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Messi y Barca, a purgar con odio los vestigios de su amor

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VIDEO: Messi se apega a su cláusula de liberación para irse de Barcelona (2:14)

Los abogados del crack argentino intentan apelar a dicho recurso para que el jugador llegue a otro equipo. (2:14)

LOS ÁNGELES -- Lionel Messi ha dado un paso implacable, definitivo, autoritario y sin licencias para recular este domingo. Es, este 30 de agosto, el principio del fin y el fin del principio en el ajado matrimonio Messi-Barcelona. El jugador no se ha presentado a exámenes médicos obligatorios.

Se interpreta como un acto de rebeldía en el Barcelona. En tanto, Messi monta su trinchera para defender sus derechos. La servilleta en la que Lionel firmó su primer contrato, y el burofax del adiós, son reliquias de un hola y un adiós.

La ‘Luna de Miel’ que parecía eterna acabó. Y después de tanto amor, llegan los carniceros disfrazados de abogados buscando carne fresca para el cadalso público. Los delitos de amor, se purgan con odio. Escribió Alvite, gallego, que “En los matrimonios pobres se pelean los cónyuges; en los matrimonios ricos se pelean sus abogados”.

Reportan desde Cataluña que este domingo, afuera de las instalaciones azulgranas, aficionados oraban a San Jorge (y no Jorge Horacio Messi, el padre), porque apareciera Lionel. Caravana de medios palomeaba la lista de presentes. El cuerpo médico cerró la puerta y con ella las esperanzas. Lionel, proveniente del francés, Leonellus, y que significa “leoncito”, había mostrado las garras.

Los jueces llegan cuando los juiciosos se ausentan. La mesa de negociaciones ha sido levantada. Reportes insisten en que Messi quiere irse de Barcelona con lágrimas, pero sin tormentos. A Bartomeu no le importan sus lágrimas, pero quiere eludir el tormento de ser el presidente que exilió a Leo de su propia casa.

La última estrofa de la canción Pare (Padre), de Serrat, del disco en catalán Per el Meu Amic (Para mi amigo), encaja perfectamente: “Padre, dejad de llorar, que nos han declarado la guerra”. El Camp Nou está en estado de sitio. Entendamos, con esa sonrisa larga, de felicidad inocente y angelical, el Bayern Múnich erosionó más profundamente que el ignominioso 8-2 a esa nación dentro de otra nación, que es Cataluña.

Tras cuatro años de feliz infelicidad, Lionel Messi entendió otra reflexión de Alvite: “El matrimonio, a la larga, solo sirve para tener un testigo de que vives solo”. La incapacidad de Rosell y Bartomeu le confirmaron a Messi que su confinamiento había comenzado antes de la pandemia por COVID-19.

Ahora todo queda entre abogados, esos especialistas en la insidia de tergiversar y desnudar la verdad detrás de la mentira, y sastres tramposos en vestir de gala a la calumnia detrás de la verdad.

Barcelona ha sumado un aliado: La Liga envió un comunicado este mismo domingo. Avala al club y coloca a Messi en el banquillo de los acusados. Las bayonetas caladas han cambiado de rumbo. Ahora, apuntan al corazón del jugador.

Obvio: La Liga protege al Barcelona porque protege sus intereses. Sabe que se desgajaría en el anonimato si el jugador emigra. Sus ratings se derrumbaron al irse Cristiano Ronaldo. Si ahora se va Messi, La Liga tendría que ser cerrada por reparación. En el limbo sólo juegan almas en pena.

Medios reportan en España que los carroñeros azuzan al Barcelona y a La Liga. Patrocinadores, televisoras, socios comerciales, les exigen que retengan a Messi. Vamos, los mismos rivales quieren que se quede. Prefieren éstos las humillaciones en los marcadores que la lúgubre tranquilidad de su ausencia.

Lo habíamos advertido. Sosteníamos en este espacio, con menos lectores que camarones en una sopa de fideos en vasito, que así como La Liga iba a proteger al club, lo harían la FIFA y el TAS. Alí Babá y sus 40 ladrones traicionan al futbol. La mafia cierra los ojos, pero no duerme.

Había quien insistía en que Lionel Messi dejaría de jugar hasta junio de 2021 para liberarse del yugo de Bartomeu. Quien lo firme y quien lo crea, debe ser experto en cocina o plomería. El argentino moriría sin jugar al futbol. Además, mientras esté en rebeldía, Barcelona puede bloquear sus citatorios con la selección argentina.

Insisto, ya es querella entre filibusteros de cuello blanco, con portafolios en lugar de cimitarras, pero igual de peligrosos, y se les conoce como abogados. Un juzgado deberá decidir si el coronavirus, su pandemia y el confinamiento obligado, con la pausa de juego, avala los argumentos de Messi para irse, por la puerta de atrás del club, pero por la puerta del frente en la idolatría de millones.

La Liga puntualizó que deben pagarse 700 millones de euros para llevarse a Messi. Los abogados de Lionel arguyen que las fechas debieron moverse con la crisis mundial de la pandemia, y además, aseguran que la cláusula de rescisión no fue renovada.

Insisto, en manos de abogados, Jesucristo habría cursado cadena perpetua y después de resucitar al tercer día, habría sido enviado al calvario. Los leguleyos saben que el circo les enriquece más que las leyes y la verdad.

Ronald Koeman inicia este lunes los entrenamientos. Tendrá que trabajar por dos vertientes: una sin Messi, es decir, con una mesa con tres patas; y otra estrategia con Messi, pero sin Messi en la cancha de prácticas. Tan a gusto y cómodo que estaba dirigiendo a Holanda. No todo lo que brilla es oro, a veces es cobre bien pulido.

Además, Koeman deberá efectuar una trepanación, y sacar de la materia gris de sus jugadores, varias arpías enquistadas. Deberá convencerlos que él no echó a Messi; que él no es enemigo del plantel, por ser empleado de Bartomeu, y que es un mago capaz de, en tres semanas, reconstruir a un equipo bajo una nueva idea de futbol, capaz de en la próxima Champions hacerle ocho al Bayern Munich. Necesitará de Demóstenes o de Cantiflas.

Este domingo, se hizo oficial, pues: Barcelona y Messi duermen en camas separadas, de habitaciones separadas, en casas separadas, y pronto, tal vez, en ligas separadas. Y el divorcio, en este caso, dejará dos almas infelices, pero millones enlutadas.