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Dentro de la cultura de los Astros que generó los comentarios de Brandon Taubman

In a news conference, Luhnow said this was not an "endemic" issue -- but he also said multiple Astros employees signed off on the team's first statement. AP Photo/Patrick Semansky

CUANDO JEFF LUHNOW asumió el cargo de gerente general de los Houston Astros en diciembre de 2011, la organización se dedicó a construir una franquicia digna del Siglo XXI, incluso si eso significaba desestimar más de 125 años de ortodoxia del béisbol. La vieja práctica, aceptada durante mucho tiempo, de creer sin evidencias ya no era suficiente. Luhnow exigía más. Mayor pensamiento crítico, mayor innovación, mayor lógica y razonamiento. En la raíz de estos cambios se encontraba lo que les informaba: más información.

A Luhnow le encantaba la información. Si los Astros iban a poner patas arriba al mundo del béisbol, eso solo ocurriría con una fe meticulosa en las evidencias. Harían preguntas, buscarían respuestas y actuarían acorde a los elementos presentados. La mala información lleva a tomar malas decisiones; por ello, los Astros establecieron prácticas que les ayudaran a obtener solamente información de la más alta calidad. Esos eran sus valores. Esta era su cultura: los renegados que desecharon lo que el resto de la industria pensaba, porque simplemente, estaban haciendo las cosas bien.

Llegaron a la conclusión de que la montaña de datos que se arrojan en el béisbol aportaba mejor información que la reunida por los humanos y poco a poco, desmontaron su departamento de scouting. Creían que las cámaras de alta velocidad aportaban conocimiento superior a los pitchers y las instalaron al por mayor en sus afiliadas de ligas menores. Llenaron su departamento de análisis estadístico con las mejores mentalidades que pudieran contratar, independientemente de su historial: un escritor, un ingeniero, un analista derivativo. Se hicieron ciegos al menosprecio de los demás y se casaron con el credo que reza que la información era la guía.

Y así fue, por lo menos en el terreno. Los Houston Astros, como equipo de béisbol, son una historia de éxito indiscutible. Han ganado más de 100 partidos en tres temporadas consecutivas. Hace dos años, se alzaron con el campeonato. La industria ha intentado copiar sus métodos. Un hombre fue a prisión tras haber robado su información. Esta noche, jugarán el cuarto partido de la Serie Mundial contra los Washington Nationals, con desventaja 2-1, aunque con un equipo que aún es bastante capaz de borrar ese déficit.

Han jugado en medio de una controversia que llega a su quinto día; con cada jornada peor que la anterior. Un asistente al gerente general de los Astros fue despedido, en medio de una investigación por su maltrato a periodistas mujeres. Major League Baseball está sopesando ejercer otras medidas disciplinarias contra el exejecutivo al igual que contra toda la organización, según cuentan fuentes a ESPN. La reputación de los Astros ha sufrido un daño profundo. Todo lo anterior ha empañado sus intentos de lograr otra coronación.

Dentro de toda la industria, los sentimientos de plácemes por el sufrimiento de Houston han sido perseguidos por las múltiples voces que gritan “se los dijimos”. El desprecio por los Astros corre profundamente por el mundo de Las Mayores… y así ha sido mucho antes de que se produjera este incidente. En parte, es producto de los celos. El resto se debe a la arrogancia mostrada por la organización. Los Astros se mostraban como disruptores y se ufanaban de la conmoción que causaban. Vivían con la percepción de que no entendían a la gente. Alimentaban su proceso, lo seguían con fidelidad, duplicaban sus esfuerzos. Creían en ese proceso y no tenían muchos motivos para no hacerlo, al menos no hasta hace una semana, cuando un asistente al Gerente General, lleno del regocijo producto de ganar un banderín, abrió su boca; y dos días después, cuando Luhnow y los Astros olvidaron cumplir ese principio esencial que les ha guiado durante tanto tiempo:

La mala información lleva a tomar malas decisiones.


EN MEDIO de una celebración que se mantenía bien pasada la medianoche, una canción al ritmo de reggaetón sonaba por los altavoces en modo de repetición, con una estrella del béisbol de 25 años intercambiando miradas con un ejecutivo de la gerencia, de 34 años. Alex Bregman y Brandon Taubman se abrazaban.

“Nos trajiste hasta acá”, le decía Bregman, tercera base de los Astros y candidato al Premio al Jugador Más Valioso.

Taubman objetó lo dicho por el pelotero. No, le contestó. Ustedes (los jugadores) trajeron a los Houston Astros a este nivel, después de una temporada regular con 107 victorias, luego de vencer a unos corajudos Tampa Bay Rays en una serie divisional muy reñida y de imponerse, en esa noche del viernes pasado, a los New York Yankees en el sexto partido de la Serie de Campeonato de la Liga Americana. Fumando un cigarro, con una sonrisa de satisfacción, Taubman no se imaginaba que habían pasado pocos minutos de un gesto que probablemente puso fin a su carrera en el béisbol y expuso a los Astros a una exigente prueba a sus principios. En medio de las festividades, Taubman se encontraba cerca de un grupo conformado por tres reporteras. Una de ellas portaba un brazalete en conmemoración de las víctimas de violencia doméstica. Taubman comenzó a gritar. Al inicio, no se sabía bien a quién estaban dirigidos sus gritos. Una vez que las damas le escucharon repetir sus palabras, en seis oportunidades, era evidente que Taubman dirigía sus palabras a la periodista que portaba el brazalete.

“¡Gracias a Dios que contratamos a Osuna!”, dijo Taubman. “¡Estoy tan jodi-----te contento de que contratamos a Osuna!”.

Roberto Osuna es el cerrador de los Astros. Lo adquirieron, proveniente de los Toronto Blue Jays, un día antes de la fecha límite de cambios del 31 de julio de 2018. Se encontraba en medio de una suspensión impuesta por Major League Baseball de 75 partidos por presuntos actos de violencia doméstica infringidos contra la madre de su hijo. La fiscalía canadiense retiró los cargos contra Osuna después que la dama regresó a México, su país de origen y se negó a testificar; no obstante, la severidad de la suspensión (que sigue siendo la tercera más larga impuesta por la oficina del Comisionado a un jugador por haber violado su política en contra de la violencia doméstica) y el hecho de que Osuna no ejerció su derecho a apelación, indicaba la gravedad del caso.

La negociación que involucró a Osuna fue un movimiento clásico de los Astros en la era Luhnow. Si bien un grupo significativo de empleados gerenciales se oponían al canje, según indican fuentes, Luhnow decidió desautorizarlos con el apoyo del propietario de los Astros, Jim Crane. Osuna era uno de los mejores cerradores de béisbol actual, capaz de hacer la diferencia y el incidente había perjudicado su valor en el mercado. Luhnow lo consideró un activo con problemas; cualquier incidente de relaciones públicas que afectase a la organización sería compensado con creces con cualquier aporte que Osuna pudiera hacer al equipo sobre el morrito.

Durante una llamada en conferencia con los periodistas durante el día de la negociación, Luhnow trató de compaginar la adquisición de Osuna con la denominada “política de tolerancia cero” que los Astros tenían con respecto a los incidentes de violencia doméstica. “Con toda franqueza”, afirmó Luhnow, “creo que puedes tener una política de tolerancia cero mientras se les da a las personas una segunda oportunidad cuando cometieron errores en el pasado, dentro de otras organizaciones. Así es como compaginamos ambas cosas”.

La evidente contradicción en sus dichos no frenó a Luhnow en sus intentos de convencer a su público, mostrando convicción y seguridad. En un comunicado que anunciaba la transacción, Luhnow expresó: “Los actos de debida diligencia hecha por nuestra gerencia no tienen precedentes”. Cuando se le insistió, pidiéndole que detallara cuáles fueron sus acciones, Luhnow respondió que había conversado con Osuna, sus excompañeros y varios jugadores de los Astros.

A menos de seis semanas después de oficializar el cambio, los Astros ascendieron a Taubman, quien era en ese momento director senior de operaciones de béisbol, otorgándole el puesto de asistente al Gerente General. Su ascenso desde su llegada a la organización de los Astros en 2013, proveniente del mundo de Wall Street, fue vertiginosa: pasó de analista de bajo nivel a ser el número 2 del departamento de operaciones de béisbol en un lustro. Al igual que Luhnow, quien fue consultor de la firma McKinsey & Co., el amor de Taubman por el béisbol Fantasy le sirvió de puerta de entrada a este deporte. Ambos compartían, según cuentan fuentes, una visión implacable de la industria del béisbol que se manifestaba con un aire de superioridad. Taubman era objeto de amplio desagrado fuera de los círculos vinculados a los Astros, según cuentan ocho fuentes distintas que han interactuado con él; la mayoría se refirió a su falta de “empatía” o de habilidad para las relaciones personales. No obstante, siempre ha existido dentro de la industria del béisbol un respeto a regañadientes por Luhnow. Su firmeza era impresionante, si no admirable.

Ningún otro acto de la administración Luhnow ejemplificaba lo anterior como lo logró hacer la transacción que llevó a Osuna a Houston. Los Astros se habían ganado la reputación de ser una organización que carecía de conciencia, aunque eso se debía más a su dependencia dogmática en el análisis estadístico, su drástico cambio constante de personal y la disposición a desestimar, prácticamente de un todo, el scouting tradicional. La operación Osuna se sentía diferente; particularmente, con la inconsistencia mostrada en los intentos de Luhnow de darle sentido y razón.

“Creemos que este ambiente (el clubhouse de los Houston Astros, los jugadores de nuestro equipo, el staff que tenemos, el sistema de apoyo con el que contamos, la influencia que podemos ejercer en el futuro y nuestra comunidad en general), es un ambiente maravilloso para que, ojalá, podamos transformar esta historia, de una negativa a una con resultados positivos en el futuro”, expresó Luhnow en la llamada de conferencia. “No pasará de la noche a la mañana. No será cosa fácil. Pero sí aspiramos que, eventualmente, tengamos la oportunidad de recordarla en una manera más positiva”.


DURANTE LA NOCHE DEL LUNES, en vísperas del Juego 1 de la Serie Mundial, la reportera de la revista Sports Illustrated Stephanie Apstein publicó un artículo que incluía los comentarios hechos por Taubman durante la celebración posterior a la Serie de Campeonato de la Liga Americana. Ella fue una de las tres damas objeto de los comentarios de Taubman. La periodista contactó a los Astros, quienes se negaron a responder con un vocero autorizado. A las 9:25 p.m., Apstein publicó en Twitter un enlace a su artículo. Casi exactamente una hora después, los Astros publicaron un comunicado de medios:

“El artículo publicado por Sports Illustrated es erróneo y completamente irresponsable”, indicó la organización. “Un jugador de los Astros estaba respondiendo preguntas relativas a una actuación difícil. Nuestro ejecutivo expresaba apoyo al jugador en ese momento difícil. Sus comentarios tenían todo que ver con la situación específica que acababa de ocurrir en el partido y nada más… No fueron dirigidos a periodistas en específico. Estamos sumamente decepcionados por los intentos de Sports Illustrated de crear una noticia que no existe”.

En 74 palabras que destilaban agresividad, los Astros habían desatado su ataque contra la veracidad del artículo y la credibilidad periodística de Apstein. Su lectura arrojaba una beligerancia similar a la mostrada por las palabras de Luhnow el día en el cual se oficializó la contratación de Osuna: a la defensiva, rebuscadas; no obstante, dichas con toda certeza. Eran los Astros. Ellos tenían razón.

Ese mismo día, Apstein había llamado a Gene Dias, director de relaciones con los medios de la organización de los Astros, para informarle que estaba redactando una nota periodística sobre el incidente. Dias ya estaba en conocimiento de lo dicho por Taubman. En la noche del incidente, el reportero de ESPN.com Bradford Doolittle había escuchado cómo Taubman se refería a Osuna. Si bien no observó a Taubman acercándose a las periodistas, Doolittle creía, luego de hablar con una de ellas, que Taubman dirigió sus palabras a la reportera. Después de conversar una vez más con la reportera en la jornada del lunes, Doolittle le preguntó a Dias si el equipo deseaba hacer un comentario o poner a Taubman a disponibilidad de los medios de comunicación. Dias dijo que devolvería la llamada a Doolittle. Cuando lo hizo, Dias indicó que Taubman había expresado, a viva voz, su apoyo a Osuna.

Ese contexto no tenía mucho sentido. Osuna había ingresado al terreno en el noveno inning del Juego 6 para registrar un salvamento que clasificaría a los Astros a la Serie Mundial y, por el contrario, concedió un jonrón al segunda base de los Yankees DJ LeMahieu que empató las acciones. Si hubo una velada en la cual Taubman se sentía con tanta efusividad y “tan jodi-----te contento” por haber contratado a Osuna, ciertamente no podía ser esa noche.

En la jornada del lunes, Dias reiteró esa explicación a Apstein. Ella indicó que pensaba publicar su versión y que, si los Astros querían hacer un comentario con carácter oficial, ella lo incluiría. Dias se negó a comentar. A partir de ese momento, según indican fuentes, los Astros comenzaron a preparar su estrategia, conscientes del impacto potencial que esa noticia causaría, a menos de 24 horas de disputarse el Juego 1 de la Serie Mundial.

Cuando personeros de los Astros preguntaron a Taubman por su comportamiento, el ejecutivo negó clamorosamente que éste haya dirigido sus comentarios a las periodistas. Otro empleado de los Astros respaldó la versión de Taubman, según afirman fuentes. La organización consideró que la información era lo suficientemente convincente como para no seguir examinando los comentarios y su contexto, aunque ciertamente, la versión de Taubman tenía contradicciones lógicas y evidentes. Fue otro caso en el cual, según afirma una fuente vinculada a la liga, “los Astros son los Astros. Ellos confían en su gente”.

Durante prácticamente ocho años, Luhnow había fomentado una cultura en la cual los Astros se sentían enfrentados al resto del mundo del béisbol. Ese caparazón protegía a Taubman, incluso si eso significaba ignorar toda la información que estabilizaba a la operación. Creyeron en él, sin una evidencia distinta a su palabra.

Ese mismo lunes, menos de 10 minutos después de la publicación en Twitter por parte de Apstein que invitaba a leer su nota, Hannah Keyser de Yahoo Sports, una de las periodistas que formaba parte del grupo, confirmó la versión del incidente publicada por Sports Illustrated. Ello no evitó que los Astros siguieran adelante con su comunicado. Después de la declaración del equipo, seguían publicándose versiones de otros medios que confirmaban lo dicho por Apstein: la primera, por parte de Hunter Atkins del diario Houston Chronicle y después, otro artículo del Chronicle que citaba a tres testigos.

Esas confirmaciones eran contundentes. El comunicado no tenía validez. Los Astros publicaron, durante la mañana del martes, dos comunicados distintos: uno firmado por Taubman, el segundo por Crane. Independientemente de que tenían un tono más compungido y conciliador, compartían la sordera mostrada por el primero.

Taubman dijo sentirse “profundamente arrepentido y avergonzado”, porque había utilizado “un lenguaje inapropiado”. No admitió haber dirigido sus palabras al grupo de damas periodistas. Dijo que su “excesivo entusiasmo en apoyo de un jugador había sido malinterpretado”. Después de calificarse a sí mismo como “miembro de la comunidad con ideas progresistas y caritativo” y “esposo y padre amoroso y comprometido”, Taubman dio una disculpa final: “Lamento si alguien se sintió ofendido por mis actos”. El comunicado suscrito por Crane no incluía actos de contrición, pero sí destacó los aportes económicos hechos por su organización a grupos de apoyo a víctimas de violencia doméstica en la comunidad. Concluyó diciendo: “Apoyamos totalmente a Major League Baseball y a la comunidad del béisbol en lo que respecta a su posición y valores relativos a los actos de violencia doméstica”.

Estos comunicados, repletos de ineptitud, enviados 4 horas y media antes de que Gerrit Cole lanzara el primer pitcheo de la Serie Mundial, fueron distribuidos mientras Major League Baseball también intentaba ejercer control de daños. Los ejecutivos de la liga estaban horrorizados por la idea de que los partidos más importantes de toda la temporada serían escenificados bajo el espectro de un incidente totalmente evitable que fue empeorado, por partida doble, por las acciones de los Astros. Varios ejecutivos del Departamento de Investigaciones de la Oficina del Comisionado viajaron a Houston, mientras que la liga intentaba concretar citas para entrevistar a testigos. Querían saber qué había ocurrido. No necesitarían de mucho tiempo para conocer la verdad.


PARA LA TARDE DEL MIÉRCOLES, la historia de Brandon Taubman comenzó a tambalearse. Esa misma mañana, Bryan Seeley y Moira Weinberg, exfiscales que actualmente están a cargo de conducir investigaciones para Major League Baseball, interrogaron varios testigos: al menos, cuatro empleados de la organización de los Astros y múltiples periodistas, según afirman fuentes. Mientras las entrevistas llegaron a su fin previo al inicio del Juego 2, era evidente para Major League Baseball, al igual que para los Astros, con su consejero legal general presenciando las entrevistas, que la información aportada por Taubman era errónea.

Los Astros tomaron la decisión de despedir a Taubman en la noche del miércoles. Sus palabras dieron pie a todo este desastre. Mintió con respecto a sus intenciones. Este combate de los Astros contra el mundo no iba a llegar lejos.

A las 4:33 p.m., hora del Este, de la jornada del jueves, los Astros emitieron su cuarto comunicado en menos de 72 horas. El segundo párrafo decía: “Nuestra investigación inicial nos hizo creer que los comentarios inapropiados emitidos por Brandon Taubman no fueron dirigidos a periodista alguno. Nos equivocamos. Pedimos sinceras disculpas a Stephanie Apstein, Sports Illustrated y a todos los individuos que presenciaron este incidente o fueron ofendidos por una conducta inapropiada”. En el tercer párrafo, anunciaron la cesantía de Taubman.

No obstante, el comunicado jamás hizo referencia a la activa participación de los Astros durante los actos consecuencia del incidente. Le creyeron a Taubman sin siquiera molestarse en preguntar a testigos sin afiliación con la organización de Houston. Calumniaron a Apstein sin necesidad. Los Houston Astros suscribieron y por extensión, dieron su aprobación, a un comunicado en el cual Brandon Taubman (una persona que utilizó como arma un incidente de violencia doméstica perpetrado por otro sujeto con el fin de atacar y acosar a un grupo de damas) negaba la verdad y se escondía detrás de su condición de esposo y padre.

En la noche del jueves, Luhnow condujo una rueda de prensa en Washington, D.C. Utilizó la palabra “inapropiado” en 13 ocasiones y “equivocado” en 10. Se le hicieron 25 preguntas. No aportó la misma cantidad de respuestas. Admitió que había visto el comunicado original antes de su publicación, aunque se negó a indicar quién lo había redactado.

“Muchas personas estuvieron involucradas en su revisión, su lectura, su aprobación”, dijo Luhnow.

“Nos hacemos responsables”, dijo Luhnow. “Asumimos la responsabilidad. Y estuvo mal hecho”.

Afirmar que el equipo se hace responsable y el hecho de que realmente se hagan responsables son dos cosas totalmente diferentes. Afirmar significa hablar. Hacerse responsable implica acciones. Durante más de un año, Luhnow pudo haber tomado alguna clase de acción para evitar lo sucedido: hacer que la contratación de Osuna se convirtiera, de una noticia negativa a una con resultados positivos en el futuro. No habría sucedido de la noche a la mañana. No habría sido fácil. Pero él aspiraba que en un futuro hubiera la oportunidad de recordar lo sucedido de forma positiva. Por el contrario, uno de los ejecutivos de mayor nivel dentro de la organización hizo algo totalmente opuesto. “Es devastador”, indicó Luhnow en sus declaraciones del jueves. “No es algo que hubiera deseado que le sucediera a cualquiera de los presentes en este salón… al igual que tampoco deseo que alguno de ustedes estuviera aquí parado, obligado a responder estas preguntas”.

El manager de los Astros, AJ Hinch, ya había estado en esa misma posición. El día posterior a la publicación de la nota de Apstein, Hinch contestó a esas interrogantes en su comparecencia con los medios programada antes del Juego 1. Fue el único funcionario de la organización de los Astros que habló al respecto asta que Luhnow dio su conferencia de prensa tres días después. Hinch afirmó sentirse “muy decepcionado, por muchas razones. Es algo desafortunado. Es algo fuera de lugar”. Hinch dijo: “Todos necesitamos ser mejores, en todos los aspectos de esta industria”. En un momento durante el cual la organización se mantenía firme en su apoyo a Taubman, Hinch intentaba asumir la responsabilidad.

“Esto no es algo endémico”, dijo Luhnow en su conferencia de prensa. “Este no es un tema cultural. Contamos con mucha gente buena dentro de nuestra gerencia, nuestro cuerpo técnico, dentro de nuestro equipo. Y eso es, realmente, algo mucho más representativo de lo que somos que los comentarios de un individuo quien, siendo muy honesto, hizo algo que no fue cónsono con su carácter”.

Prácticamente en la misma frase en la cual Luhnow dijo que los Astros no tenían un problema cultural, también expresó que muchos miembros de su gerencia habían leído el primer comunicado antes de su publicación. Podrá haber muchas personas de buen corazón en su gerencia, pero también existen muchos, incluido el propio Luhnow, dispuestos a sacrificar a otras personas con el fin de proteger una mentira, lo cual admitió sin admitirlo explícitamente. La última pregunta formulada en la rueda de prensa del jueves fue muy simple: “¿Se ha dirigido personalmente a alguna de las damas involucradas que fueron afectadas por lo sucedido para disculparse?”.

“No lo he hecho”, respondió Luhnow. “Estuve viajando hasta llegar acá. Hemos estado… Debí sostener una conversación bastante difícil con una persona que trabajo conmigo durante largo tiempo. Pero lo haré, tan pronto como me sea posible”.

Stephanie Apstein también tuvo que viajar hasta Washington. Estaba presente en la rueda de prensa.

MÁS ALLÁ DEL COMUNICADO que básicamente no dijo nada, Jim Crane, el propietario de los Astros, ha hecho mutis durante todo el fiasco protagonizado por Taubman. No ha respondido si éste formó parte del grupo que aprobó el primer comunicado. No ha suscrito con su firma las disculpas de su organización. No obstante, es él quien, en definitiva, responde a la interrogante de si éste fue un incidente aislado o se trata de algo que sirve como indicativo de la forma de actuar de su franquicia.

Vendrán mayores consecuencias. Es probable que Taubman reciba una suspensión por parte de Major League Baseball, según indican fuentes. Esta sanción entraría en vigor si logra conseguir otro empleo en la industria del béisbol. La organización también podría ser sancionada con una multa, según afirman fuentes; por el comportamiento mostrado por Taubman, por el primer comunicado, o por ambos.

Las controversias no son nada nuevo para los Astros. Fueron víctimas de un escándalo de hackeo que causó que el exdirector de scouting de los St. Louis Cardinals, Chris Correa, compañero de trabajo de Luhnow en sus años con la organización de San Luis, cumpliera una sentencia federal en prisión por robar información de la base de datos privada de Houston. Correa sostuvo la versión de que ingresó al sistema de los Astros después que Houston robase información de la base de datos de los Cardinals, dos semanas después de que se anunciara la contratación de Luhnow por parte de los Astros.

Tal como ha sido el caso con otras acusaciones vinculadas a los Astros, nada ha logrado sostenerse. El año pasado, cuando un empleado de rangos menores de los Astros fue sorprendido utilizando un teléfono celular para tomar fotos del dugout de los Cleveland Indians durante un partido de postemporada, Houston no tomó medidas disciplinarias. Igual que lo sucedido en octubre, cuando los Yankees creían que los Astros estaban robando señas (una acusación frecuente entre equipos rivales) mediante un sistema de silbidos. Esos incidentes solo ayudan a alimentar el rencor que sienten dentro de la industria del béisbol hacia la organización.

Mucho antes de que surgiera toda esta situación, no había una organización que causara mayor polarización en todo el béisbol que los Houston Astros. Hasta ahora, esa actitud ha sido del agrado de los Astros.

¿Acaso cambiarán? Si la rueda de prensa de Luhnow nos sirve de indicio, no lo harán. Un incidente de esta categoría obliga a la transparencia; a los Astros les gusta operar ocultos por la neblina. Durante varios días, los Astros dieron giros y se escondieron, no precisamente debido a una estrategia fallida de relaciones públicas. A pesar de lo terrible que fue, su mal rumbo fue simplemente una extensión de lo que los ha llevado a tener tanto éxito sobre el terreno: Podemos hacer esto a nuestra manera.

Con respecto a todas las otras dudas: ¿Revelarán algún día quien redactó el primer comunicado? ¿Quién respaldó al inicio las mentiras de Taubman? Y, ¿es acaso esa persona, que está dispuesta a calumniar a una inocente, la clase de individuo que ayuda a mantener una cultura saludable? Siempre todo termina definiéndose en el terreno. Los peloteros de los Astros saben bien cómo es todo. Lo han sabido bien desde que Osuna llegara a su clubhouse. Construir un gran equipo de béisbol nunca ha sido su problema.

“Olvídense de los imbéciles de la gerencia”, expresó un pelotero esta semana. “Esto tiene que ver con nosotros”.

La Serie Mundial se reanuda esta noche a las 8:07. Patrick Corbin lanzará por los Nationals y José Urquidy hará lo propio por los Astros. Todos los miembros de la organización de Houston estarán presentes, con la excepción de Brandon Taubman, quien desestimó el menosprecio inicial y se casó con el dogma de que la información le guiaría, para encontrarse que hasta en el caso de los Houston Astros, ese dogma no siempre representa la verdad.