“Juan, pare el ómnibus que me voy...”. El gesto serio de Pablo Bengoechea sorprendió al técnico de la Selección Uruguaya de entonces, Juan Ahuntchain. La puerta del vehículo que transportaba la selección rumbo al aeropuerto se abrió. “Me bajé en la puerta de la América, equipado de la selección, y me fui a mi casa”, rememoró Bengoechea.
La historia no terminó ahí. Bengoechea corría riesgo de ser sancionado. Esto llevó al delantero Luis Romero, a dos días del debut, a decir que si sancionaban al 10 carbonero se tomaba un avión y abandonaba la selección. Nacional también amenazaba con retirar a sus jugadores. El ambiente era un caos.
Uruguay, que se enfrentó 46 veces contra Bolivia -su rival de este martes- tuvo algunas derrotas curiosas ante el equipo del altiplano y dos de ellas fueron en medio de un caos organizativo. La primera en 1949, donde la celeste fue representada por jugadores juveniles debido a una huelga de futbolistas en Uruguay. La segunda derrota fue en la Copa América de 1997, que se disputó en territorio boliviano, en medio de un caos organizativo que ESPN rescata de los archivos.
La historia en cuestión se cuenta con lujo de detalles en el libro Quinquenio, la historia por sus protagonistas (Jorge Señorans y Luis Inzaurralde, Ediciones B).
Corría el mes de junio de 1997 cuando el técnico de Uruguay, Juan Ahuntchain dio a conocer la lista de convocados para la Copa América de Bolivia, donde la celeste integraba la serie con la selección loca, Perú y Venezuela.
Peñarol puso el grito en el cielo cuando vio en la lista a su capitán Pablo Bengoechea. Fue así que el 4 de junio los aurinegros solicitaron que el 10 fuera excluido de la lista. La noticia causó polémica y los nuevos directivos de la AUF se afirmaron en un documento firmado por los clubes grandes a través del cual se habían comprometido a ceder a los jugadores convocados por Juan Ahuntchain.
Sin embargo, los carboneros se afirmaban en un supuesto acuerdo con el expresidente de la AUF, Carlos Maresca, de que solo cederían dos jugadores al combinado y dentro de la opción el técnico celeste no podía elegir ni a Bengoechea ni a Luis Romero.
¿Qué argumentos tenía Peñarol para no ceder a Pablo? El presidente José Pedro Damiani declaró: “debemos tener en cuenta que Bengoechea tiene 32 años y jugó más de 100 partidos desde el año pasado. Necesita un acondicionamiento físico para jugar el segundo semestre con Peñarol. No lo pueden llevar a la altura de La Paz. Sería una locura…”.
El 8 de junio de 1997 la selección uruguaya recibió a Colombia en el Centenario por las Eliminatorias para el Mundial de Francia. Bengoechea fue titular con la camiseta número 8 (con la 10 jugaba Fabián O’ Neill). Una vez finalizado el partido el plantel seleccionado por Ahuntchain viaja a Bolivia para jugar la Copa América.
Bengoechea quedó en medio de la corriente del río. Mientras Peñarol peleaba para que no viajara, el jugador llevó su ropa de viaje a la concentración de Los Aromos. No era para menos, Bengoechea estaba en la lista del Lloyd Aéreo Boliviano.
En el libro se explica que: “Contrarreloj, Damiani movió cielo y tierra. Llamó al presidente de la AUF, Raúl Aguerrebere, y se comunicó con el jugador para que hablara con el técnico. En medio de un panorama caótico, Pablo declaraba: “yo soy un empleado de Peñarol y voy a hacer lo que me pidan”.
La novela fue increíble. Finalizaba el primer tiempo del partido entre Uruguay y Colombia cuando en el Centenario corrió fuerte la versión de que Pablo Bengoechea aún no sabía si viajaba esa tarde con la selección. El partido terminó igualado 1 a 1. Los jugadores se tenían que bañar y subir al ómnibus rumbo al aeropuerto para viajar a Bolivia.
La prensa esperaba el desenlace de una novela que había comenzado hacía dos meses.
Caos en el Centenario
Los jugadores se preparaban para el viaje. Bengoechea estaba en plena charla con el neutral Washington Rivero cuando apareció en escena el gerente deportivo carbonero, Jorge Pasculli. El 10 decidió ir a bañarse. En su cabeza el merengue ya sonaba y la decisión estaba tomada.
El técnico de Uruguay, Juan Ahuntchain declaraba: “El jugador todavía no sabe qué va a suceder. Pablo no sabe qué hacer y está en el medio de una situación política”, aseguraba el técnico celeste Juan Ahuntchain.
Tan increíble como real. El propio entrenador no sabía si el jugador viajaba con la selección. Sus palabras tenían sabor a bronca e impotencia: “Yo no defino si viaja. Hice la lista y me iré con los 15, 16 o 22 que se suban al avión”.
En eso Ahuntchain se acercó a Bengoechea, lo abrazó y le dio un beso. El mismo gesto tuvo el profesor Alberto Mena. Las cartas parecían estar echadas.
Bengoechea se subió al ómnibus de la selección, que se puso en marcha y, de pronto, de manera totalmente inesperada se abrió la puerta y Pablo bajó.
Como era de esperar fue abordado por los medios de prensa.
“¿Por qué bajaste?”, le preguntó un periodista. “Porque me voy a mi casa”, respondió Bengoechea.
Y el capitán aurinegro salió solo, caminando y con su bolso al hombro entre hinchas de Peñarol que lo alentaban y tres o cuatro de Nacional que lo insultaban. Solo, en medio de la noche, Pablo caminó unos 100 metros y se subió al Volkswagen de Jorge Pasculli, estacionado frente al palco, que se llevó al jugador.
“Al no haberse llegado a un acuerdo entre las partes, debí resolver yo. Decidí cumplir con mi contrato. Yo lo tengo con Peñarol y no con la AUF”, aseguró Bengoechea.
Pablo recordó para el libro Quinquenio lo que motivó su decisión.
“Subo al ómnibus, en ese momento ya había celular, entonces me llamaron de Peñarol y me dijeron bajate. Le dije a Ahuntchain, pare el ómnibus que me voy. Me bajé en la puerta de la América, equipado de la selección, y me fui a mi casa”.
La amenaza de Luis Romero
Ante esto los dirigentes aurinegros se comprometieron a no utilizar al jugador en el clásico del domingo siguiente por el torneo clasificatorio a la Supercopa, según lo indicó el presidente Damiani. “Peñarol en ningún momento pensó en usar a Bengoechea para el clásico, así que los fantasmas que tiene Nacional son infundados”.
Sin embargo, el clima que se generó fue tremendo. El 10 fue suspendido preventivamente junto con el golero de Nacional, Carlos Nicola, por negarse a defender a la celeste. El tema no terminaba ahí ya que fue llevado a los tribunales de la Asociación Uruguaya de Fútbol. La Mutual intervino en defensa de sus asociados.
La bola de nieve se agigantaba. Ante esto Peñarol emitió un extenso comunicado explicando todo lo hablado con anterioridad con el anterior Ejecutivo.
En la pintoresca ciudad de Sucre, escasas horas después de haber arribado la delegación, estalló la bomba en la selección.
Los jugadores de Peñarol, que integraban el grupo celeste, anunciaron que abandonarían la Copa América de Bolivia si el Tribunal de Penas fallaba a favor de suspender a Pablo Bengoechea.
Una noche, previo a la cena en el hotel donde se alojaba el equipo, Luis Romero y Nelson Abeijón, en representación de los planteles de los equipos grandes, le comunicaron la postura al técnico Juan Ahuntchain.
Romero fue claro al expresar que “si sale la suspensión a Bengoechea, personalmente no me presentó a jugar contra Perú (primer partido por la Copa América). Si me dan los pasajes me vuelvo a Montevideo y si no me los saco yo”.
El Tribunal falló contra los intereses de ambos jugadores. Pablo Bengoechea fue suspendido por seis fechas mientras que a Nicola le correspondieron siete partidos.
Ante esto, Peñarol se movió y logró llevar el tema a una asamblea.
La novela culminó un mes después. La noche del 2 de julio se votó la amnistía para los dos profesionales y quedó sin efecto la sanción.
¿Y la selección? Fue rápidamente eliminada de la Copa. Perdió en el debut con Perú, le ganó a Venezuela y cayó 0-1 ante Bolivia el 18 de de junio de 1997 para volver a casa.
Cuando los futbolistas de Peñarol que jugaron el torneo se reintegraron al plantel, el presidente Damiani estalló. “Si los jugadores que cedimos a la selección no vienen en condiciones, Peñarol nos les pagará el sueldo y exigirá que de ellos se haga cargo la AUF hasta que se les dé el alta médica”.
¿A qué se debía la bronca del Contador? Cierto día se había encontrado con Luis Romero y le sorprendió lo delgado que estaba. “¿Pero qué te pasó? ¿Estuviste con los indios jíbaros en Bolivia?”, le dijo el presidente al 9 que volvió con cinco kilos menos de la altura.