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El dedo del destino

ESPN

TURÍN -- Hay jugadores que parecen estar señalados por el destino. Es como si estuviera ya escrito, en un libro secreto, que ellos tienen que ser protagonistas. Hirving “El Chucky” Lozano parece pertenecer a esa estirpe.

Advertían las estadísticas que Lozano había debutado siempre con gol, pero las ocasiones se antojaban pocas (dos: con Pachuca y con PSV) y sobre todo el posible debut con el Napoli, no era en una circunstancia cualquiera. Era contra la Juventus (ocho temporadas consecutivas Campeón de Italia), fuera de casa y justo a una semana del partido en que su nuevo equipo había marcado (con los delanteros) cuatro goles .

Por eso la lógica indicaba banquillo inicial para el mexicano y la lógica se cumplió. Además, en los primeros 45, el partido se puso cuesta arriba para el Napoli, que se fue al descanso perdiendo 2 a 0 y sobre todo apabullado por el fútbol de los locales, que llegaban primero a todos los balones, que anticipaban permanentemente, que ahogaban los espacios vitales del equipo de Ancelotti.

Pero he ahí que el destino extendió su imaginario dedo índice y lo apuntó hacia el jugador con la camiseta de color “azzurro” con el número 11.

Incluso cuando faltaban varios minutos para que se reiniciaran las acciones, las cámaras de la TV ya mostraban el primer plano de Lozano que hacia calentamiento previo, de Lozano que recibía indicaciones, de Lozano que observaba con atención los esquemas de su entrenador. No importó que solo haya tenido seis entrenamientos con sus nuevos compañeros, no importó que a poco de iniciar la segunda mitad, con el mexicano ya en campo, Cristiano Ronaldo marcase un gol de los suyos y pusiese una distancia aparentemente definitiva: 3 a 0 para los de Turín.

Nada de eso importó, el destino había decidido y lo que debe que ser, será.

Primero Manolas, de cabeza, cuando el reloj había superado los diez minutos acortó las diferencias (3 a 1) y produjo una descarga eléctrica que corrió por la médula de todo equipo de Ancelotti. Dos minutos después “El Chucky” se movió entre líneas, abandonó la derecha y corrió por el centro, hasta que Zielinski, que escapó por la izquierda, vio el desmarque del mexicano y lo sirvió profundo. Lozano llegó seguro, como si sintiese el dedo del destino que lo señala, corrió y marcó. Lo hizo parecer simple. Nadie diría que estaba debutando, nadie diría que ha marcado el primer gol de un mexicano en toda la historia de la Serie A.

Con el 3 a 2, era el Napoli que tenía el balón, era el Napoli que encontraba espacios. Era el Napoli que buscaba a Lozano.

A 10 minutos de que se cumpliera el tiempo reglamentario, Lozano desparramó a de Ligt y obligó a Alex Sandro a cometerle una falta dura, de esas que se gastan solo para evitar un peligro mayor. Amarilla para el lateral juventino y tiro libre que Callejón que metió una cuchillada a media altura, en el corazón del área, donde Di Lorenzo con la parte interna de la rodilla empujó para poner el 3 a 3 que 19 minutos antes, parecía sólo un espejismo.

El partido se consumía con más nervios que ideas y estábamos ya en los descuentos cuando, con la Juventus empujando, el destino le jugó una broma feroz a otro predestinado: Kalidou Koulibaly (el central defensivo del Napoli que con un gol de cabeza había decretado la útima derrota de la Juventus en su casa jugando por la Serie A hace más de un año y cuatro meses, quiso despejar hacia el fondo con un zapatazo potente y la clavó en el ángulo izquierdo de su propia meta. 4 a 3 para Juventus y silbato final.

Mientras salíamos del estadio, una vez finalizada las tareas de la cobertura ESPN, no podíamos dejar de pensar en el emocionante y loco partido que habíamos visto: siete goles, dos travesaños, paradas espectaculares de uno y otro portero. El gol más rápido hecho por un extranjero en la historia de la Serie A (Danilo, a los 29 segundos de su ingreso en campo) el primer gol de la temporada para Cristiano Ronaldo, el retorno al gol del Higuaín con la camiseta de Juventus y el tercer debut con gol en la carrera de Hirving Lozano. Quizá algo de cierto tiene aquello que escribiera el escritor italiano Giovanni Papini: “El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad”. Puede ser válido para Hirving Lozano, pero por favor, no se lo digan a Kuolibaly.