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Pablo Montero 3y

Cuenta regresiva hacia Tokio 2020: tenis olímpico, el extraño oxímoron que duró 60 años

BUENOS AIRES -- Apenas nueve deportes animaron la primera versión de los Juegos Olímpicos modernos, allá por 1896. El tenis, entre ellos. Pero entrado el siglo XX, la llama se apagó y ambos escenarios pasaron a ser incompatibles por más de 60 años, privando a varias generaciones de campeones la chance de pelear por una medalla.

Tras aquel debut pionero en Atenas, con singles y dobles masculino, el tenis llegó a tener ocho disciplinas olímpicas en 1912, diferenciando competencia outdoor y bajo techo. Pero luego de París 1924, el deporte fue excluido del repertorio olímpico.

La razón de fondo era denominador común por aquellas épocas dentro de la International Lawn Tennis Federation (ILTF, hoy ITF): la distinción entre amateurismo y profesionalismo, que decantaba en circuitos paralelos a un tour "oficial" que se erigía en los cuatro eventos de Grand Slam, la Copa Davis y la Fed Cup.

En ese contexto, entonces, la ILTF y el Comité Olímpico Internacional (COI) ni siquiera se ponían de acuerdo respecto de qué implicaba ser amateur y las barreras para determinar los requisitos de representación se volvían cada vez más difusas.

Pero había algo más: la experiencia olímpica "no encajaba" tampoco en el calendario tenístico. En aquella versión de 1912, por caso, los Juegos coincidieron en fechas con la disputa de Wimbledon. Y ante la superposición, los mejores jugadores privilegiaron competir en el césped del All England Club.

Con estos antecedentes, en los años veinte llegó el punto de ruptura. El COI exigía aplicar sus propios parámetros y la ILTF pretendía estar más involucrada en la organización para adecuarla a sus torneos y no al revés. El resultado: en 1928 se hizo efectiva la salida del tenis del programa olímpico.

Así pasaron cuatro décadas sin que se vislumbrara un camino de retorno. Pero desde fines de los '60 se empezaron a amontonar una serie de buenos síntomas para que hablar de "tenis olímpico" dejara de ser un oxímoron: la ITF le allanó el paso a los profesionales con el inicio de la Era Abierta, se crearon la ATP y la WTA y poco después el COI también relativizó su extrema política amateur.

Impulsado por Philippe Chatrier, para entonces Presidente de la ITF, y con enérgica aceptación de su par en el Comité Olímpico, el español Juan Antonio Samaranch, el tenis volvió a ser deporte "de medalla" en 1988, después de una versión de prueba y exclusivamente Sub 21 cuatro años atrás.

Pero aún había mucho escepticismo en el ambiente por parte de los propios protagonistas. Y las bajas de renombre estuvieron a la orden del día: Mats Wilander, Ivan Lendl, John McEnroe, Andre Agassi, Pat Cash, Yannick Noah. Ninguno de ellos formó parte de la primera versión olímpica de la Era Abierta.

En la rama femenina, Martina Navratilova puso en palabras esa sensación de no-pertenencia: "Hoy para mí es más importante pelear el N°1 que competir en los Juegos. Todavía no veo al tenis como un verdadero deporte olímpico. Necesita establecerse por sí solo", enfatizaba en declaraciones inmortalizadas por el Chicago Tribune.

Y hasta arremetía contra "las exigencias" que debían cumplir para ser parte: entre ellas, suspender los vínculos con los sponsors durante la competencia y vivir en la villa olímpica con los otros deportistas. "Te quieren tratar como si fueras un chico. Es como retroceder a la época amateur".

La ausencia de Navratilova, de todas formas, solo facilitó el camino al título de Steffi Graf, consagrada en aquel 1988 con el "Golden Slam": inédita conquista de los cuatro Majors y el oro olímpico, venciendo en la final a la argentina Gabriela Sabatini.

Con el correr de los años, ya el tenis se fue adaptando a la incursión olímpica. En Atlanta 1996, Agassi tuvo su revancha personal y se colgó la medalla de oro. En la última década, Roger Federer, Rafael Nadal, Novak Djokovic, Andy Murray y Serena Williams subieron todos a distintos podios. Y para Londres 2012 se agregó incluso una quinta prueba, el dobles mixto, que no era parte del programa desde aquella despedida en 1924.

La propia Navratilova tuvo su redención en Atenas 2004, regresada al circuito ya con 47 años y escalando hasta los cuartos de final del cuadro de dobles junto a Lisa Raymond.

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