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El cero fue Rey: Racing se secó e Independiente se enamoró del empate

Se tendría que haber guardado un gol para el domingo”. La frase seguramente se repitió hasta el cansancio a la salida del Cilindro de Avellaneda y en la mayoría de las casas de los hinchas de Racing Club, luego de la goleada por 6-1 del martes por la noche contra Huachipato.

Está claro que la misma le pertenece al futbolero medio, aunque en el caso de la gente de La Academia, acostumbrada a más malas que buenas, comienza la desconfianza cuando el rumbo tiende a enderezarse. Pareciera que hay que estar siempre listo para un golpe inminente.

Superado el objetivo de clasificar a cuartos de la CONMEBOL Sudamericana, con un cómodo 8-1 en el global contra el equipo chileno, todos los cañones apuntaron al clásico, el duelo más esperado en la “Capital Mundial de Fútbol”, como declaró el Congreso de la Nación a Avellaneda. Enfrente, un Independiente ubicado de mitad de tabla para abajo, que llegaba con dos victorias al hilo y con el arco en cero. Toda una premonición.

Desde temprano, en el Cilindro convivían los dos sentimientos. El optimismo por un presente más satisfactorio y un plantel con mayores recursos y por el otro, cierto temor de que el eterno rival pueda ratificar su levantada justo en esta ocasión. Con entradas agotadas desde el viernes pasado el mediodía, el marco era espectacular. El DJ hacía de las suyas musicalizando con las melodías que entona habitualmente la tribuna. A 35 minutos del arranque, se le pedía a la gente que libere los accesos para que puedan entrar los que seguían afuera.

Con el recuerdo fresco de la apabullante victoria entre semana y su carácter de equipo más goleador de la Liga Profesional, Adrián Martínez, Johan Carbonero y Roger Martínez, esta vez en el lugar de Maxi Salas, fueron los más ovacionados cuando la voz del estadio anunció los 11 del dueño de casa. Mientras tanto, en cuanto Gabriel Arias pisó el césped, la gente dejó claro el mensaje: "Esta tarde cueste lo que cueste…" y “Para ser campeón, hoy hay que ganar…”.

El equipo de Gustavo Costas salió a jugarlo con mucha actitud, para ratificar su cartel de favorito. El choque de cabezas de Kevin Lomónaco e Iván Marcone, luego de un buen centro de Facundo Mura por derecha que se despejó en el área chica, le puso un freno a ese vértigo. En la continuidad del encuentro, Independiente se encargó de cortar el juego de Racing, en su mayoría con infracciones por las que Vera y Luna terminaron amonestados.

A los 29, en un tiro libre a favor del Rojo que rechazó la defensa local, Rubén David Martínez se equivocó en un cabezazo hacia atrás y propició la contra de Baltasar Rodríguez, quien le tiró un sombrerito a Damián Pérez y fue derribado cuando se iba mano a mano contra Rey. El árbitro Nicolás Ramírez le mostró la roja en un quiebre absoluto del partido.

Hasta ese momento, Racing era más con desbordes por las bandas y sus delanteros colombianos tan activos como comprometidos con la presión. Sin embargo, a Maravilla no le llegaba ninguna pelota clara para hacer lo que más sabe. En el cierre del 1° tiempo, el Cilindro explotó cuando Roger se arrojó en el área para cabecear un centro de Baltasar Rodríguez por izquierda y el balón llegó a la red tras un desvío en Santiago Sosa. Dos minutos y medio después, el VAR determinó que hubo posición adelantada.

Más ganas que fútbol para romper el cero

En el inicio del complemento, se repitió la tendencia. Roger contó con un par de ocasiones en los primeros cinco minutos y el ingresado Juanfer Quintero probó desde afuera. De a poco empezó a agigantarse la figura de Rodrigo Rey, tan importante para atajar como para enfriar las acciones y ganar todo el tiempo posible. El arquero solo recibió 1 gol en los últimos 6 partidos y alcanzó las 32 vallas invictas en sus 72 presencias en el Rojo.

La obligación era de Racing, pero la chance más peligrosa la tuvo Independiente. A los 16, Spörle tiró un lujo por la banda izquierda en el arranque de la jugada, que terminó con un zurdazo apenas ancho de Diego Tarzia. Costas movió el banco en busca de mayor profundidad. Adentro Maxi Salas y Agustín Urzi por Roger y Santiago Quirós. Los de Vaccari esperaban firmes con una línea de cinco atrás (Vera, Fedorco, Laso, Pellegrino y Spörle), Loyola, Martínez y Tarzia en el medio y Ávalos cada vez más solitario en ataque.

En el tramo final llegaron las ocasiones para un Maravilla Martínez sorprendentemente errático. No llegó a conectar un cabezazo, definió defectuosamente por encima de Rey y luego el arquero le detuvo un remate de sobrepique. Por el lado del Rojo, solo se miraba el reloj. ¿Una muestra? Loyola recuperó una pelota en el fondo ante Urzi y Vera lo abrazó como si fuera un gol.

Para colmo, el propio Vera vio la roja a los 44 por una patada a Urzi. Independiente no pudo emular “el milagro de Marcelo Díaz”, sucedido aquel recordado 9 de febrero de 2020 cuando Racing ganó con 9 el clásico en el Cilindro. No había tiempo para mucho más.

A Independiente se le quemaron los papeles por una expulsión tempranera y dos cambios obligados en el entretiempo por el choque de cabezas. El esfuerzo para contrarrestar el juego de un rival con semejante poderío ofensivo tienen que haber dejado por demás satisfecho a Vaccari.

En Racing quedó sensación de muy poco. Otra chance desperdiciada para aprovecharse del mal momento del vecino que hizo que el frío domingo termine de ser mucho más frío de lo que marcaba la temperatura. Para Costas, “parece que Independiente no lo quería jugar” y el árbitro fue responsable de que pudiera hacer tiempo. Puertas adentro se deberá hacer autocrítica por la falta de claridad y tal vez fiereza necesaria para vulnerar a un rival en inferioridad numérica durante tanto tiempo.

¿Se tendría que haber guardado un gol para el domingo? El resultado lo dice todo.