BUENOS AIRES -- Regularidad y constancia, condimentos que sirven para transformar un buen funcionamiento de coyuntura en uno que se mantenga en el tiempo. No es sencillo, obvio, quizás se trate del desafío más exigente para cualquier entrenador. Y esta idea no está reñida a lo que pueda suceder con los resultados. Ese análisis va por otro carril.
Siempre ganar, o en el caso de River superar una fase por tiros desde el punto del penal, otorga una cierta tranquilidad para el trabajo a futuro, pero cuando la idea es configurar un equipo que juegue bien la mayoría de sus compromisos, el pensamiento debe virar indefectiblemente hacia otros parámetros.
Ante Colón, el conjunto que dirige Marcelo Gallardo no se pareció en casi nada a ese que derrotó y maniató a Rosario Central el pasado domingo en el torneo local. Es cierto, la alineación sufrió siete modificaciones y eso no es poco. Pero en esa apuesta por la excelencia seguramente que el entrenador apunta a que quienes ingresen tengan incorporadas las mismas ideas que los titulares. Será esa una tarea ardua y compleja.
También resultará inevitable caer en la comparación de todo lo que River produzca va a tener la altísima vara de lo que hasta hoy fue su pico de funcionamiento (ante Central). Y es lógico que ese rendimiento no pueda ser constante, porque de lograrlo estaríamos en presencia de uno de los mejores equipos de la actualidad en el contexto mundial.
De las palabras de Gallardo se desprende que trabaja para conseguir la excelencia, habrá que ver si cuenta con un plantel cuantitativamente apto para alcanzarla. Una porción ya dio muestras de que posee la idoneidad para llegar a hacer lo que el Muñeco pretende, la otra hasta el momento ha quedado en deuda. O quizás la pericia del director técnico esté en darse cuenta de que titulares y suplentes no pueden jugar de la misma forma y configurar un sistema táctico distinto, alternativo, para los momentos en los cuales salta al campo la formación sustituta.
Teniendo en cuenta el deseo de mejorar, lo positivo es que el propio entrenador no antepone los resultados a su idea. Después del partido que lo depositó en los cuartos de final de la Copa Argentina reconoció que no jugaron bien y que superar instancias apelando a la vía de los tiros penales no es lo que pretende, un buen punto de partida para encontrar los mecanismos que le permitan llegar al punto de que sean más los cotejos que juegue bien que los que juegue mal.
Quizás suene demasiado idealista eso del funcionamiento, pero tengamos en claro que este es un buen momento para apostar por eso. River viene de salir campeón y Gallardo es un técnico que siempre ha paladeado los gustos del Millo, un gran maridaje... El camino es el correcto, el conductor es el idóneo y los intérpretes tienen aptitud. El horizonte, que parecía estar nublado ante la repentina ida de Ramón Díaz, va encontrando algo de claridad.