Tras siete temporadas sin acercarse siquiera a la postemporada, Colorado se mantiene como una franquicia sin herramientas para competir.
Los Colorado Rockies vienen de una temporada históricamente mala. No solo fue su tercera campaña consecutiva con 100 o más derrotas, sino que los 119 reveses sufridos en 2025 representan la mayor cantidad en una misma temporada en la historia de la organización.
Con su eliminación temprana en 2025, los Rockies llegaron a siete campañas consecutivas sin ir a la postemporada, lo que empata la segunda mayor sequía de playoffs en los 33 años de existencia de la franquicia, misma que desde su nacimiento en 1993 ha estado marcada por el fracaso como constante. En 33 campañas, solo han ido cinco veces a los playoffs y apenas han tenido ocho temporadas con récord positivo.
Desde su concepción, los Rockies han sido un completo desastre.
Además, los Rockies decidieron despedir al dirigente que más tiempo estuvo al frente del equipo, Bud Black, tras nueve temporadas con la organización, y hasta este momento se mantienen como el único de los 30 equipos de Grandes Ligas que no tiene dirigente.
Empecemos con lo obvio: los Rockies, aparentemente, van a iniciar un proceso de reconstrucción desde las oficinas, por lo que recientemente adquirieron los servicios de Paul DePodesta para dirigir sus operaciones de béisbol. DePodesta formaba parte de las oficinas de los Browns (NFL), pero tiene amplia experiencia en MLB junto a Guardians, Athletics, Dodgers, Padres y Mets, así que se esperan muchos cambios a lo interno de la organización. Por lo mismo, hace sentido que se tomen su tiempo antes de elegir un nuevo dirigente.
Sin embargo, ¿quién está interesado en ocupar el puesto de mánager de los Rockies? Es la pregunta que, hasta ahora, no tiene respuesta.
Los Rockies no tienen material para competir en este momento y, por si fuera poco, tampoco lo tienen para el futuro. Su sistema de ligas menores ocupa el puesto 24 de MLB, el peor que han tenido en las últimas tres temporadas, y solo cuentan con dos prospectos dentro del Top 100 de MLB.
El equipo tampoco cuenta con un grupo de jugadores de un nivel tan sobresaliente que les pueda permitir cambiarlos para fortalecer ese sistema en estos momentos. Tendrán que hacerlo poco a poco con el material que ya poseen. Si a eso le sumamos que tampoco son un equipo que tradicionalmente gaste mucho dinero en retener estrellas o contratar agentes libres, salvo excepciones muy puntuales como los casos de Nolan Arenado y Kris Bryant, conseguir talento competitivo por la vía del mercado de agentes libres tampoco parece una opción realista.
Al sumar todos estos elementos, debemos volver a preguntarnos quién desearía tomar el puesto de dirigente de un equipo que no ha mostrado capacidad para competir y que, evidentemente, va encaminado a una nueva reconstrucción que incluirá sus oficinas de operaciones de béisbol.
Tomar el trabajo de dirigente de los Rockies es asumir, de antemano, que todo apunta a que el equipo tendrá un récord perdedor durante su estadía en el puesto y que las posibilidades de llegar a la postemporada son sumamente escasas. Para un dirigente nuevo que busque una oportunidad, sería empezar su carrera con el pie izquierdo, mientras que para uno veterano, especialmente si está entrando en edad, la imposibilidad de alcanzar los playoffs podría disminuir notablemente su interés.
Los Rockies están atrapados en el ciclo de la mediocridad y es evidente que no muchos desean entrar ahí, por lo que, a pesar de que solo hay 30 plazas para mánager en MLB, la del equipo es, sin duda alguna, la menos atractiva.
