El Barça, eliminado por última vez en la fase de grupos de la Champions en la temporada 2000-01, está, al cabo de veinte años, al borde de su mayor fracaso en Europa desde que en la temporada 2003-04 estuvo ausente de la máxima competición y debió conformarse con jugar la UEFA Cup (hoy Europa League) en la que cayó derrumbado en los octavos de final.
Los octavos de final fueron, a partir de 2005, una ronda que siempre tuvo al Barça como protagonista... Y que de no mediar un golpe inaudito en Múnich no lo tendrá en 2021. Querer no siempre es poder y si un equipo ya de por si descompensado está falto de gol el dramatismo es absoluto.
Eso es lo que le ocurrió al Barça ante el Benfica y es lo que lleva ocurriéndole durante toda la temporada. En 18 partidos oficiales el equipo que comenzó dirigiendo Ronald Koeman y desde el sábado es de Xavi Hernández ha marcado 22 goles cuando la pasada temporada sumaba 39, eran 42 en la temporada 2019-20 y hasta 47 la anterior.
La caída en la efectividad goleadora de este Barça es dramática y la verdadera causa por la que el equipo está llegando al mes de diciembre con esta terrible realidad. Tal es así que en dos semanas debería protagonizar una auténtica machada en Múnich: ganar a un Bayern que solamente ha perdido un partido como local y que cuenta sus partidos de Champions por victorias, casi todas apabullantes y que en el Camp Nou, trece meses después de aquella noche infausta de Lisboa (2-8), venció por 0-3, casi sin despeinarse.
Que el Barça ha ganado prestancia futbolística es una realidad. Que sabe qué quiere y como hacerlo en el campo es una certeza... Pero todo ello se acaba en el área rival. Frente al Benfica apenas si disfrutó de tres buenas ocasiones de Alba, Demir y Frenkie de Jong, al margen del gol anulado, bien anulado, a Araújo por fuera de juego. Una señal indiscutible de que la marcha de Leo Messi es, deportivamente hablando, una hecatombe.
Este equipo, de futuro y con jugadores jóvenes que ya tienen un presente magnífic, necesita un futbolista diferencial arriba, en el ataque. Como lo fue Luis Suárez o antes Eto'o. Incluso Kluivert, Rivaldo o ya no digamos Ronaldo. Un delantero diferencial ante el gol que provoque el terror en las defensas rivales, que esta temporada acuden al encuentro del Barça sin ese miedo.
No es decadente el Barça. Es ilusionante y tiene mimbres para soñar con un futuro mejor... Pero sin gol no hay paraíso.