Comprendamos a los atletas, disfrutemos, aplaudamos y reconozcamos todo su esfuerzo.
Un grito que hay que escuchar, un grito que hay que atender, una reacción humana que requiere acciones inmediatas.
La decisión de la gimnasta estadounidense Simon Biles de retirarse en plena final del all-around por equipos y de no participar en la final individual del curso completo en la gimnasia artística de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 apelando a su salud mental sorprendió a todos.
Para algunas personas resulta difícil entender cómo una atleta puede renunciar a sus sueños en plena final olímpica.
¿Cómo? Se preguntan, ¿por qué renunciar justo en el momento por el que ha trabajado tanto y por el que ha sacrificado todo? Hay quienes hasta se atreven a tacharla de egoísta.
Lo primero que debemos entender es que los atletas, antes que deportistas de alto rendimiento, son seres humanos y no máquinas hechas para satisfacer la imperiosa necesidad de éxito.
Ser atleta olímpico de cualquier disciplina requiere de un esfuerzo sobre-humano, una exigente disciplina y una determinación inquebrantable. Todos los atletas son sometidos a un estrés que requiere en todo momento de un apoyo psicológico y ninguna reacción debe ser minimizada.
Simon Biles, se atrevió a tomar una decisión que considero ejemplar y que debe prender un foco rojo, es sin duda, una situación que requiere de atención inmediata.
Sus compañeras de equipo, sus compañeros de delegación y en general la familia olímpica, deportistas y ex-deportistas se han volcado en apoyo a Simon Biles, todos han aplaudido su decisión y le han externado que su salud emocional está antes que cualquier cosa.
Todo atleta reacciona de diferente forma al estrés que conlleva el alto rendimiento y todos necesitan apoyos psicológicos para librar esas batallas emocionales, no darle la importancia y justa dimensión a estas situaciones puede traer consecuencias fatales.
En particular, el caso de Biles tiene aspectos muy peculiares, con tan solo 24 años, además de lo que conlleva ser una deportista de élite y la responsabilidad de ser una campeona olímpica, el entorno familiar en el que ha crecido ha significado una carga extra ya que ante el alcoholismo de sus padres, fueron sus abuelos quienes se hicieron cargo de ella y quienes siempre la habían acompañado a todas sus competencias. En Tokio, por primera vez, la gimnasta no cuenta con ese apoyo familiar debido a la pandemia, sí, esta maldita pandemia que en muchos casos extendió la agonía de los atletas.
Comprendamos a los atletas, disfrutemos, aplaudamos y reconozcamos todo su esfuerzo, porque con solo el grandísimo hecho de llegar a unos Juegos Olímpicos son unos verdaderos triunfadores.
Los más de 11 mil atletas que participan en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 merecen todo nuestro reconocimiento, las medallas serán solo para algunos, los más rápidos, los más altos, los más fuertes, pero todos, sin excepción alguna, son ganadores y merecen todo el reconocimiento y respeto.