Ganar en el Bernabéu ante un rival inferior es casi una obligación para el Real Madrid. El equipo de Carlo Ancelotti sabía qué esperar del Espanyol que, de todas formas, sacó una primera ventaja, a la que el Merengue respondió con paciencia, categoría y aprovechando bien las bandas.
Diego Martínez hizo el planteo que cualquier conjunto menor intenta hacer en la Casa Blanca: replegarse con una defensa y mediocampo bien tupidos y salir de contragolpe para aprovechar los espacios que deje el dueño de casa. Y le resultó bastante bien en un principio. A los 8 minutos ganaba con un golazo de Joselu.
No se la hizo fácil al Madrid, donde la ausencia de Karim Benzema no fue un dato menor. Sin el goleador, y con la entrada principal al área periquita cerrada, el equipo de Ancelotti se vio obligado a buscar por las bandas, sin desesperarse ni bajar la guardia y para eso, fue clave Thibaut Courtois, que estuvo atento a las llegadas del Espanyol en la primera parte.
Dani Carvajal fue una salida permanente por la derecha, casi hasta el fondo, mientras que para avanzar por izquierda, funcionó mejor la sociedad que manejó el mediocampo entre Luka Modric y Toni Kroos, con Vinicius como finalizador.
Fue Vini, justamente, quien logró romper el cerrojo con un golazo tan cruzado como esquinado. Inatajable. Y Militao se elevó como nadie para cabecear un centro y dar vuelta el marcador. Todo en el primer tiempo. No hizo falta mucho más.
Con el resultado a favor, Modric se hizo más dueño del círculo y pudo avanzar varios metros para ser una opción más con pases filtrados. El dominio fue todo del dueño de casa en la segunda parte. Espanyol ya casi no se animó y que no le hicieran otro gol se volvió su único objetivo. Ni siquiera pudo. En tiempo de descuento, una tremenda corrida de Nacho, de izquierda al centro, terminó en los pies de Marco Asensio, que definió dentro del área para el 3-1 final.
Así lo ganó Real Madrid, sin comodidad, pero con la solidez y confianza que le brindan sus figuras.