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Los uruguayos deberían saber de sobra quién es Suárez

Luis Suárez jugó en bajo nivel los últimos partidos con el seleccionado, y sin él, Uruguay mostró su mejor versión colectiva ante Paraguay. Ambas cosas son ciertas. Ninguna de ellas alcanza para que salga del equipo titular un jugador hecho a la medida de los partidos extremos. Contra unos pocos encuentros hay una historia de 15 años, de partidos en los que llegó en una pierna, de recuperaciones milagrosas y en los que siempre dejó su sello.

Claro que Suárez no es el mismo de cinco años atrás. Eso es una obviedad que no vale la pena discutirla ni un segundo. Ya no puede construir por sí mismo una jugada, su incidencia es mayor en los últimos metros, queda limitado ante grandes recorridos, necesita de un contexto que lo ayude y de un juego que le permita tomar contacto con la pelota cerca del arco rival. Así marcó 21 goles en la última temporada de la Liga de España.

Aún con la versión actual es influyente para la selección. Porque no es lo mismo para un defensa rival tener a Suárez enfrente a no tenerlo ni para un árbitro pitar una falta a Suárez que a cualquier otro jugador ni para un compañero mirar hacia delante y saber que cerca del área está Suárez a que no esté.

Tanto influye un jugador como Suárez, que el propio Edinson Cavani se beneficia con su presencia. Mucho más medida que un solo partido, contra Paraguay, son los 120 goles que hicieron juntos. Uno potencia al otro. Los defensas tienen dos focos de atención, entre ambos le liberan espacio a sus compañeros.

Pero además en partidos decisivos Suárez es mandado a hacer y alguna muestra que otra ha dado. Es un jugador que se ha sobrepuesto a una cantidad innumerable de adversidad de las que siempre salió fortalecido. ¿Cuántas veces dieron por terminado a Suárez? Y sin embargo siempre resurgió. Barcelona es el último equipo que puede dar fe de eso.

Tampoco se puede dejar de lado la influencia que Suárez se ganó por mérito propio en la interna de la Selección. Hay gente que pide que lo saquen como si fuera un PlayStation, en el que sale uno cansado y entra otro, en el que se deja en el banco a la figura que sea. En la vida real esas cosas no son así, nadie maneja el grupo como una consola de entretenimientos. Creer que todos son iguales, que da lo mismo poner a uno que a otro, que eso no provoca reacciones, no tiene consecuencias internas, es no entender cómo funciona un grupo.

Plantear con el celular en la mano que no puede jugar, que se quede en el banco en un partido decisivo es no saber quién es Suárez. Y los uruguayos, después de 15 años de verlo defender a la Selección, deberían saberlo de sobra.