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El Barcelona, un casi campeón sin ansiedad ni ganas

El Barcelona, salvo catástrofe impensable, ganará LaLiga pero perdida la competencia, con el Madrid entregado y sin sospechar que el título pueda escaparse, se ha dejado por el camino la intensidad, la ansiedad y hasta se diría que las ganas. El Girona, con ganas de sentenciar su permanencia, avisó al Camp Nou que el final de temporada del Barcelona, futbolísticamente hablando, puede no ser lo brillante que merecería el trofeo que roza con los dedos. Cinco días después de sufrir un varapalo impensable contra el Real Madrid en la Copa, LaLiga es un consuelo que, por más importancia quiera darle Xavi, no parece motivar a sus futbolistas, quizá contagiados de la frialdad con que desde el entorno se toma este campeonato.

Un día antes de que el Manchester City reciba al Bayern Múnich en los cuartos de final de la Champions, a 48 horas del duelo entre el Madrid y el Chelsea en el Bernabéu, hay quien impone el discurso de que LaLiga ha dejado de ser un trofeo de caza mayor y se dibuja como un simple complemento. Después de tres temporadas sin conquistarla, no se entiende que se devalúe incluso desde el propio barcelonismo.

El empate ante el Girona sirvió para aumentar un punto más la ventaja sobre el todavía campeón para llevarla hasta los 13, con diez jornadas por disputarse. Y también motivó que se viera una imagen desangelada de un Barça que pareció agotar su gasolina cinco días antes. Paulo Gazzaniga, en dos intervenciones consecutivas ante Raphinha y Araújo, evitó en una primera parte tediosa el gol del Barça, para convertir la segunda mitad en un tostón todavía mayor, con un líder sin ritmo y un rival que perdonó, Castellanos, un gol tan cantado como histórico habría sido.

Acabó la noche como empezó, sin goles y sin disfrute para los más de 74 mil aficionados que asistieron al Camp Nou con las ganas de recuperar el ánimo y se marcharon a casa decepcionados. El Barça será, debe serlo, campeón, pero en los diez partidos que le restan de temporada bien hará en recuperar, por poco que sea, el ánimo y las ganas.