Vélez Sarsfield tuvo un largo y próspero camino hasta la final de la Copa de la Liga, que definirá ante Estudiantes de La Plata, y su gente no dudó: dejó todo, agotó entradas, vuelos y pasajes de micro para estar presentes en Santiago del Estero y ser ese plus que necesitará su equipo para volver a gritar campeón tras 10 años de sequía.
Lejos en el tiempo quedó la Supercopa Argentina que consiguió el Fortín en 2014 tras vencer a Arsenal por 1-0 aquel 31 de enero en San Luis. Ese fue el fin de una etapa de gloria para el club, que entre 2009 y 2014 cosechó un total de cinco títulos con Ricardo Gareca (y Turu Flores) como entrenador de ese barco lleno de fútbol y buen juego.
El tiempo voló, Vélez empezó a quedar cada vez más relegado en la lucha del ámbito local, aunque en 2022 alcanzó las semifinales de la CONMEBOL Libertadores, instancia en la que se fue goleado por Flamengo. 2023 fue un año cruel para Vélez, de mucha angustia y de futuro incierto. La temida tabla roja se acercaba cada vez más y el equipo de Liniers miraba con recelo una palabra que atemorizaba a todos los hinchas: descenso.
La peleó, sufrió hasta el final. Con mucho sudor y trabajo duro logró la permanencia en la última fecha del torneo, una bocanada de aire para una hinchada que soportó la mala campaña y terminó celebrando con alivio un resultado que dejaba a su amado Vélez en Primera División.
2024 parecía comenzar con la misma tónica. Gustavo Quinteros aterrizó en el equipo de Liniers con el objetivo de sacar a flote este barco, pero los primeros pasos lejos estuvieron de ser con aplomo. Comenzó la Copa de la Liga sin victorias en las primeras tres fechas y, sumado a esto, perdió 5-0 ante River en El Monumental en lo que fue un momento tenso del incipiente ciclo.
El DT superó el mal trago y comenzó a sumar. Se hizo de triunfos importantes, ganó experiencia y empezó a encontrar en sus juveniles una carta de respuesta ante las necesidades futbolísticas. Como en 2023, cumplió el objetivo en la última jornada, aunque esta vez el panorama ya no era con un doloroso descenso de por medio, sino con la algarabía de entrar entre los cuatro mejores del torneo.
Consumó el hecho y celebró, terminó en cuarto lugar del Grupo B y enfrentó a Godoy Cruz, el mejor equipo de todo el certamen. Con uno menos durante 40 minutos lo superó, con mucha actitud y solidaridad. El siguiente desafío fue Argentinos, de buen nivel en la Copa de la Liga. Volvió a quedarse con 10, esta vez por más de 80 minutos, y encontró la llave de la final en los penales con un Marchiori clave.
Este 4 de mayo, a horas del pitazo inicial de la final ante el Pincha, Vélez aterrizó en Santiago del Estero para jugarse todo ante el León y no llegó solo. Miles de fanáticos acompañaron al plantel e hicieron guardia frente al hotel Hilton para recibir al micro de jugadores.
Cantaron, saltaron y se emocionaron juntos. Historias por aquí y por allá, diarios de viaje y travesías sin fin se cruzaron sobre la vereda de la calle Alem, que se tiñó de azul y blanco.
"Vélez es familia, es paz y fiesta, como lo que vemos acá", recitaron las primeras voces. Allí, frente a las cámaras que comenzaron a llegar y la inminente final que comenzará el domingo, inició el rito futbolero antes de un duelo clave: las promesas.
Desde las más comunes hasta las más alocadas, los hinchas de Vélez soltaron todo tipo de pacto para intentar acercarse aún más a la Copa de la Liga. Cortes exóticos y tintura en el cabello fueron las más repetidas. Uno se la jugó y rompió el molde: juramentó tatuarse la cara del entrenador Quinteros en caso de levantar el trofeo.
Fabricio Toledo, uno de los tantos hinchas que se acercó a Santiago para presenciar la final, contó su historia y no pudo evitar la emoción, que llegó acompañada de las lágrimas y el amor que despierta Véles Sarsfield dentro de sí.
Oriundo de Río Cuarto, pero con familia en Santiago, aprovechó la ocasión para acercarse al club de sus amores y dejar todo en la tribuna este domingo, desde las 15:30, en el Madre de Ciudades.
"Estamos acá y disfrutando la final. Hace unos meses nos sacamos el fantasma del descenso y este equipo, remador, se merecía esto, como su gente. Esto es fútbol, lo lindo que tiene y lo feo también", comentó Fabrizio, quien de paso agradeció la ayuda a la peña de la provincia y a la que le prometió un asado en caso de consagrarse.
El ambiente se puso más cálido aún cuando, pasadas las 19:15, el micro que llegaba con los jugadores del Fortín empezó a asomar por la esquina de Alem. Los primeros gritos cayeron, los bombos empezaron a sonar con más potencia y las bengalas también ayudaron a decorar un espacio velezano que vivía su propia fiesta.
Los jugadores bajaron a su ritmo, muchos de ellos golpeando las ventanas del micro y cantando juntos a los hinchas. Dejaron el equipaje con el que llegaron y encararon directo a las vallas que los separaban del ferviente calor de los Fortineros.
Fotos, firmas, abrazos y saludos por doquier. La gente se abalanzó sobre quienes los representan dentro del campo de juego y aprovecharon el lindo momento para llevarse un recuerdo inolvidable, de esos que quizás mañana, pasadas las 17:30 puedan tomar mucho más valor tras el pitazo final del árbitro Nicolás Ramírez en el Madre de Ciuades.
Vélez hizo todo para llegar, su gente agotó todas las instancias para acompañar y ahora solo queda que el balón ruede para definir si el Fortín podrá romper o no ese maleficio de diez años sin gritar campeón.