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El ascenso y la caída del Thunder y el milagro del mercado pequeño de la NBA

Hoy es día de Russell Westbrook.

Es día de Russell Westbrook todos los días en Oklahoma City, por decreto del alcalde firmado en 2017 por el entonces alcalde Mick Cornett después de que Westbrook renovara mediante una extensión por cinco años y $205 millones. 
Fue día de Rusell Westbrook el 6 de julio, cuando de forma sorprendente el Oklahoma City Thunder canjeó a Paul George a los LA Clippers. Y es día de Russell Westbrook el 11 de julio, el día cuando el Thunder lo canjeó a los Houston Rockets para que se reuniera con su excompañero James Harden. 
Westbrook había sido la columna vertebral del Thunder durante más de una década, conectándose con la ciudad gracias a su confianza, actitud bravucona y carisma subestimado. A pesar de su intensidad grosera y gruñona en la cancha, los residentes de Oklahoma se levantaron con un poco más de orgullo porque la creencia inquebrantable de Westbrook en sí mismo caló en el corazón del estado.

Había sido el último hombre que quedaba del milagro en un mercado pequeño de la NBA, pero las cosas cambian rápidamente. Y con poca advertencia previa.

Por primera vez en su historia de 11 años desde que se mudaron de Seattle, el Thunder está metiéndose de cabeza en un proceso de renovación. Surgen entonces grandes interrogantes con respecto a cómo la gente en Oklahoma City podría reaccionar viendo un equipo sin súper estrellas, o si puede continuar llenando el estadio en las noches de los martes de febrero.

La caída puede parecer abrupta; pero en realidad, los pilares de sus bases habían empezado a agrietarse durante años. Después de su única aparición en las Finales de la NBA en 2012, canjearon a Harden, Sexto Hombre del Año en 2012 y a pesar de ello, seguían ganando. En el verano de 2016, perdieron a Kevin Durant, primer Más Valioso de la liga y rostro de la franquicia y a pesar de ello, seguían ganando. 
De hecho, los canjes por Westbrook y George hacen mucho ruido, pero existe cierto optimismo con miras a un refrescamiento: algo que muchos dentro de la organización consideran necesario, si no algo que se necesita desde hace largo tiempo.

Cuando renovaron a George hace un año, representó todo un logro para una franquicia que había apostado porque sería capaz de superar la inmensa gravedad que cargan los mercados mayores. No había solo una emoción por la posibilidad de extender su ventana, sino también por la probabilidad de finalmente darse un respiro.

Cada verano del Thunder desde 2014 giró en torno a agentes libres estrella, primero con Durant, después el futuro de Westbrook, luego el reclutamiento de George. Con Westbrook y George bajo contrato durante por lo menos los próximos tres años, la afición podría finalmente experimentar cierta estabilidad y seguridad por primera vez en más de cinco años.

Sin embargo, detrás de cámaras, el eje del baloncesto en Oklahoma City ya se inclinaba hacia la posibilidad de un cambio.

LA ESTRATEGIA DE SALIDA estaba siendo preparada. Luego de un periodo de 10 años en el cual el Thunder clasificó a los playoffs en nueve oportunidades y sumó porcentaje de triunfos del 64%, Oklahoma City, según fuentes vinculadas a la NBA, percibió la temporada 2019-20 como su última y mejor oportunidad de ganar un título.

El Thunder invirtió $60 millones en impuestos al lujo la temporada pasada por un gran total de 49 triunfos. Pero lo hicieron porque la alternativa era no contar con dos súper estrellas en Oklahoma City.

Además, estaban preparados para invertir en grande otra vez esta temporada: Con el trio conformado por Westbrook ($38.5 millones), George ($33 millones) y Steven Adams ($25 millones) bajo contrato, Oklahoma City se aprestaba a pagar impuestos de reincidencia en 2019-20.

Sin embargo, el Thunder pensaba que podría tener un equipo más sano, mejor y listo para competir dentro de una reformulada Conferencia del Oeste que finalmente había escapado del estrangulamiento de los Golden State Warriors.

No obstante, esta fue la difícil verdad: la dupla Westbrook-George no funcionaba. Ciertamente había contexto, como la lesión de hombros sufrida por George durante la pasada temporada, pero un equipo tan costoso con tanto poder de estrellas no debería contar con apenas tres victorias en playoffs durante las últimas dos temporadas.

Por ello, cuando Aaron Mintz, agente de George, le informó al gerente general del Thunder, Sam Presti, de los deseos de su cliente (más una petición que una exigencia) fue todo un shock, aunque de cierta manera también fue visto como un regalo.

La mejor apuesta del Thunder para esta temporada era por el progreso de la química entre sus estrellas, el desarrollo interno de sus jóvenes y algunas incorporaciones a último minuto que ayudarían a estabilizar y acabar con la inconsistencia del equipo. Sin embargo, si George no estaba completamente de acuerdo, combinado con el hecho de que sus cirugías de hombro en temporada baja le podrían obligar a perderse las primeras semanas de la venidera campaña, harían que la petición se convirtiera en exigencia si el Thunder tenía un lento arranque de temporada.

El poder de negociación de la franquicia, en ese caso, se vería disminuido; y vendría el circo de la súper estrella pidiendo su salida.

No existía una manera viable de pedirle a George que reconsiderara. Se puede intentar culpar a alguien (a George, a Westbrook, a Presti, al entrenador Billy Donovan); pero si quieren echarle la culpa a algo, es al factor geográfico.

El Thunder ha luchado en su contra desde su creación y con los nexos de George con el área de Los Ángeles, no había forma de detenerle por segunda vez. El Thunder pudo imponerse al encanto de la urbe californiana una vez; pero después de un esfuerzo de reclutamiento exitoso por espacio de un año, simplemente ya no quedaba que vender. La sociedad con Westbrook era gran parte de su encanto, y Westbrook cumplió con su parte, con ambos construyendo una fuerte relación tanto dentro como fuera de la cancha.

No obstante, mientras la petición de canje de George estremeció las paredes de la organización, Westbrook no intentó cambiar de opinión, de acuerdo con múltiples fuentes.

La relación entre Westbrook y George fue probablemente el elemento más consistente y estable dentro del Thunder durante las últimas dos temporadas y no hubo fractura entre ambos que causara que George pidiera su salida.

No obstante, Westbrook exige control y hasta algunas cosas tales como la fiesta organizada por el Thunder a nombre de Westbrook tienen condiciones y complicaciones (Westbrook se aseguró de aprobar personalmente todas y cada una de las invitaciones en la lista de 500 personas). Es una criatura de hábito que funciona dentro de una rutina: encestar después de la práctica en la misma cesta, llegar a la arena a la misma hora, la misma rutina previa al partido, el mismo puesto de estacionamiento, todo igual.

Por ende, mientras Kawhi Leonard presionaba a George a toda velocidad y con Westbrook sin salirse jamás de su personaje para volver a persuadir a su compañero estrella, el Thunder tenía pocos elementos para hacer contrapeso. Presti no se sentía tan desconsolado por la petición de George como algunos pudieron creer, tras habiendo experimentado muchas salidas de estrellas en ocasiones previas. Si llegó a sentir algo, fue alivio pragmático.

La decepción fue más producto del momento en el cual se generó la situación, porque el Thunder ya se encontraba en pleno intento de ejecución de su plan para atacar el mercado de agentes libres (renovar con Nerlens Noel, sumar a Mike Muscala y Alec Burks, a quien se le permitió reconsiderar su contrato para terminar firmando con los Warriors).

El Thunder perdió a Durant a cambio de nada; sin embargo, en el caso de George, se trataba de llenar la despensa nuevamente y asumir lo que se convertiría en un plan de reconstrucción de tres años para reducirlo a una sola noche de ejecución. No solo era que el botín de activos que recibieron por parte de los LA Clippers no tenía precedente (y muchos otros puestos de selección serán entregados por Houston por la vía de la operación Westbrook); el aspecto subestimado de este canje era que, súbitamente, los activos propios del Thunder en el draft volvieron a cobrar valor.

Estos harían que la recuperación fuera más fácil de asumir. El Thunder tiene una amplia variedad de caminos que tomar, desde el draft y el desarrollo hasta acceder a esa acumulación de activos para adquirir a la próxima estrella de la NBA que se haga disponible. Esa es la forma pragmática de verlo.

Sin embargo, también existe el punto de vista romántico, el que percibe que termina una era, el que pone a Westbrook a vestir una camiseta diferente para la segunda mitad del momento de la cúspide de sus condiciones, el mismo que piensa que el equipo que tomó a Durant, Harden, Serge Ibaka y Westbrook en el draft fue la dinastía que nunca llegó a ser.

EN EL CASO DE RUSSELL WESTBROOK, el relato ya había sido escrito (nadie quiere jugar con él); no obstante, contra todo pronóstico y posibilidad, George decidió quedarse. Westbrook se ufanaba de esa decisión, sintiendo que había reescrito su historial como compañero de equipo. De cierta forma, estaba justo al lado de haber ganado el premio al Más Valioso como el mejor momento de su carrera.

Durante largos periodos de la anterior campaña, el Thunder prosperaba mientras asumía la identidad de George, con el ascenso de este como su mejor jugador y candidato al Más Valioso. No obstante, cuando George experimentó una ligera regresión y lidió con lesiones en ambos hombros, Westbrook llenó el vacío y la identidad del Thunder hizo los correspondientes ajustes.

Todos jugaron con los nervios a flor de piel, con la felicidad y libertad desapareciendo, dejando paso a muchos gritos enfadados de “¡dispara el maldito balón!” provenientes de Westbrook. Su juego era inconsistente y la tensión crecía entre él y los entrenadores, empleados del equipo y medios de comunicación.

Parte del estilo de liderazgo de Westbrook radica en hacer creer que se trata de un “imbécil”, tal como lo admitió George antes de que ambos se hicieran compañeros; no obstante, cuando se está dentro del vestuario, uno puede ver como es en realidad: afable, gracioso, considerado, una persona con quien cualquiera se puede identificar. A él le encantaba interrumpir las entrevistas a sus compañeros gritando: “¡Diles qué tan mal compañero soy!”, porque disfrutaba de la idea que podían creer lo contrario.

Ni George ni Durant dejaron OKC debido a Westbrook, pero tampoco se quedaron gracias a él. 82 partidos pueden sentirse como mucho más con Westbrook al lado. Cada partido es El Partido Más Importante de Todos Los Tiempos, y una victoria poco relevante en febrero puede desatar un estresante ambiente postpartido.

Desde su elección en el draft de 2008, Westbrook se mantuvo decidido y el Thunder mantuvo incólume su apoyo a él. Sin embargo, a medida que el camino a la reconstrucción del equipo se hizo claro y las opciones evidentes, ambas partes pudieron ver la posible conclusión.

Había la oportunidad de desatar otra carrera, utilizando algunos de los activos adquiridos a los Clippers para acelerar el motor una vez más, pero el Thunder quería hacer las cosas bien con Westbrook.

El Thunder pasó las últimas once temporadas como un ejemplo de éxito en un mercado pequeño, trazando la ruta para ser contendiente gracias a un inteligente uso del draft y asumir riesgos calculados. Ahora, se han convertido en el ejemplo más reciente de la impotencia que se sufre al luchar contra las fuerzas que dominan a la NBA de hoy.

Esas mismas fuerzas condujeron a LeBron James a Los Ángeles. Forzaron a Kevin Durant a mudarse a Brooklyn. Y abruptamente le quitaron a Paul George a Oklahoma City. Westbrook era el último hombre aún en pie. Y no podía volver a serlo.

Se pensaba que Durant sería siempre la súper estrella de al lado, el que jamás se iría, el jugador hecho para un mercado pequeño como el de Oklahoma City. Esa conexión era real, pero no tenía raíces. Después de que Durant partió y Westbrook juró lealtad, fue obvio para todos: En realidad esa súper estrella de al lado era Rusell.

“No existe otro sitio donde prefiera estar que Oklahoma City”, dijo Westbrook después de acordar su extensión de 2017. 
“Ustedes básicamente me han criado. He estado aquí desde que tenía 18, 19 años. Ustedes no han hecho sino cosas maravillosas por mí. En los momentos buenos y los malos, ustedes me han apoyado en todo y eso lo aprecio. Sin duda, cuando tuve la oportunidad de mantenerme leal a ustedes, esa fue la opción número 1”.

“Soy alguien que tiene la lealtad como principio capital”.

Westbrook no será el primer jugador con una camiseta retirada (ese honor le correspondió a Nick Collison), pero sí tendrá la primera estatua. Se trata del jugador franquicia, el que decidió quedarse, la representación pura del primer capítulo de la historia del Thunder en Oklahoma City. Los altos, los bajos, el drama, la tragedia, la belleza, el éxito, el fracaso… él estuvo allí en todos esos momentos.

Mañana será día de Russell Westbrook y los días posteriores también lo serán. Sin embargo, también es un día nuevo para el Thunder y la oportunidad para, finalmente, volver a empezar.