El cierre de los Juegos Olímpicos Tokio 2020 permite realizar un balance de todo lo sucedido y lo mucho logrado por la delegación uruguaya, cuyos integrantes volvieron a plasmar en cada competencia su sacrificio y afán de superación, que a la vez demuestran que, pese al espíritu competitivo fácilmente constatable, el participar en unos Juegos Olímpicos ya significa un gran logro en sus carreras.
Todo el desarrollo de la competencia de doble par ligero de los remeros Bruno Cetraro y Felipe Klüver, Nicole Frank cumpliendo el sueño olímpico de su abuela y aventurando un gran futuro, el esfuerzo ejemplificado en el desgarro muscular de Mikael Aprahamián. Enzo Martínez y su muy buena participación en la pileta, Déborah Rodríguez y su semifinal en sus terceros Juegos, Emiliano Lasa y el centímetro que faltó, y el ejemplo de olimpismo de María Pía Fernández. Todo mientras los veleristas Lola Moreira, Dominique Knüppel y Pablo Defazio demostraban perseverancia por seguir mejorando y aprendiendo con 22, 26 ó 40 años.
Tras la ceremonia de apertura, cuyos abanderados celestes fueron Rodríguez y Cetraro, la Celeste salió a competir en aguas niponas en la noche uruguaya del viernes 23 de julio, ya casi mediodía del sábado en Japón.
Cetraro y Klüver salieron fuertes en la serie, pero no pudieron mantener el ritmo, culminaron sextos en su heat y debieron ir al repechaje del día siguiente. Allí, en la popular repesca, buscaron y lograron la hazaña, arremetiendo sobre el final para conseguir el tercer puesto y clasificar con lo justo a las semifinales.
Apenas dos horas más tarde, Lola Moreira debutaba en la competencia de Laser Radial terminando en el puesto 23 de la primera regata y siendo undécima en la segunda. En la madrugada del lunes 26, la joven uruguaya tuvo sus regatas 3 y 4, donde fue décimo séptima y trigésimo primera, respectivamente.
Ese mismo lunes (en la mañana de Uruguay y en la noche de Japón), Nicole Frank, con 17 años, se tiraba al agua para así lograr una de sus máximas metas de su carrera con gran proyección y, también, cumplir el sueño pendiente de su abuela paterna ya fallecida, la nadadora Angelika Rädche que clasificó a los Juegos Olímpicos de Tokio 1940 que finalmente no se disputaron por el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Frank, poseedora del récord nacional en 200 metros combinados, marcó un tiempo de 2:18.93, la segunda mejor marca de su carrera.
El siguiente en participar fue el judoca Aprahamián, quien pudo continuar el camino de su hermano Pablo (que estuvo en Río 2016) y realizó una gran pelea ante el sueco Robin Pacek en la categoría de hasta 81 Kg. “Esto significa que estamos a nivel, esto no es solamente venir a unos Juegos sino saber que podemos competir y que estamos a nivel de un medallista europeo de Grand Slam, que fuimos a punto de oro porque lo trancamos y porque sabemos qué hacer, así que hay que seguir”, manifestó el uruguayo que sufrió un desgarro en el isquiotibial izquierdo al detener una acción rival, lesión que determinó el triunfo para el europeo.
En la madrugada del ya martes 27 de julio, Moreira continuaba compitiendo en las aguas de la isla de Enoshima, y por la noche Cetraro y Klüver disputaron sus semifinales. El remo, el deporte que más medallas olímpicas le ha dado a Uruguay, tuvo otra regata histórica de parte de un bote celeste, y en las aguas movidas de Japón, la técnica de los remeros uruguayos se impuso a la potencia física rival, terminaron en el segundo puesto y con la clasificación a la última regata, que se disputó al día siguiente, horas después de que Pablo Defazio y Dominique Knüppel comenzaron a competir en la clase Nacra 17 de Vela.
“El mundo lo hacen los que están locos, gracias por decirme que estoy loco”, declaraba Osvaldo Borchi, el entrenador argentino de Cetraro y Klüver, mientras planificaba detalles para la última regata y mantenía a sus remeros al tope en motivación, como lo hizo cuando se inspiró en la escalera atada con alambres.
Aunque en la final los uruguayos no pudieron superar la sexta posición, recibieron el diploma olímpico que se habían asegurado tras su gran clasificación en las semifinales y lograron igualar la mejor posición uruguaya desde Sidney 2000, donde Milton Wynants ganó la medalla de plata en ciclismo en pista (en Río 2016, Emiliano Lasa también terminó sexto en salto largo).
Cetraro valoró: “Al terminar la última regata, nos bajamos del bote con Felipe y nos agradecimos mutuamente porque sin el otro no hubiera sido posible llegar a donde llegamos. Lo primero que nos dijimos fue que en París 2024 se agarren porque venimos por ellos. Habrá que seguir soñando en París y trabajar más duro”.
La dupla Defazio-Knüppel, y Lola Moreira continuaban con su esfuerzo en el agua, y en la noche uruguaya del jueves 29 fue el turno de Déborah Rodríguez, quien se transformó en la primera uruguaya en competir en tres Juegos Olímpicos. La atleta logró clasificar a las semifinales corriendo en el heat 5 y terminando en la segunda posición con un tiempo de 2:00.90 en los 800 metros.
Moreira cerraba su participación dos horas más tarde, y terminaba en el puesto 22 (entre 44 competidoras) de la clasificación general de la clase laser radial de vela, mejorando en tres lugares la posición que había obtenido en Río 2016.
“Esto me da más fuerzas para continuar”, declaró Lola, quien aceptó que no pudo lograr su objetivo de entrar en el Top 15, pero remarcó que tomará su actuación como un aprendizaje apuntando a París 2024.
Ese mismo viernes, Enzo Martínez, de 26 años, compitió en 50 metros libres de natación y, aunque no pudo clasificar a las semifinales, tuvo una muy buena presentación quedando cuarto en su serie y en el puesto 35 entre 73 competidores.
El atleta Emiliano Lasa, diploma olímpico en Río de Janeiro 2016, compitió el sábado 31 e increíblemente terminó en el puesto 13 en salto largo, quedando a un puesto de poder volver a clasificar a una final olímpica. Además, curiosamente los últimos tres clasificados a la final, donde participaron doce competidores, lo hicieron con 7.96m, apenas un centímetro más que el mejor salto de Lasa.
El atleta, quien en febrero del 2020 debió operarse por una lesión por estrés en la tibia, comentó tras cerrar su segunda participación olímpica: “Quería estar en la final, la suerte no ayudó ni un poquito; estuvo muy cerca, una lástima. Si los JJOO hubiesen sido el año pasado, no hubiera estado acá. La clasificación se hizo muy difícil. Ya es un gran logro haber podido estar en estos Juegos”.
La expectativa uruguaya en la pista se mantuvo porque Rodríguez salía a disputar su semifinal, terminando en la séptima posición en su heat de los 800 metros llanos con un tiempo de 2:01.76. La atleta finalizó así en el puesto número 19 entre las 24 semifinalistas (en total compitieron 45 deportistas).
Ya iniciado en agosto, el domingo primero Pablo Defazio y Dominique Knüppel finalizaban su participación en los Juegos, terminando en el puesto 18 de la tabla general de la modalidad Nacra 17 mixta de vela sin poder clasificar a la Medal Race, por lo que la última uruguaya en competir sería la atleta María Pía Fernández en 1.500 metros.
Viendo por televisión los Juegos de Río, la trinitaria se había prometido participar en la siguiente edición, a la cual pudo clasificar con mucho esfuerzo. Sin embargo, a horas de concretar una promesa de cinco años, Fernández sufrió el día jueves una distensión muscular con edema de 9 milímetros en los gemelos de su pierna derecha.
La uruguaya sintió un pinchazo en el último entrenamiento, la ecografía y resonancia confirmaron lo peor, pero pidió para estar en la largada, aunque no pudiera ni siquiera trotar en el calentamiento previo a la carrera. Su marca fue de 4:59.56 y finalizó en el puesto 43 de 45 participantes, porque hubo dos atletas que no pudieron terminar la competencia.
“Dejé todo, como siempre, aunque hoy ese todo hubiese sido un 10%, dejé todo lo que tenía y di lo mejor que pude porque creo que me merecía esto, ser olímpica y llegar”, afirmó Fernández, abanderada uruguaya en la ceremonia de clausura.
“Siempre se aprende”, había manifestado Defazio. En su momento, Déborah aseguró: “Di todo lo mejor de mí, estoy súper feliz por eso”. Moreira dijo: “No lo tomo como una derrota, al contrario, me lo llevo como un aprendizaje. París 2024, ¡Es con vos!”.
Estos atletas, muchas veces cuestionados u olvidados durante cada olimpíada, volvieron a plantarse con su esfuerzo frente a las evidentes ventajas estructurales que tienen sus rivales, diferencias que marcan la importancia de trabajar en los recursos y procesos para luego obtener resultados, pero que no impiden que estos uruguayos y uruguayas sean valorados como grandes ejemplos de amor hacia el deporte.