Boca recibe a River en una nueva edición del Superclásico en medio de un momento tenso e incertidumbre para Diego Martínez, que internamente reconoce que este partido puede ser su "bala de plata" para ganarse la confianza del hincha, la dirigencia y así retomar el mando dentro de un plantel que aspiraba a más en la primera mitad del año. ¿Cómo fue evolucionando el ciclo del entrenador hasta llegar a esta situación límite?
"Jugarse la bala de plata significa arriesgarse a usar la última y mejor opción disponible en una situación difícil, con la esperanza de que será una solución efectiva". Esa definición es la que se puede encontrar en Google cuando uno pregunta 'qué es la bala de plata'.
Justamente, será aquella que tendrá a disposición Diego Martínez en este Superclásico de la fecha 15 del Torneo de la Liga. Malos resultados, falta de juego y sospechas sobre sus decisiones llevaron a que el entrenador esté cada vez más contra las cuerdas, aunque tiene un pasado reciente que mantiene la ilusión.
El ciclo de Martínez comenzó en enero tras la salida de Jorge Almirón, con interinato de Herrón de por medio. El DT llegó a un club dolido por la final de Libertadores perdida y por un hecho que ya era irreversible: no iba a poder soñar con la séptima en 2024, con foco puesto en la Sudamericana.
Como todo nuevo entrenador que llega a Boca, sus primeros pasos no fueron sencillos. Empató con Platense, Sarmiento y Defensa y Justicia en sus primeras cuatro fechas. Le costó hacer pie, pero fue encontrando el equipo al mismo tiempo que varios jugadores elevaron su nivel para hacer la diferencia.
De la mano de Equi y Cavani, Boca encontró su mejor nivel con Diego Martínez
Apareció Cavani y comenzó a meterla: convirtió 6 goles fundamentales para soñar con títulos, acompañado de un Merentiel que cada día está más lúcido. Lautaro Blanco refrescó un lateral izquierdo que parecía maldito y le dio un plus a un equipo que quiere aprovechar las bandas.
Equi Fernández se consolidó como el mejor volante de Argentina y, acompañado de un Zenón que superó las expectativas y de Cristian Medina, que siempre cumple, Diego Martínez gozó de un sector central de alto nivel y competitivo. Pol Fernández, resistido por varios sectores de los hinchas, daba su aporte de experiencia ya en una posición alejada del área rival y más comprometida con la salida propia en defensa.
Con altos y bajos, Diego Martínez cumplió el primer objetivo a corto plazo: clasificó a cuartos de final de Copa de la Liga, donde tuvo que enfrentarse al River de Martín Demichelis.
En ese cruce, Boca demostró que seguía en levantada y pudo dar el paso firme en Córdoba: ganó 3-2 en un partido que comenzó perdiendo. Tuvo tramos de muy buen fútbol y apagó a un Millonario que no pudo administrar de mejor manera sus buenos momentos en cancha.
"Sin dudas, esta victoria está en el top 3 de mi carrera", comentó Martínez en rueda de prensa, destacando la importancia de la eliminación al rival de toda la vida.
Boca avanzó a semifinales y allí se topó con Estudiantes, donde ocurrió uno de los primeros episodios que dañaron el ciclo: con el resultado 1-0 a favor, Cristian Lema cometió un insólito penal, con una patada en medio de la cabeza del rival, vio la roja y dejó servido el empate bandeja de plata, convertido por Cetré.
Chiquito Romero no pudo volver a ser héroe en la tanda de penales, como lo fue en la Libertadores 2023, y Boca se quedó con las manos vacías en un partido en el que había sido ampliamente superior y donde había fallado varias situaciones claras.
Empate ante Fortaleza y bronca en Sudamericana: otro error que le costó caro a Boca
Ya sin chance de ganar la Copa de la Liga, que se la quedó el Pincha, Boca puso todos sus cañones en clasificar en primer lugar de su grupo en Sudamericana. No pudo hacerlo. Dejó escapar el triunfo ante Fortaleza en La Bombonera de una manera que volvió a poner en el centro de la crítica a Diego Martínez.
Con el resultado 1-0 a su favor, los jugadores fueron a buscar el segundo en un córner con el reloj marcando los 90' y algo más, desprotegiendo su arco.
De contra, los brasileños sentenciaron el 1-1 y así también el destino de Boca en la Copa. Quedó segundo, teniendo que jugar un repechaje sin sus mejores jugadores.
La noticia del segundo puesto en Sudamericana pegó doble en Boca. Por un lado, sabía que no iba a poder contar con los jugadores convocados a los Juegos Olímpicos. Por el otro, esto requería de un mercado de pases acorde a las necesidades del entrenador para que su equipo no se vea disminuido.
Boca compró en cantidad, pero no pudo igualar la calidad de los futbolistas que se marcharon. Debía reemplazar a Equi, Zenón y Medina, el corazón del mediocampo. Logró profundidad en su plantel, pero sin ese salto de calidad necesario.
Sumado a esto, Diego Martínez tuvo que sobreponerse a una situación inesperada: Boca mandó tarde el mail para inscribir a sus refuerzos y estos se quedaron afuera de la llave ante Independiente del Valle.
Con ese contexto, el entrenador tuvo que soltar a la cancha a varios juveniles con poca experiencia. Milton Delgado, Mauricio Benítez y Julián Ceballos fueron titulares, dando la cara en un momento sensible.
Boca terminó pasando a octavos de la mano de Cavani, que regresó para el duelo de vuelta, y se preparaba para una serie ante Cruzeiro que iba a implicar otro punto de inflexión.
En la antesala a la llave con Cruzeiro, Diego Martínez perdió definitivamente a su mejor jugador. Equi Fernández, deseoso de partir en este mercado, ejecutó su cláusula de rescisión y se marchó al fútbol de Arabia, destino que, en los papeles, parece quedarle chico a su talento.
Si bien el Xeneize pudo sacar una leve ventaja en casa y ganó por 1-0 con golazo de Cavani, la vuelta no fue lo que se esperaba ya desde la previa. El goleador uruguayo padeció una fuerte lesión muscular y se perdió el juego en Brasil.
Con las cartas sobre la mesa y la pelota rodando en Belo Horizonte, Boca sufrió un golpazo antes del minuto de juego: Luis Advíncula se fue expulsado con roja directa, dejando con diez al equipo. Sin un '4' suplente natural, Nicolás Figal tuvo que entrar en su reemplazo y la pasó mal.
Tal es así que, en su primera intervención, se equivocó y le dio el 1-0 a Cruzeiro, que aprovechó el envión y se puso 2-0 arriba. Milton Giménez descontó y le dio vida a un Boca que tuvo un gran nivel, estuvo demasiado cerca de llegar al 2-2 pero al final se despidió de la Copa por penales, sumando una nueva decepción en 2024.
De visitante y en los clásicos, críticas y elogios al ciclo de Diego Martínez en Boca
Si bien en La Bombonera parece infalible y aún no perdió como local con Martínez, este Boca no puede decir lo mismo cuando le toca ir de visitante.
Desde que inició su era, a Diego Martínez le ha costado sumar puntos en condición de visitante. De hecho, jugó 20 partidos fuera de casa y solamente ganó 4. Empató 8 y perdió 8. Más allá de los resultados, el equipo demostró una versión mucho más timorata cuando sale de La Bombonera, algo que lo perjudica pensando en la tabla anual y la Libertadores 2025.
Boca no gana como visitante desde el 19 de mayo de este año, cuando venció 4-2 a Central Córdoba en Santiago.
A pesar de lo malo que pueda resaltarse del ciclo del entrenador, algo que se rescata es que Boca apenas ha perdido un clásico de los 6 que jugó con Diego Martínez como DT.
Le ganó a San Lorenzo dos veces, una a Racing y eliminó a River en Córdoba. Su saldo sigue siendo positivo de cara al Boca-River del fin de semana.
Diego Martínez quedó contra las cuerdas antes del Boca-River
Lejos de consolidar la idea de juego que se había mostrado en la primera mitad del año, el Boca de Martínez involucionó en el segundo semestre.
El entrenador, si bien apostó en la gran mayoría de oportunidades por el 4-4-2, decidió innovar con un 5-3-2 en algunos compromisos con la incorporación del tridente Lema-Anselmino-Rojo y resignando un hombre en mitad de cancha para sacarle más provecho a los laterales.
Funciona a medias. No logró mayor solidez con este sistema y, por momentos, parecía que el entrenador solamente aposta a "no perder".
Además, la modificación de puestos de varios jugadores también generan incertidumbre. Miramón, que es '5', ocupó el lugar de volante por derecha ante Racing. Brian Aguirre, extremo, ha tenido que volantear para encajar dentro del 4-4-2. Exequiel Zeballos, ya recuperado de su rotura de ligamentos, fue probado como una especie de enganche detrás de los delanteros, experimento que apenas duró 3 partidos.
La caída 2-1 ante Racing en el Cilindro implicó un nuevo dolor de cabeza para Martínez. El primer gol de la Academia se generó tras una mala salida de abajo (uno de los ideales innegociables del DT) y esto le terminó costando los puntos en Avellaneda, con muchas críticas en el medio para Chiquito Romero, cuyo nivel en 2024 está por debajo de lo que había demostrado.
El perder contra Racing dejó a Boca a 9 puntos del líder, Vélez, y fuera de los puestos de Copa Libertadores momentáneamente, lo que deja un panorama bastante complejo para Diego Martínez pensando en lo que será su próximo desafío: vencer a River Plate en La Bombonera.
Con cuestionamientos, dudas y el "sentir" de que su ciclo en Boca está llegando a su fin, el DT tendrá su "bala de plata" contra el Millonario en casa, la que es su fortaleza, para ratificar su estadía en el Xeneize, dar la cara y apostar por una nueva versión de su equipo de aquí hasta fin de año.
Boca no espera, Martínez lo sabe, y los resultados son pedidos con urgencia.