BARCELONA -- La noche en que tanto se tenía que echar en falta a Pedri acabó por ser la noche en la que el Barça sentenció la Liga por medio de sus, teóricos, sustitutos.
Sergi Roberto, quien ocupó su lugar en el once inicial, logró un empate salvador rozándose el descanso y completó 77 minutos más que notables para dar la razón a su entrenador; Kessié, quien le sustituyó en la parte final del partido para dar consistencia y recuperar físico en el centro del campo, anotó el 2-1 cuando el empate ya se daba por hecho. Y provocó el delirio.
Delirio en un Camp Nou entregado a la fiesta de principio a fin, entregado a un equipo que ha sabido abstraerse al caso Negreira para seguir cabalgando, más robusto que brillante pero siempre competitivo. Entendiendo que su labor esta temporada está centrada en la Liga. Una Liga que, con doce puntos de ventaja con doce jornadas por disputarse, es impensable que se le vaya a escapar.
El Barça va creciendo en todos los sentidos. Y entre ellos, también, en la fortaleza moral y mental. En un tiempo pasado pero muy próximo el autogol de Araújo a los diez minutos, más aún después de que Courtois hubiera ya salvado a su equipo de dos remates envenenados, le habría desencajado, hundido y destrozado. Habría tirado de épica sin más... Pero ahora es otra cosa.
Mantuvo Xavi la cabeza fría y le trasladó a sus jugadores la necesidad de seguir el plan establecido. Quiso desde el minuto cero el Barça ser protagonista y lo fue hasta el minuto 95. Insistente y perseverante, buscando el balón, la presión, el ataque, obligando al Madrid a resguardarse y buscar la contra para descubrir, al cabo del tiempo, que los Clásicos más recordados de la historia moderna han mostrado esta imagen: la de un Barça dominador con balón y un Real dominador al contragolpe.
Fue un partido con muchos matices, con muchos impulsos y con un brío incontestable. Un partido que mostró que Vinicius tiene fútbol para amargar a Araújo a la vez que mostró esa grandeza de Araújo para encajar y sobreponerse a los golpes. Y un partido que ganó el Barça, sobre la bocina, cuando el Madrid, lamentando el gol anulado, bien anulado, a Asensio, corría con desespero por lograr el gol salvador que le devolviera sus opciones en la persecución.
Como Lineker o Migueli, como Rexach, Amor, Maradona, Marcos o Bakero, Franck Kessié entró en la historia de los Clásicos con un gol decisivo a última hora. Si aquellos fueron futbolistas de referencia en los libros del club azulgrana, el marfileño es un entregado secundario que sabe está en el segundo plano... Y que disfrutó de su momento de gloria.
Una gloria que le acompañará por siempre.