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Cerebros apagados en Chivas

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Continúan separados jugadores indisciplinados de Chivas (2:36)

Ernaldo Moritz con la actualidad del Guadalajara y el caso de Villalpando, 'Chofis', 'Gallito' y Peña. (2:36)

LOS ÁNGELES -- “El cerebro no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”, escribió Plutarco un siglo Antes de Cristo. Nada ha cambiado 22 siglos después. Y el futbolista profesional da evidentes muestras de ello.

¿Qué lo lleva a atentar contra su oficio? Son tipos privilegiados, predestinados. Algunos, obviamente, como en cualquier destreza, muy superiores a otros. Y claro, esos personajes diferentes, distintos, sobresalientes, gozan aún de mayores privilegios.

No son, ni remotamente seres perfectos. Como a todos, los azuzan temores, inseguridades, problemas, perturbaciones, depresiones, inestabilidad, frustraciones.

Parecería que hay solo una gran diferencia: ellos sólo se tienen que dedicarse a jugar al futbol lo mejor posible, para hacer a un lado semejantes acechanzas. No parece tan complicado, pero lo es.

El futbolista vive en un universo complejo de exigencias, demandante: equipo, compañeros, entrenadores, aficionados, promotores, familiares, medios, redes sociales, competencia, y todo ese entorno los aguijonea exigiéndoles ser los mejores en su puesto. Algunos sucumben, algunos claudican, algunos se rinden y escapan.

Algunos, ese fenómeno de escapismo, lo desahogan dramáticamente, con todos sus miedos, sus temores, a través de los instintos, de los impulsos, de la inmediatez. Una escapada con vino, mujeres, excesos, termina por aislarlos del reto, del compromiso y del miedo al fracaso... o hasta un coach de vida.

Otros, reaccionan de manera distinta. Se refugian en su familia, en el entrenador, en verdaderos amigos, y se comprometen con la disciplina del trabajo para ser mejores. Encuentran, por ellos mismos, o a través de su entorno, las soluciones. No culpan a los demás, se responsabilizan ellos mismos.

Obviamente todo esto es en referencia al momento de Chivas y que sin tener portero aún, pero ya tiene la columna vertebral del casi once perfecto de los indisciplinados. Y es un equipo, en apariencia, de alta competencia: Alexis Peña, Chicote Calderón, Dieter Villalpando, Chofis López, Juan José Vázquez , Uriel Antuna y Alexis Vega.

Y si son necesarios refuerzos, podemos agregar al ya ido Alan Pulido y sus frecuentes violaciones al reglamento; al del frustrado traspaso, Víctor Guzmán, sin marginar a Miguel Ponce, compañero de visitas con La Chofis al relajante Calatrava, corroborado con videos. Y contando…

Para fortuna de Chivas, Antuna y Vega, advertidos estrictamente de que una indisciplina más y se van, tras su #TamarindoParty, han retomado el nivel que de ellos se esperaba. Tratan de reivindicarse semana a semana en la cancha.

Ahora, con el tan violado y manoseado código de conducta que los jugadores aceptaron firmar a insistencia de Ricardo Peláez, sin violar ningún contrato de trabajo o ley laboral, Chivas puede y ¿debe?, desprenderse de Villalpando, La Chofis, el Gallito y Peña, sin finiquito de por medio.

¿Qué pasa por las cabecitas de todos estos irresponsables? Son privilegiados, insisto. Tienen el mundo, su mundo, en sus manos.

Chivas es el mejor aparador del futbol mexicano. Es la última trinchera que aboga por el jugador mexicano. Paga bien y paga puntualmente. Los premios totales, en la ya poco probable coronación del Guadalajara en este #Guard1anes 2020, rozarían casi el millón de dólares para cada uno. Y sin embargo…

Sabiendo que pueden consolidar su futuro y el de su familia; sabiendo que pueden aspirar a la selección mexicana; sabiendo que pueden dejar un legado; sabiendo que pueden comprometerse y ser disciplinados, y después vivir tranquilamente el resto de sus días, sabiendo todo ello, ¿lo tiran por la borda?

Son seres humanos. Eso explica mucho pero no justifica nada. Porque, confirma, esta casi oncena de la insubordinación y la deserción, que está más propensa a incriminarse de nuevo, antes que a corregirse. Séneca lo explicaba: “Errare humanum est, sed in errare perseverare diabolicum (Errar es humano, pero perseverar en el error es diabólico)”.

¿Cuántas oportunidades ha recibido La Chofis López? Tal vez ahora que Chivas lo expulse, entenderá el diagnostico que de él hizo su capitán Jesús Molina: “uno más del montón”, a pesar de sus enormes facultades. Es más, en este momento debe estar pensando que si Chivas lo exilia, estarán, de inmediato, ante la puerta de su casa media centena de equipos buscándolo.

Porque, el futbolista también disfruta de vivir en el autoengaño. Cree que su carrera es eterna. Cree que es capaz de jugar al futbol toda su vida. Cree que siempre habrá un equipo con alguien más imbécil dispuesto a contratarlo.

Se puede tratar de entender la presión bajo la cual viven. El promotor quiere ganar más, y que su futbolista juegue más y mejor. Les preocupa qué digan amigos y familiares, si terminan siendo suplentes o marginados de la convocatoria.

Incluso, la resaca después de una derrota, un gol fallado, un error defensivo, no jugar, ser sustituido, son detonantes dramáticos en seres inestables como lo son algunos jugadores, y es entonces cuando buscan compensar su fracaso de ese día. Entienden que incluso acudir a casa les representa un tormento antes que un alivio.

Y a eso están expuestos todos en el futbol. Incluso estudios en Italia exponían que entre árbitros, jugadores y cuerpo técnico, una derrota, especialmente con elementos agravantes (fallar un penalti, soltar un balón, no marcar una falta), llevaban a un estado de impotencia sexual a estos protagonistas.

Mire Usted, le cuento una referencia del técnico más cerebral y fuerte mentalmente de la actualidad, Marcelo Bielsa. Cuando perdía partidos con el Atlas, sus vecinos albergaban a sus hijas durante esa noche y el día siguiente. No corrían peligro, pero la imagen de derrota, en esos momentos, no era el panorama más noble de Bielsa, un tipo que ahora en la madurez, incluso, sufre ante resultados adversos, y de esos comportamientos dan cuenta incluso los jugadores del Leeds United.

Ni remotamente pretendo justificar a los amantes de la parranda en Chivas. Por el contrario, queda claro, que tienen posibilidades de elegir en sus momentos de crisis. Desde ampararse en su mismo entrenador, algún directivo, un compañero, tal vez su representante, por supuesto la familia, la esposa, en lugar de esos actos de escapismo que nunca terminan bien.

Y a veces, el atleta, en general, se siente demasiado poderoso. Y abusa del entorno. Abusa de las oportunidades, por eso se han dado denuncias muy graves, incluyendo a atletas de magnitud mundial, como Cristiano Ronaldo y Kobe Bryant.

Y por supuesto, poco ayudan los aficionados, cuando por congraciarse a cambio de un “like”, les insisten a los futbolistas en que no pasa nada, que tienen derecho a disfrutar sus ratos libres.

Por eso, insisto, son seres humanos, pero ni remotamente eso les autoriza a comportarse como el espécimen más detestable de un ser humano.

Y todo esto, confirma la adaptación de la reflexión de Plutarco: “El cerebro (del futbolista de Chivas) no es un vaso por llenar, sino una lámpara por encender”. Pero, en el Guadalajara parece que hay muchas sombras y ninguna antorcha…