En la temporada 1995/1996 de la Liga de España, Real Madrid finalizó en el sexto puesto. Terminó por debajo del campeón Atlético Madrid, del subcampeón Valencia, del clásico rival Barcelona, de Espanyol y hasta de Tenerife. Llegó a estar en el octavo puesto a cuatro jornadas del final. Cambió de presidente y de entrenador en mitad del curso pero nunca encontró regularidad. Al año siguiente, no jugó ninguna competición europea. Pero dos años más tarde ganó la UEFA Champions League tras más de treinta años de frustraciones. Sí, hubo un tiempo en el que Real Madrid no era el equipo invencible en Europa. Aunque es difícil verlo ahora, cuando está por jugar una nueva final, este sábado en Wembley ante el Dortmund, un partido que se verá, desde las 16:00 (ARG/URU), 15:00 (CHI) y 14:00 (COL/ECU/PER), en vivo por Star+ (sólo para Sudamérica).
Hoy, a horas del partido contra los alemanes, el reinado del equipo español en el máximo torneo continental no se discute. Sus 14 coronas se muestran orondas en el Santiago Bernabéu y duplican el número de AC Milan, el segundo entre los más ganadores del fútbol europeo. Nadie parece en condiciones de competir contra la hegemonía merengue. Sin embargo, el dominio actual evidente e incontestable, en otra época era nada más que un deseo anclado en el pasado.
La era oscura de Real Madrid en la Champions
Entre 1966 y 1998, Real Madrid no ganó ninguna Copa de Europa. E incluso tuvo años como el mencionado arriba, en los que estuvo lejos de los primeros planos. Aquella temporada marcó el final de esa etapa funesta y el comienzo de la era que sigue hasta nuestros días, en la que la Orejona viajó a Madrid ocho veces en 25 años.
Aquellos fueron tiempos de frustraciones acostumbradas para el madridismo.
Después de ganar las primeras cinco Copas de Europa, volvió a ser campeón en 1965/66, ya sin Alfredo Di Stéfano pero aún con Paco Gento y Amancio Amaro como goleador y figura. En un torneo que solo había tenido 11 ediciones, Real Madrid había ganado más de la mitad. Es decir que ya era el gigante continental y ni siquiera la sequía posterior lo movió de ese sitial.
Las tristezas comenzaron en la temporada 1966/67, cuando Inter le ganó en cuartos de final. Luego encadenó cuatro eliminaciones consecutivas ante rivales tan dispares como Manchester United, Rapid Viena y Standard Lieja.
En 1970/71 perdió la final de la Recopa contra un Chelsea que todavía era un equipo menor de Londres y en 1971/72 ni siquiera superó los 16avos de final de la Copa de la UEFA. Perdió contra PSV Eindhoven.
En la década del setenta solo jugó algunas semifinales: contra el Ajax de Johan Cruyff en 1972/73, contra el Bayern Munich de Franz Beckenbauer en 1975/76 y ante el Hamburgo de Kevin Keegan y Felix Magath en 1979/80. También cayó ante adversarios como Grasshopper y Club Brugge en la Copa de Europa e Ipswich Town y Estrella Roja en la Recopa y la Copa UEFA.
Incluso, en 1977/78 estuvo ausente del ámbito internacional por primera vez en su historia. La segunda y última fue en la mencionada temporada 1997/97, la anterior a la de la resurrección definitiva.
En los ochenta volvió a sufrir aunque al menos ganó dos Copas UEFA, en 1984/85 y en 1985/86. Además, volvió a la final de la máxima competición, que perdió contra Liverpool en 1980/81. Luego, encandenó derrotas en semis contra Bayern, PSV y AC Milan.
Las eliminaciones dolorosas siguieron en los noventa: Ante Spartak Moscú en la Champions y PSG, Torino y Odense de Dinamarca en Copa UEFA. Aquella caída es emblemática de una época de sensaciones opuestas a las de hoy.
Lo ocurrido el 6 de diciembre de 1994 en el Bernabéu es una especie de contracara de las victorias acostumbradas de este siglo. El Madrid había ganado 2-1 en Dinamarca y la revancha se presentaba como un trámite. Sin embargo, Ulrik Pedersen igualó la serie en el segundo y en tiempo de descuento Morten Bisgaard marcó el 2-0 que eliminó al cuadro español en octavos de final.
Los éxitos sepultaron debajo del metal de los trofeos las derrotas del pasado. Sin embargo, siempre vale la pena recordar tiempos aciagos para valorar más la actualidad gloriosa.