En 1997, el Borussia Dortmund jugó su primera final de Champions, frente a la Juventus en Múnich, y conquistó el título venciendo por 3-1. Fue el último debutante en conseguirlo. A partir de ahí, nadie más. Y el Manchester City se convirtió este sábado en el séptimo club en estrenarse en una final y caer derrotado y tercero consecutivamente.
Le ocurrió en 2019 al Tottenham y en 2020 al PSG, tal como les pasó a Valencia, Bayer Leverkusen, Mónaco, Arsenal y Chelsea en 2000, 2002, 2004, 2006 y 2008. El Chelsea, que se sacó la espina en 2012 venciendo al Bayern en la tanda de penaltis que le había condenado cuatro años antes frente al Manchester United. Y que en su tercera final, al cabo de nueve años, logró su segundo trofeo.
Guardiola ya sabe lo que es perder una final internacional como entrenador. Si hasta hoy había ganado dos de Champions con el Barça, tres de la Supercopa de Europa con Barça y Bayern y dos mundiales de clubs también dirigiendo a Barça y Bayern, su primera gran final continental al mando del City le supuso la, probablemente, mayor decepción de su carrera en los banquillos.
Quiso Guardiola ganar la final por asalto, a través de un ataque entre agobiante y suicida, condenando a un mediocentro, recolocando a Gundogan y buscando sin negociado la portería de Mendy... Sin atender a que el centro del Chelsea, con un Kanté imperial y un Jorginho multiplicado, se bastaba para cerrar los espacios atrás y lanzar el ataque con una velocidad que rompía la contención citizen.
Le ocupó cuatro remates a puerta al Chelsea desnivelar el marcador. Para cuando Havertz logró el 0-1 aprovechando una diagonal magnífica de Mount que desnudó la deficiencia en los centrales del City, ya había disfrutado de dos excelentes ocasiones Werner, tan mayúsculo en el desmarque y el acompañamiento como desacertado en el remate. Le acabó por dar igual a Tuchel.
Tuchel, el entrenador que vengó la derrota que sufrió en agosto al mando del PSG frente al Bayern en Lisboa y señaló a Al-Khelaiffi, quien le despidió el 29 de diciembre, 28 días antes de hacerse cargo de un Chelsea al que catapultó de manera inmediata.
Tan ordenado como ansioso, tan cauto como atrevido y, por encima de todo, firme y fiel a su idea, entendió que en el juego de combinación su equipo tenía las de perder contra el City pero que podía, y debía, plantearle el partido cara a cara, bien posicionado y rápido, rapidísimo, en sus ataques, sabiendo que al equipo de Guardiola le cuesta correr hacia atrás.
Ganó el Chelsea sufriendo y perdió el City sin apartarse ni un ápice de su personalidad. Perder no es fracasar por más que se señalará como un fiasco de Guardiola, que diez años y un día después de saborear la gloria al mando del Barcelona volvía por primera vez a una final de Champions y se quedó sin aquella gloria que saboreó de azulgrana.
Hasta la extenuación, hasta el último suspiro, lo intentó el Manchester City... Pero la historia parece escrita y se empeña en derrumbar el sueño de los debutantes. Desde que en 1997 el Borussia Dortmund dirigido por Ottmar Hitzfeld y liderado por Matthias Sammer derrotase a la Juventus en la que era primera final de la máxima competición, ningún otro equipo se ha vuelto a estrenar con título.