Toda la delegación de Boca Juniors que regresó el miércoles desde Brasil se encuentra aislada en un hotel y, por el momento, espera conocer los pasos a seguir.
De acuerdo con la información de Emiliano Raddi en SportsCenter AM, hasta ahora, ninguna autoridad se comunicó para dar los detalles del aislamiento de siete días que deben cumplir. Por lo pronto, Miguel Ángel Russo le dio el día libre al plantel.
Mientras, aguardan que se defina si su pedido de postergar el partido del sábado ante Banfield y del próximo martes ante San Lorenzo es aprobado. Alina Moine adelantó en el noticiero de ESPN que, en principio, la mayoría de los clubes no estarían de acuerdo con darle tiempo extra a Boca.
El plantel xeneize debe cumplir con el aislamiento por disposición del Ministerio de Salud de Argentina, que consideró que se rompió la burbuja en Brasil, debido al "contacto por fuera de lo estipulado" que se produjo el finalizar el partido contra Atlético Mineiro, cuando se desató una pelea que derivó con el traslado de varios jugadores a una comisaría brasileña.
Desde el consulado en Belo Horizonte y con el aval de CONMEBOL se había asegurado que la burbuja de la delegación xeneize se había mantenido.Pero podría considerarse que el aislamiento se quebró al momento de prestar declaraciones en la comisaría.
Boca perdió su vuelo de regreso a Buenos Aires tras la pelea de la víspera, en los vestuarios del estadio Mineirao de Belo Horizonte, al ser eliminado de la Copa Libertadores, y recién pudo volver a su país cuando los implicados completaron sus declaraciones en una comisaría de la ciudad brasileño.
La confusión fue provocada por los argentinos tras ser derrotados por 3-1 por el Atlético Mineiro y tuvo que ser contenida por la Policía que terminó trasladando a varios miembros de Boca a una comisaría donde pasaron la noche luego de confirmar con las cámaras de seguridad del estadio su responsabilidad en la trifulca.
La pelea se produjo luego de que el Mineiro eliminara en los penales por 3-1 a Boca Juniors, tras los empates sin goles en los partidos de ida y de vuelta, y garantizara su cupo en los cuartos de final de la Libertadores.
Además de agredir a dirigentes y jugadores del Atlético Mineiro, así como a miembros del equipo de seguridad, los argentinos derribaron gradas de protección, una amplificador de sonido y otros objetos, además de lanzar botellas de agua a sus rivales.
Nueve integrantes de la delegación del club argentino fueron identificados en las cámaras por las autoridades y son acusados por agresión y daños al patrimonio.