplina, esperanza de México y favorito a ganar el oro en Paris 2024. ¿Temor? A nada.

“A Sansores lo conocí cuando llegamos al CNAR, me tocó ser compañero de cuarto, yo y otro chavo. A pesar de que medía dos metros Sansores, era la persona más tímida, super amable siempre, tímido, como un oso de peluche gigante. Ha cambiado, ahora es más sociable, más alegre. Se le nota una seguridad en él, ha ganado mucho más que en el tatami, ha hecho más amigos, el mismo amor de la gente lo hizo encontrarse así mismo, me da gusto y orgullo”, cuenta Mariano Rentería, el primer compañero de Sansores en la CDMX, en entrevista con ESPN.

Un día, en el Centro Nacional de Alto Rendimiento de la CONADE, le preguntaron cuál fue el día más feliz de su vida. Todos pensaron que el corpulento atleta de 1.94 metros y más de 100 kilos iba a responder que alguno de los episodios en los que ganó medalla en campeonato mundial o reconocimiento, pero no. Carlos Sansores respondió que el día que la familia Rentería lo llevó a Disney. Mariano escuchó, ya acostado, y comenzó a llorar en silencio.

“Peleé en un nacional más, por Estados Unidos, en California, y nos acompañó Carlos, aprovechamos y lo llevamos a Disney. Mi papá estaba bien enojado con nosotros, porque él iba manejando y nosotros íbamos durmiendo, pero Carlos iba viendo por la ventana, super feliz, viendo todo, y él dijo que no valoramos lo que tenemos, ‘porque mira a Sansores, viene bien feliz y él sí valora’”, recuerda Mariano.

“Les cuento esta anécdota, porque una vez que estábamos en el CNAR, estaba medio dormido, Sansores estaba a lado y entró Andrés Beceiro, que también fue mi compañero. Estaban hablando ellos y él le preguntó: ‘¿Cuál es el día más feliz de tu vida?, de seguro fue cuando peleaste el Mundial Juvenil y casi le ganas al coreano’. Dice Carlos: ‘No, de hecho, el día más feliz de mi vida fue cuando los papás de Mariano me llevaron a Disney y viví lo que nunca había podido vivir de niño’. Se los juro, estaba acostado de lado, no volteé y comencé a llorar. La amistad de Carlos es una bendición, nos hace valorar la vida, es un orgullo ser su amigo y compartir el tiempo con él”, comparte Mariano, quien se retiró del taekwondo.

El bullying y los primeros zapatos formales de Sansores

Carlos Sansores cuenta que conquistó a su esposa con la técnica del oso polar. Le preguntó cuánto pesa un animal de esas condiciones, al mismo tiempo que aprovechaba la charla para crear empatía. Al final, él mismo le dio la respuesta a la ahora mamá de sus hijas, “pesa lo suficiente para romper el hielo”. Antes de eso, en sus inicios en el taekwondo, se enfrentó al bullying.

Sansores no tenía muchas cosas materiales y mucha gente lo hacía menos. Él tenía unos audífonos y sólo le funcionaba uno, llegaron unos y se los cortaron, el cargador de su teléfono se lo cortaron también. Tenía una bocina, de las que consigues en el metro, que es una botellita de Coca, ese era su tesoro. Aparte de eso, tenía un par de tenis con los que salía a correr, al comedor, y si salía del CNAR, pues era con esos tenis. Tenía unos dos pants, como tres o cuatro playeras, una era Adidas, pero de dos rayas, porque las había comprado en el tianguis”, narra Mariano Rentería.

“Le hacían bullying porque tenía unos pantalones Puma, con cuatro patitas. La gente le decía que su ropa era falsa. Me di cuenta de eso, de que el chavo le echaba ganas, era bueno, era buena persona, y me contó que llegó a ir a una gira, a como cinco países, y su familia sólo le juntó 300 pesos, para la comida y todo eso, de repente no tenía para comer y uno que otro le prestaba para que comprara jamón y pan, para hacer sandwiches, no todos tenían la iniciativa para ayudarlo, no sé si no tenían los medios o qué pasaba”, agrega.

Sansores se tenía que mantener en el CNAR. El originario de Chetumal, Quintana Roo, veía al deporte como una forma de ayudar a su familia, porque estando en las instalaciones de la CONADE le ahorraba a sus padres los gastos por comida y manutención, a la par, daba resultados que lo llevaron a ser oro en el Campeonato Mundial de Guadalajara, además de plata en la edición 2023 que se organizó en Bakú. Nunca se olvida de la familia Rentería.

play
2:41
La maleta que le cambió la vida a Carlos Sansores

Carlos Sansores recibió el apoyo de la familia Rentería en sus inicios como seleccionado nacional, hoy es uno de los mejores del mundo.

“Una vez regresé a mi casa, y en ese momento, a mi familia le iba bien. Mi mamá tenía una tienda en línea, y le sacaba el 100 por ciento de ganancia a los pantalones. Le conté a mis papás la situación y les dije que esta persona es buen amigo mío. En Estados Unidos, los zapatos que son de la talla 13 o 14, del patorce le dicen, cuestan aquí 10 dólares o 20 dólares, a lo mucho, son los que la gente no se lleva y esos le quedan a Sansores, le lleve zapatos y tenis. Mi mamá conseguía pantalones por 10 dólares. Conseguí una maleta bien grande, mi familia le puso pantalones, zapatos, tenis para correr, camisas tipo polo de Puma, que en el outlet estaban baratas, también unos audífonos”, menciona Mariano, que vive en Texas, Estados Unidos.

“Cuando regreso al CNAR, él estaba en el cuarto, le dije que le traje un regalo. Me preguntó que qué y le dije que la maleta. Me dijo que si sólo la carcasa y le dije que no, es todo lo que viene en la maleta. Me dice, pero qué de aquí, la abre y estaba llena de cosas. Me dice qué cosas y le dije todo. Me imaginé la reacción de ‘gracias amigo’, fue al contrario, las agarró otra vez y dijo gracias. La cerró y la puso de lado, se sentó y se puso a escribir en su teléfono. Me acosté a dormir, porque dije, qué raro. Me despierto y estaba viendo las cosas y así, como niño en Navidad, no me quiso decir nada, no supo cómo reaccionar, no se la creía. Mi familia lo quiere como un hijo más, Sansores es como un hermano mío”.

Años más tarde, Sansores reconocería que en esa maleta que le trajo Mariano de los Estados Unidos, venían los que fueron sus primeros zapatos formales.

“He hablado bien poco, antes de París y hablé con él hace cinco o cuatro días, no he querido molestarlo, porque sé que tiene el teléfono a reventar con muchas cosas. Le voy a hablar, no sé si al rato o mañana, pues nada, las pláticas con él es sí se puede, es tu historia, le digo que lo queremos y lo esencial”, agrega Mariano Rentería.

Sansores, en su infancia, quería adelgazar, pero no le gustaba correr. Por eso escogió el taekwondo, aprendió a defenderse y apagó el bullying que había en su contra. La publicación estadounidense Sport Illustrated lo proyecta como medalla de oro en los Paris 2024 y es una de las esperanzas de presea para México, todo sin haber pagado jamás una clase, y después de que su participación en Tokio 2020 acabó en el primer combate. Va por su revancha en Juegos Olímpicos.